TRUMP CAMBIA EL GUION GLOBAL
Sus movimientos diplomáticos respecto a Ucrania y Gaza fueron tanto deslumbrantes como poco convencionales.
Por Walter Russell Mead
Septiembre 29, 2025
¡Qué semana!: Presuntos drones rusos interrumpieron el tráfico aéreo a lo largo del norte de Europa mientras Moscú bombardeaba Kiev con ataques que baten récords. En el Medio Oriente se intensificaron tanto el combate como la diplomacia. Durante todo ello, el presidente estadounidense menos convencional y más amante del caos de todos los tiempos se las arregló para dominar los titulares del mundo.
Respecto a Gaza, el Presidente Trump prometió a los líderes árabes el 23 de septiembre que él no permitiría que Israel anexe ninguna parte de la Margen Occidental. Eso abrió un nuevo capítulo en las conversaciones dificultosas por el fin de la guerra y preparó el camino para una gran iniciativa de paz.
Respecto a Ucrania, el Sr. Trump envió una serie de señales acerca de una postura endurecida contra Rusia que alentó a los ucranianos y desafió a Europa. Al demandar que los europeos impongan sanciones contra Rusia y señalando la voluntad potencial de enviar a Ucrania poderosos sistemas de armas estadounidenses como los misiles Tomahawk mientras elimina cualquier límite acerca de cuán profundo dentro de Rusia podría atacar Kiev, el Sr. Trump ha capturado, al menos retóricamente, el terreno alto en el conflicto de Ucrania. El ha alejado a su administración de sus intentos anteriores por engatusar a Vladimir Putin para que acepte un compromiso de paz.
Ambos movimientos fueron típicos de Trump. Ellos acapararon las luces, manteniéndolo en el centro de la política y drama mundiales. Cambiaron la narrativa, reenmarcando las discusiones tanto por Gaza como por Ucrania. Enfatizaron la estatura de mando del Sr. Trump al contrastar los efectos de sus palabras con la imprudencia chisporroteante de otros jefes de estado. Y no lo comprometieron a nada desagradable ni le costaron nada serio.
El Sr. Trump demostró fuerza y flexibilidad al combinar el apoyo profundo por Israel con las demandas que el Primer Ministro Benjamin Netanyahu abandone cualquier plan de anexar territorio palestino y que llame al primer ministro catarí para disculparse por violar la soberanía de Catar al bombardear a los funcionarios de Hamas allí. El Sr. Trump también presentó la última versión de su plan de paz en evolución. Tras victorias asombrosas contra Irán y sus satélites, Israel es la potencia más fuerte en el Medio Oriente, y la del Sr. Trump es la única voz a la que Israel toma seriamente.
La afirmación del presidente que su plan de paz resolverá miles de años de conflicto en el Medio Oriente puede probar ser optimista. Pero no se puede negar que él ha hecho más progreso que cualquier otro jefe de estado al dar forma a una solución a la guerra de Gaza. Al abrazar a Israel mientras escucha a los líderes árabes, el Sr. Trump ha dado un impulso muy necesario a la diplomacia. Los árabes del Golfo quieren estabilidad y desarrollo económico en la región. Los israelíes quieren paz. El Sr. Trump está haciendo su mejor esfuerzo por proporcionar un marco dentro del cual árabes e israelíes por igual puedan progresar hacia estos objetivos.
El cambio del Sr. Trump respecto a Ucrania y Rusia ilustra su capacidad estilo Houdini de escapar a las situaciones difíciles que atraparían a los políticos convencionales. En un nivel, la política del Equipo Trump de acercarse al Sr. Putin ha fracasado tan decisivamente como el "botón de reinicio" de Barack Obama o la campaña por "estacionar a Rusia" de Joe Biden. En una poco común admisión de error, el Sr. Trump dijo al presidente francés Emmanuel Macron que la relación que él pensó que tenía con el Sr. Putin “no significó nada.”
Cuando el Kremlin respondió a los esfuerzos conciliatorios de Washington con desprecio apenas oculto, el Sr. Trump necesitó un nuevo enfoque. Lo que él ha hecho es cambiar el guión girando hacia los ucranianos.
Pero como pronto advirtieron europeos como el primer ministro polaco Donald Tusk, el nuevo enfoque del Sr. Trump pone la pelota del lado de Europa. Si el apoyo europeo no logra cumplir las altas demandas del Sr. Trump (como imponer aranceles masivos sobre India y China para penalizar sus compras de petróleo y gas rusos), el presidente estadounidense podrá colocar la culpa sobre los débiles europeos—y lavarse las manos y alejarse.
Nada de esto cuesta algo al Sr. Trump. Ni en Gaza ni en Europa el Sr. Trump está enviando tropas ni gastando dinero. Tampoco ha atado sus manos. Tanto en el Medio Oriente como en Europa, el presidente estadounidense puede emprender cualquier acción que quiera.
Estas medidas diplomáticas tanto sobre Gaza como sobre Ucrania fueron, como tanto de lo que hace este presidente, tanto poco convencionales como deslumbrantes. Si la diplomacia fuera ballet, el Sr. Trump sería un Nijinsky. Pero ni siquiera los bailarines más grandes pueden repeler la ley de gravedad. La capacidad del presidente de explotar las ventajas del rol hegemónico de Estados Unidos de América en la política europea y meso-oriental no tiene rival, pero queda por verse el impacto final de su enfoque sobre las bases erosionadas del poder estadounidense.
Su ambición de clasificar como un gran estadista se ha vuelto más clara en su segundo mandato. El se está enfocando más intensamente en los asuntos exteriores de lo que muchos esperaban, y está teniendo un efecto mayor sobre el mundo del que pueden tener figuras políticas más convencionales.
Para lograr sus ambiciones, sin embargo, el Sr. Trump tendrá que hacer más que llegar a los titulares. El tendrá que hacer progreso en los grandes retos que enfrenta el poder estadounidense en un mundo cambiante.
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