Por Jose Maria Aznar
11/2/11
En las crisis, lo viejo está muriendo y lo nuevo no ha nacido. Por lo tanto, las revueltas que estamos presenciando en Egipto y Túnez, que pueden aún extenderse a otros países de la región, están llenas de incertidumbres. Pero nosotros en Occidente debemos posicionarnos por nuestros principios básicos. Como dijo recientemente en Munich la canciller alemana, Angela Merkel, "Cuando se trata de la dignidad humana, no podemos hacer concesiones".
Las revueltas en el mundo árabe pueden llevar a cambios históricos. La gente está cansada de sus autocracias corruptas, que nunca les ofrecieron una vida digna o la esperanza de un futuro mejor. La mayoría silenciosa que el resto del mundo creía que era ignorante y resignada a su suerte le ha dicho al mundo en voz alta y claramente que quiere deshacerse de los viejos autócratas. El poder que las nuevas tecnologías otorga a a las voces de la gente es más fuerte que los dictados de los poderosos.
Qué podemos hacer para convertir el año 2011 en la versión del mundo árabe de 1989, el que trajo la libertad a los antiguos países comunistas de Europa central y oriental? Y qué podemos hacer para evitar que 2011 se convierta en otro 1979, cuando en Irán una autocracia fue reemplazada por una teocracia? Qué papel van a desempeñar las sociedades libres en este momento crucial para el mundo?
El deber de los demócratas debe ser hacer lo que sea necesario para que prevalezca la libertad. Por tanto, debemos apoyar a aquellos que buscan establecer la democracia y la libertad en sus países, donde los hombres y las mujeres tengan igualdad de derechos y dignidad, lo que lleva a la prosperidad y la estabilidad. Y debemos estar igualmente atentos a la posibilidad que estas autocracias sean reemplazadas por regímenes teocráticos que serán hostiles, peligrosos, e incluso más opresivos.
Por demasiado tiempo, la región ha estado atrapada en un círculo vicioso en el cual la autocracia genera corrupción; la corrupción produce pobreza; la pobreza agrava el fracaso social; y el fracaso social destruye las oportunidades de la gente, ayudando a las autocracias a permanecer en el poder. Este círculo vicioso ha sembrado las semillas para la infiltración del islamismo radical como una falsa solución a los problemas de la sociedad.
Si nosotros queremos seguridad, nuestra tarea debe consistir en apoyar la libertad. Los regímenes autocráticos son siempre agresivos, internamente o exteriormente. Como dijo la ex Secretaria de Estado americana Condoleezza Rice en El Cairo en junio de 2005, "Durante 60 años, Estados Unidos ha buscado la estabilidad a expensas de la democracia en el Medio Oriente, y no hemos conseguido ninguna de las dos. Ahora estamos tomando un rumbo diferente. Nosotros estamos apoyando las aspiraciones democráticas de todas las personas."
La mejor manera de poner fin a la amenaza planteada por las autocracias es ayudar a la libertad a prevalecer. El conflicto que estamos presenciando en estos días en Egipto y otros países no es entre civilizaciones o entre sociedades. Es un conflicto que ha tenido lugar dentro de cualquier sociedad que ha tratado de hacer caso omiso de la autocracia a vivir en libertad. Es el mismo conflicto que tuvo lugar en Europa, Asia y, más recientemente, en América Latina. No hay excepciones culturales o religiosas al deseo del hombre de vivir en libertad. Nadie está condenado a ser una excepción estancada en un mundo próspero.
Debemos erradicar el prejuicio que el Islam es incompatible con la democracia. Este prejuicio ha llevado en el pasado a un débil apoyo occidental a los demócratas musulmanes, evitando que sean tan fuertes y tan organizados como sería deseable. Sin embargo, no podemos ignorar el hecho que los poderes que hoy parecen ser los mejores organizados en la región son los del islamismo radical, que tratará de aprovechar la situación para hacer avanzar su propia agenda. Organizarse en pos de la libertad es siempre más difícil que
organizarse contra la opresión.
Hoy en día, aquellos de nosotros que creemos en las sociedades abiertas, en la democracia y en la libertad, tenemos la obligación de ayudar a ver que los cambios que se desarrollan en la región se dirijan en la dirección correcta. En la dirección que conduce al rechazo de la jihad como un instrumento político. En la dirección que lleva a la libertad religiosa, a la democracia pluralista, a la aceptación del derecho internacional, a una apertura al mundo, y al respeto de los derechos humanos universales.
Hoy en día el mundo árabe está observando la ventana a la libertad siendo abierta una grieta. Debemos hacer todo lo posible para asegurar esa ventana bien abierta. Aquellos que ahora están luchando por la libertad deben saber que cuentan con nuestro apoyo.
El Sr. Aznar fue primer ministro de España desde 1996 a 2004.
Fuente: The Wall Street Journal- Esta nota fue traducida por Marcela Lubczanski especialmente para el blog de OSA Filial Córdoba
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