En especial para aquellos, que aun creen que los religiosos, los que no hacen el ejercito, tienen razon y tienen dercho, para los bibistas que aun apoyan a un asesino y oportunista, y para todos aquellos, que nunca vistieron uniforme, por que no quisieron y encontraron la forma de evitarlo
14/04/2025, estoy en la oficina. El teléfono está sonando. Número confidencial. Una voz fría y mecánica habla:
Aunque ya sé lo que sucederá en cuanto toque el número 1, como una oveja que va al matadero, lo hago.
Inmediatamente después de la identificación, la voz mecánica lee el mensaje de rebote genérico y, cuando termina, la llamada simplemente se desconecta.
Se desconecta. Y me deja solo, con el conocimiento de que una vez más, mi vida está en suspenso. Como si nada.
Y poco a poco la comprensión se va filtrando.
Dentro de una semana dejaré todo de nuevo y viajaré a Gaza.
Se suman otros 30 días a los 380 días de servicio de reserva que ya he cumplido desde el inicio de la guerra, de los cuales los últimos 30 los terminé hace apenas dos meses.
Pero no hay tiempo para lamentarse.
El cerebro ya está programado.
En cuestión de segundos comienza a elaborar los discursos (a los padres, directores, amigos) sobre cómo me han llamado de nuevo a la reserva. Cómo la vida se detiene de nuevo. ¿Porque qué más le queda por hacer? Al fin y al cabo, como dicen los comandantes: "Esta es la Orden 8, no presentarse puede dar lugar a un proceso penal en su contra" o "Usted es miembro del personal médico, hay escasez en las FDI y las vidas de los soldados en el campo dependen de usted".
Así que otra vez frente a una madre que llora y dice:
"No puedo dejarte ir." Digamos que papá está enfermo y tu hermano ya está en Gaza. suficiente. "Ya diste suficiente."
Sin saberlo ya había intentado todo para cancelar o acortar el pedido.
Y de nuevo frente a los directivos en el trabajo que dicen:
"Estamos detrás de ti." Se fuerte Te apoyaremos en lo que necesites. “Lo principal es que te cuides”.
Cuando tengamos claro para todos que la experiencia y las oportunidades profesionales que voy a perder, nadie me las va a devolver.
Así que doy los discursos, recibo la preocupación y las palabras cálidas, y cuando terminan, me doy cuenta: eso es todo. Pronto volverá a suceder. La vida de todos continúa... y la mía se detiene.
irónico. Hace apenas un año, me preguntaba inocentemente cómo era posible que la motivación del personal de reserva estuviera disminuyendo, cómo era posible que algunos no se presentaran a cumplir con el servicio.
Hoy, desgraciadamente, los entiendo.
bastante. La mente está cansada. El cuerpo está desgastado.
Llevamos ya ocho rondas oscilando entre la rutina y la emergencia. Casi dos años. Es como si fuéramos marionetas en un hilo y ese fuera su trabajo. Pero no.
No estamos programados para vivir más tiempo en Gaza, Líbano, Jenin y Ramallah que en casa. No estamos programados para las transiciones bruscas entre la adrenalina y el estrés constante y la “calma” y el ritmo cardíaco bajo en casa.
¿Y lo más doloroso?
Quien no lo ha vivido no lo entiende.
Los que no lo han vivido no entienden que la guerra no sólo ronda las fronteras, sino que permanece incluso cuando regresas a casa. Para "calmar".
Ve a explicarle a tu jefe que tu cerebro simplemente decidió que hoy no funciona porque lo único que quiere hacer es mirar la pantalla.
Ve y explícales a tus padres que no quieres venir a Kidush porque lo único que quieres hacer es estar solo bajo la manta.
¿Vas a explicarles a tus amigos que no quieres salir porque te resulta difícil soportar el ruido y ver gente?
Pero todas estas son las explicaciones fáciles… porque la explicación difícil es la que te das tú mismo.
Porque cuando todo aquí está tan fundamentalmente jodido, ¿cómo te explicas a ti mismo por qué tienes que detener de nuevo la carrera de la vida? ¿Por qué estás luchando?
En reserva. En ciudadanía. vivo.
שליחת
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