martes, 12 de agosto de 2025

 FANNY «BOBBIE» ROSENFELD: LA CAMPEONA OLÍMPICA DEFENSORA DEL DEPORTE FEMENINO

Fanny “Bobbie” Rosenfeld (el apodo le vino por su peinado “a lo bob”), nació en 1904 en Ekaterinoslav, entonces Rusia y hoy Ucrania, en el seno de una familia judia.
Se dice que Bobbie destacaba con excelencia en absolutamente todos los deportes menos en natación.
Atletismo, baloncesto, softball, hockey hielo, tenis, lacrosse…
Siendo niña aun, su familia se trasladó a Canadá, de donde ya no se movería y país por el cual la joven lograría sus medallas olímpicas.
Fanny, trabajaba en una fábrica de chocolate, y en cuanto salía de su jornada laboral, se dedicaba a practicar toda clase de deportes.
Un fin de semana podía ganar un campeonato de baloncesto y al siguiente batir récords de atletismo para el siguiente ganar un partido de hockey.
Estaba claro que Bobbie estaba dotada para el deporte, aunque le tocara vivir una época tan poco favorable para el deporte femenino hasta el punto que ni existía ropa deportiva adecuada.
La propia Fanny usaba camisetas de su padre y se sujetaba los pantalones -masculinos- con cuerdas.
El atletismo fue el que le otorgó la gloria olímpica, aunque empezó su dedicación a él de forma meramente casual.
Un día, mientras competía en un campeonato de softball -deporte, todo hay que decirlo, en el que destacaba por su velocidad-, fue “picada” por sus compañeras de equipo para que compitiera en una carrera de 100 yardas que se disputaba en las cercanías. Bobbie acepto el reto y fue vestida aun con todo el equipo de softball… y ganó!!. Mas aun: también batió el récord nacional.
Fue el principio del periplo que le llevaría a la gloria olímpica.
En los años 20 aún no se le permitía a las mujeres participar en atletismo olímpico.
Y fueron esos los años del esplendor de Rosenfeld en esa disciplina deportiva.
En 1925, en el campeonato nacional canadiense ganó en las pruebas de disco, lanzamiento de peso, salto de longitud, vallas y 200 metros, siendo segunda en jabalina y 100 yardas.
Todo ello lo compatibilizaba con el resto de deportes que nunca abandonó, destacando en todos ellos. Tuvieron que llegar los Juegos Olímpicos de Ámsterdam en 1928 para que por fin se permitiera la participación femenina en atletismo y Bobbie Rosenfeld no iba a perder la oportunidad.
Ganó la medalla de plata en 100 metros, vencida en la meta por escasos 46 centímetros por la gran Betty Robinson, que igualó el récord mundial.
Pero a la canadiense no se le escapó el oro en la carrera de relevos 4x100m.
En esa carrera Bobbie partió como primera relevista y el cuarteto acabó logrando un récord mundial que convirtió a las apodadas “Matchless Six” como auténticas heroínas a la vuelta a su país.
Rosenfeld también participó en la carrera de los 800m -donde acabó de quinta- por ayudar a su compañera de equipo Jean Thompson, quien se cayó, y Fanny se puso a correr a su lado para “ayudarla”.
Testigos de la carrera afirmaron que de no haber sido por ese generoso gesto, Rosenfeld muy probablemente hubiese subido al podio.
Consiguió a título individual más puntos que cualquier otro atleta en esos Juegos, fuera hombre o mujer.
Al cabo de menos de un año tras sus épicas actuaciones en los Juegos Olímpicos, a Bobbie Rosenfeld le atacó la artritis, que la postró en la cama ocho meses y la obligó a usar muletas otros doce meses más.
Increíblemente, en 1931 volvió a las canchas de juego, concretamente de hockey en hielo (deporte en el que por entonces se la consideraba, literalmente, una “supermujer”) y softball
(convirtiéndose ese año en la máxima anotadora de su equipo).
Sin embargo, ese espejismo solo duró dos años ya que Bobbie se vio obligada a retirarse en 1933 debido a los avances en su artritis.
No obstante, no podia ni queria separar su vida del deporte, así que la recondujo a otros aspectos no menos importantes.
Al siguiente año se convirtió en la entrenadora del equipo canadiense de atletismo que participó en los Juegos de la Commonwealth y también entrenó a un equipo de softball, realizó labores de administradora de equipos de softball y hockey en hielo en Ontario.
Pero en lo que más destacó, tras su carrera como deportista, fue en su faceta periodística.
Durante veinte años publicó una columna en el periódico “Globe and Mail” llamada “Feminine Sports Reel” donde abogaba por una mayor participación femenina en el deporte y mayores programas de educación física para las niñas en las escuelas.
Todos esos años estuvo cubriendo el deporte femenino, y una vez terminada su labor en esa columna, siguió trabajando casi una década más con esas mismas intenciones.
No debe extrañarnos que la Prensa canadiense premie anualmente a la mejor deportista del país con un galardón que porta el nombre de esta deportista todoterreno.
Tampoco es una sorpresa saber que Bobbie Rosenfeld fuera nombrada en 1950 la Atleta Canadiense de la Primera Mitad del Siglo. Fanny “Bobbie” Rosenfeld ha seguido siendo honrada en su país incluso después de su muerte, acaecida en 1969.

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