Con el corazón latiendo como un tambor,
hoy las sombras cedieron al resplandor.
Tres almas volvieron, venciendo el temor,
a los brazos que nunca olvidaron su amor.
Bendito Hashem, que en su infinita bondad,
Con sus manos tejió caminos de esperanza,
para que el regreso florezca en confianza.
Que la fuerza les brote como río caudal,
llevándose lejos el eco del mal.
Que encuentren consuelo en el abrazo eterno,
y en sus almas renazca un canto tierno.
Aún aguardamos, con fe en lo divino,
por los demás que siguen su destino.
Bendito Hashem, que nunca abandona,
que cada regreso sea una luz que corona.
Reina Benarroch Garzon
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