martes, 1 de octubre de 2024

 Bronislaw Czech era una de esas personas que salian en noticieros en la década de 1930.

Era joven, guapo, tres veces campeón olímpico, el tipo de hombre que bajaba montañas en lugares exóticos como St. Moritz, Lake Placid y Garmisch.
  • Todo eso terminó cuando los nazis invadieron su tierra natal de Polonia en septiembre de 1939.
  • Pasó ese invierno esquiando como lo había hecho en años pasados, pero esta vez como mensajero de la Resistencia.
  • Tomó varios meses, pero la policía secreta alemana finalmente lo arrestó y lo envió a la prisión de Tarnow.
  • Luego llegó el día en junio de 1940 cuando él y otros 727 jóvenes polacos fueron enviados a un nuevo campo de prisioneros, todavía en construcción.
  • Fue allí, en las afueras de la pequeña ciudad de Oswiecim, Auschwitz, Polonia, donde se convirtió en el prisionero No. 349.
Parecía, sin embargo, que un tipo famoso y consumado como él tenía una tarjeta para “librarse de cárcel".
Podía ser útil para los nazis en otros lugares.
  • Se le ofreció el honor distintivo de entrenar al equipo olímpico alemán de esquí a cambio de su libertad.
  • Pero eso de ayudar al odiado enemigo no fue una opción para el. Prefirió quedarse en el infierno antes de darle la espalda a su propio pueblo, a su propio país.
Sobrevivió durante casi cuatro años, muriendo de enfermedad y hambre el 5 de junio de 1944 a la edad de 36 años.
Traducido por Lilian Rotter para Amando Nuestra Cultura Judia
Beloved Children of the Holocaust.

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