lunes, 5 de agosto de 2013
Cómo los franceses filmaron en secreto un campo de concentración en la Segunda Guerra Mundial
Uno de los episodios más extraordinarios relacionados con prisioneros aliados durante la Segunda Guerra Mundial fue recordado recientemente en París.
Habían sido derrotados en la Batalla de Francia y marcharon a los confines del Reich. En 1940, el campo de prisioneros “Oflag 17a” debe haber sido un lugar sombrío, implacable para los 5.000 oficiales franceses que ahora eran prisioneros de guerra.
El campamento estaba en Austria, cerca de la frontera con Checoslovaquia, y había sido construido originalmente para las tropas que participaban en ejercicios militares.
Había 40 barracas, 20 cada lado con un pasillo central. El territorio estaba cercado por dos líneas de alambre de púas y el perímetro iluminado por focos.
Escapar parecía casi imposible. Casi.... y es increíble que podamos verlo ahora.
Gracias a un ingenio extraordinario - y astucia - los hombres filmaron sus intentos.
Este material de archivo, raramente difundido, se llama Sous Le Manteau (clandestinamente). Es tan profesional que alguien podría pensar a primera vista que es una reconstrucción hecha en la posguerra.
De hecho, es un documental de 30 minutos, filmado en secreto por los propios presos. Corriendo el riesgo de muerte, lo grabaron con una cámara secreta construida a partir de piezas que se introducían de contrabando en el campamento, adentro de salchichas. Los prisioneros habían descubierto que los soldados alemanes sólo controlaban el alimento enviado, cortándolo por la mitad. Las piezas contrabandeadas eran escondidas en los extremos.
La cámara que construyeron fue ocultada adentro de un diccionario ahuecado de la biblioteca del campo. El lomo del libro se abría como un obturador. Los carretes de 8mm en los que se almacenaba la película eran clavados en los tacos de los zapatos.
Con ella proporcionaron una idea increíble sobre las condiciones de vida en el campamento. La poca comida que les daban, las búsquedas realizadas sin previo aviso por los soldados alemanes. Ellos filmaron todo, incluso las requisas, bajo las mismas narices de los guardias.
Túnel tras túnel
El lugarteniente Jean-Cuene Grandidier era uno de los presos y parte del “comité de escape”. El mes pasado, celebró su cumpleaños número 100.
"En los primeros días intentamos cavar una serie de túneles en las barracas en la que nos alojábamos", dijo.
"Lo considerábamos como una forma de resistencia. Nunca nos castigaron. Los alemanes parecían aceptarlo, pero no conseguíamos el objetivo. Las distancias hasta el alambrado eran demasiado grandes. Y, en cualquier caso, los guardias siempre estaban atentos. Ellos siempre encontraban los túneles que empezábamos. Descubrían la tierra que retirábamos”.
La película muestra a los prisioneros trabajando en uno de los 32 túneles que fueron excavados durante la vida del campamento.
No estaban sometidos a trabajo forzoso, por lo que una gran parte del día los presos estudiaban. La enseñanza era dirigida por los prisioneros franceses de alto rango, entre los cuales había algunos de los intelectuales más prestigiosos en Francia, y tal fue la alta calidad de los diplomas que enseñaban que muchos de los títulos fueron reconocidos después de la guerra por las autoridades civiles.
Pierre Waedendries, cuyo padre también fue un prisionero en el campo, nos mostró los planos del túnel que finalmente tuvo éxito.
Los alemanes habían permitido a los franceses construir un teatro - conocido como el Teatro de la Verdura. Lo habían decorado con ramas, oscureciendo parcialmente la vista de los guardias. El teatro estaba entre el cuartel y el alambrado, lo que significaba que la distancia que tenían que cavar era ahora mucho más corta.
Palas Vitales
La Cruz Roja Internacional había denunciado que el campo de detención carecía de protección contra ataques aéreos, por lo que los alemanes dieron a los prisioneros palas para cavar sus propias trincheras.
Inmediatamente, comenzaron a cavar dentro del teatro el túnel que eventualmente se extendería por debajo del alambrado.
"Había matemáticos, geólogos, arquitectos", explica Pierre. "Ellos tenían la experiencia que los hombres desnutridos necesitaban. Los prisioneros cavaron un túnel de 90m, lo suficiente como para salir a pocos metros del otro lado del segundo alambrado de púas."
Dentro del campamento había una planificación meticulosa. Confeccionaron ropas de paisanos, que usarían al salir. Otros prepararon los documentos de identidad que necesitarían para evitar ser capturados. Y esta vez la tierra se ocultó dentro de los asientos del teatro.
El 17 de septiembre de 1943 los hombres estaban finalmente listos para escapar. Los alemanes habían cancelado el fin de semana el control numérico de los presos. Un gran grupo salió en la primera noche. La desaparición pasó desapercibida, por lo que a la noche siguiente otro grupo aprovechó para escapar.
"La corta longitud del túnel y el número de personas en el interior, significaba que teníamos que estar en posición fetal", explica Jean. "Había poco aire. Algunos de los hombres se desmayaron y esperamos casi 10 horas para salir, todo el tiempo imaginando lo peor… el pelotón de fusilamiento alemán, que seguramente estaría esperando al final del túnel."
Pero una vez que emergieron, los prisioneros fueron capaces de correr una distancia corta hasta un bosque arbolado que estaba cerca. Cada uno recibió instrucciones de no viajar juntos y viajar en diferentes direcciones.
Invitación alemana
Algunos de los primeros fugados fueron recapturados y devueltos al campo, incluso antes de descubrirse la fuga. De hecho, 126 fueron recapturados dentro de la primera semana. Sólo dos lograron regresar a Francia. Y sólo Jean ha llegado hasta nuestros días.
Para celebrar su cumpleaños número 100 el mes pasado, el extraordinario sobreviviente fue honrado por la ciudad de París. Ya lleva el premio más alto de Francia - la Legión de Honor.
Tras el escape en 1943 pudo llegar a Viena, donde trabajó como enfermero en un hospital. Atendía a los soldados alemanes con enfermedades venéreas. Finalmente consiguió un valioso salvoconducto para pasar un fin de semana… en París. Viajó en un tren con oficiales alemanes - y en el andén de París, uno de ellos se ofreció incluso a llevarlo a su casa, en un coche oficial!
El regreso a casa no fue suficiente para Jean. En pocas semanas se unió a la Resistencia.
“Oflag 17a” fue el primer escape importante de la Segunda Guerra Mundial, pero con implicaciones para todos los intentos posteriores. Significó que en 1944, 50 de los 76 aviadores aliados que escaparon del “Stalag III” de Polonia - que conocemos como El Gran Escape - serían ejecutados por órdenes de Hitler.