Shminí(Levítico 9-11)
El enojo te hace perder lo más valioso
“Moshé preguntó por el macho cabrío del sacrificio expiatorio, pues he aquí que se había quemado y se enojó con Elazar e Itamar, los hijos que le quedaban a Aarón, diciendo: ‘¿Por qué no comieron el sacrificio expiatorio en un lugar sagrado…? Debiste haberla comido en un lugar santo, tal como te ordené’. Aarón le dijo a Moshé: ‘…Ahora que me acontecieron tales cosas [que murieron mis hijos y no han sido enterrados], ¿debo yo comer del sacrificio expiatorio en este día? ¿Dios lo aprobaría?’. Moshé oyó y fue bueno antes sus ojos” (Vaikrá 10:16-20).
Sobre este versículo comenta el Midrash1: “Dice Rav Huna: ‘En tres ocasiones Moshé se enojó y en cada una de esas ocasiones se le olvidó una halajá… una de ellas fue que Moshé olvidó que una persona que está en estado de aninut [una persona que sufrió la pérdida de un familiar cercano por el cual debe estar en luto, pero que aún no empieza el luto porque ese familiar aún no ha sido enterrado] tiene prohibido comer de un sacrificio jatat… Moshé reconoció su error y anunció públicamente ante todo el campamento que se había equivocado: “Me equivoqué en la halajá y vino mi hermano Aarón y me corrigió”.
Vale la pena recordar aquí lo que escribe Rav Moshé Jaim Luzzato en su Mesilat Yesharim2: “Hay enojones sobre los cuales está escrito: ‘Todo el que se enoja es como si negase lo esencial’ y es quien se enoja por cualquier detalle que no se hizo acorde a su voluntad y se llena de furia, a grado tal que su corazón ya no está con él y desaparece su buen juicio… pues la razón ya no lo gobierna”.
Por supuesto que Moshé no llegó a este extremo3, pero sí encontramos en él lo que el Mesilat Yesharim señala: cuando la persona se enoja, pierde la razón y esto es en un sentido totalmente literal.
Rav Shlomo Wolbe cita al Zóhar4 que describe el proceso espiritual que ocurre dentro de la persona que se enfurece: “…destruye su alma sagrada al alejarla de él y la reemplaza por otra alma…”. Cuando alguien se enfurece, pierde la razón y también su alma es reemplazada por un ente espiritual ajeno a él. Recordemos que el alma (la neshamá) se encuentra dentro de la mente humana, por lo que si la persona pierde la razón, también desaparece algo de la neshamá, cuyo lugar es ocupado por una energía espiritual ajena. Toda persona que se ha enfurecido enormemente lo ha experimentado: “su corazón ya no está con él”, es como si se transformase en otra persona, pues ahora hay algo de su parte espiritual que desapareció y es sustituida por otra energía espiritual que no es de él. Por eso la gente usa la expresión “No lo hubieras reconocido” para describir a una persona furiosa. En verdad hay algo dentro de él que no tenía antes, que no era parte de él, que lo transformó en otro individuo.
En el caso de Moshé, se le olvidó una ley que él ya conocía. Moshé olvidó una halajá, pero tuvo la humildad de reconocerlo de inmediato y anunciar públicamente que se había equivocado. En el caso de muchos de nosotros, no sólo olvidamos halajot, sino también perdemos lo más valioso que como seres humanos poseemos: la razón y parte de nuestra alma.
1 Vaikrá Rabá 13:1.
2 Mesilat Yesharim, Capítulo 11.
3 Al fin y al cabo sólo fueron 3 veces en 40 años que Moshé se enojó tanto que se le olvidó una halajá. Ya quisiera cualquiera de nosotros enojarse a este grado sólo 3 veces cada 40 años.
4 Alei Shur, Segundo volumen, página 213.
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