domingo, 2 de marzo de 2025

DEL RCW

 DEJAD A LOS NIÑOS PEQUEÑOS


Por Carl M. Cannon
Febrero 20, 2025
TRADUCIDA POR Marcela Lubczanski
En su novela más poderosa, el más grande novelista ruso del siglo XIX se enfrenta al problema moral más difícil enfrentado por la gente—el sufrimiento de los inocentes. En el funeral de su padre, Iván Karamazov  cuenta a su hermano menor Alyosha, quien se está entrenando para ser un monje, ejemplos gráficos de actos sádicos cometidos contra niños.

"Imagina una madre temblorosa con su bebé en brazos, un círculo de turcos invasores alrededor de ella," dice Iván. "Ellos han planeado una diversión; acarician al bebé, ríen para hacerlo reír. Tienen éxito, el bebé ríe. En ese momento un turco apunta una pistola a diez centímetros del rostro del bebé. El bebé ríe con alegría, extiende sus manos pequeñas hacia la pistola, y él aprieta el gatillo en la cara del bebé y le revienta su cerebro." 

Si el mal existe en el mundo para el propósito de conceder libre albedrío a la humanidad, revelando así la existencia de Dios, Iván no quiere saber nada de la religión. El también cuenta a su hermano sobre una pareja casada, "padres cultos", que someten a su hija a golpizas horrorosas y tortura y la encierran en el retrete al aire libre en el frío glaciar.

"¿Tú puedes entender por qué una criatura pequeña que no puede siquiera entender lo que le han hecho, debería golpear su corazoncito doliente con su pequeño puño en la oscuridad y el frío, y llorar sus lágrimas mansas y sin resentimiento al querido y bondadoso Dios para que la proteja?"

"Los Hermanos Karamazov" es una ficción. Pero tales horrores describen el mundo real en que todavía vivimos. Fue el mundo en exhibición hoy cuando Hamas liberó los restos de cuatro israelíes que secuestró en el ataque salvaje del 7 de octubre del 2023. El más viejo era Oded Lifshitz, quien tenía 83 años de edad cuando fue secuestrado. ¿Quién rapta a un hombre de 83 años de edad?

Los otros tres eran miembros de una familia cuyos nombres y semejanza son familiares para todos en Israel. Ellos deberían haber sido conocidos por todos en el mundo civilizado. Shiri Bibas tenía 32 años de edad cuando fue secuestrada por Hamas junto con sus hijos pelirrojos, Ariel, entonces de 4 años de edad, y Kfir, quien no tenía ni nueve meses de edad. "Déjenla viva, tiene niños con ella," puede escucharse decir a uno de los terroristas en un video que tomaron. "Que nadie la dañe para que sepan de nuestra humanidad." 

La idea de "humanidad" de Hamas estuvo en exhibición plena el jueves en Gaza, cuando Hamas usó los ataúdes de los cuatro rehenes muertos como una propaganda grotesca, completa con sus fotos y una foto de Benjamin Netanyahu representado como un vampiro. Una inscripción dice, "El criminal de guerra Netanyahu y su ejército nazi los mató con misiles desde aviones de combate sionistas."

Por supuesto, no hay ninguna razón para creer que estas cuatro personas fueron eliminadas inadvertidamente en un ataque aéreo israelí. Es posible, pero Hamas miente constantemente acerca de sus crímenes. Miente sobre sus propios hospitales siendo bombardeados, miente sobre los números de bajas, miente sobre el alimento en Gaza, miente sobre el bienestar de los rehenes, miente sobre todo. Su propaganda es tan transparente como cruda.

Anteriormente en esta guerra, Hamas afirmó—y Al Jazeera informó obedientemente—que seis israelíes, incluido el ciudadano estadounidense Hersh Goldberg-Polin, habían resultado muertos en los ataques aéreos de las Fuerzas de Defensa de Israel. Pero cuando los soldados de las FDI los encontraron, se volvió claro que ellos habían sido llevados a un túnel y los asesinos de Hamas les habían disparado en la cabeza.

A la familia de Daniella Gilboa, otra rehén israelí, se le dijo que ella estaba muerta después que Hamas grabó un video fingiendo su muerte. Uno de los terroristas llegó a ella con una cámara y le dijo, "Hoy estamos filmando tu muerte," contó su madre más tarde a los periodistas. Ellos la cubrieron con polvo y escombros para simular las consecuencias de una bomba israelí. 

Sabemos esto porque Daniella fue una de las rehenes rescatadas por las FDI. No sabemos con certeza lo que habría sucedido de no haber sido rescatada, pero la espantosa actuación de hoy—ante una turba de gazatíes que aplaudían y vivaban los cuatro ataúdes sobre el escenario—da una pista al mundo.

Cuando comenzó esta guerra, estallaron manifestaciones en ciudades y campus universitarios en todo Estados Unidos, Canadá y Gran Bretaña. No en apoyo de Israel. En apoyo de la causa de los terroristas. En Estados Unidos, el debate se centró mayormente en si estos manifestantes 'pro-palestinos' tenían derecho a ocupar edificios y patios de los campus. Esta fue la conversación equivocada. La pregunta real es ¿por qué tantas personas jóvenes están del lado equivocado? La pregunta que sigue: ¿Cómo abordar la podredumbre en el corazón del estamento educativo del Occidente?

Muchos de estos manifestantes de los campus llevaban máscaras. No debido a la pandemia, a menos que uno cuente el odio al judío como un virus. Pero sus palabras delataron el juego, desenmascarando la verdad preocupante: A nuestros jóvenes se les ha enseñado que Israel es el villano. Que los israelíes son "colonizadores," incluso "supremacistas blancos." 

Hace ocho décadas, los pocos judíos que sobrevivieron a Holocausto llegaron a su hogar ancestran sin nada. Estos rezagados, la mayoría de quienes tenían poco más que las ropas sobre sus espaldas, escaparon a los verdaderos supremacistas blancos. Hoy, el 70% de los israelíes nacieron en Israel. Estos refugiados originales, emparejados con los judíos que han acudido en masa desde otras partes en el Medio Oriente y los nacidos en Israel, han convertido un pequeño pedazo de tierra en la única democracia floreciente en el Medio Oriente. Por eso, ellos son odiados. Por eso, estos hijos del genocidio son objeto del insulto obsceno que son los que están cometiendo "genocidio." Esta es otra difamación, lo que Joseph Goebbels llamaría “La Gran Mentira,” una repetida eternamente en todo el mundo.

La mayoría de los estudiantes estadounidenses que repiten las frases que les han sido inculcadas no son malas personas. La mayoría de ellos son muy buenas personas, con niveles de empatía admirables. Son nuestros hijos. Cuando ellos gritan por los niños inocentes que están siendo asesinados en Gaza, no deberíamos ser desdeñosos de su angustia.

Empecemos con esto, es posible que Shiri Bibas y sus dos hijos pequeños resultaran muertos por aviones de combate de las FDI. Pero aun si eso hubiese sucedido, la culpabilidad moral pertenece a Hamas, quien raptó a esa madre de su casa (después de matar a sus padres) y los mantuvo a ella y a sus hijos ocultos durante un año. Hamas también carga la culpa de cada muerte civil palestina. Los líderes de Hamas cuentan con esas muertes para propósitos de propaganda insertando a sus soldados, armas—y, sí, rehenes—en mezquitas y edificios de departamentos y hospitales.

En una época de gran emoción y gran furia, es importante hacer estas verdades conocidas para un mundo sincero.

Como muestra el académico Thomas G. West, el escritor ruso más grande del siglo XX proporcionó una réplica a los temores de Dostoevsky que la razón debilitaría la fe. En el relato de West, Aleksandr Solzhenitsyn sugiere que necesitamos ambas. En “Agosto de 1914,” y “Un Día en la Vida de Iván Denisovich”—tanto como en su obra de dos volúmenes ganadora del Premio Nobel desmantelando la Unión Soviética—Solzhenitsyn plantea una defensa convincente que la razón puede complementar nuestra fe en una fuerza superior—o en los demás.

"La razón no lleva al callejón sin salida del ateísmo y la rebelión contra Dios," escribió West. Desplegada apropiadamente, sugiere él, la razón lleva a naciones bien gobernadas y vidas bien gobernadas. “No es que el sufrimiento y el mal puedan alguna vez ser abolidos—como si eso fuera incluso deseable,” agregó. “Pero pueden ser mitigados y torcidos, confinados a proporciones soportables.”

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.