Sobre la elección del sadico personaje de la película La Lista de Schindler.
Cuando Ralph Fiennes entró a la sala de audiciones para La lista de Schindler, nadie imaginaba lo que iba a ocurrir, y menos Steven Spielberg.
Fiennes, un actor británico formado en el teatro clásico, de voz suave y modales precisos, no parecía amenazante.
Pero cuando empezó a interpretar al comandante nazi Amon Goeth, algo cambió.
Su respiración se volvió más lenta, su mirada más fría, y el silencio cayó sobre la habitación.
Al terminar, Spielberg no aplaudió.
Simplemente se marchó.
Regresó minutos después, pálido, y dijo:
> “Creo que acabo de encontrarme con el mal.”
Fiennes no quería el papel.
“Le tenía miedo”, confesó años después.
“No quería vivir en la mente de ese hombre.”
Pero Spielberg vio en él una quietud inquietante: la calma que precede a la crueldad.
Durante el rodaje, Ralph llevó el uniforme incluso fuera de cámara.
No por vanidad, sino porque necesitaba “sentir su peso, su fealdad”.
Los sobrevivientes que visitaban el set lo evitaban.
Una mujer rompió a llorar al verlo:
> “No eres tú… es él. Te pareces demasiado.”
Su interpretación fue magistral, pero le dejó cicatrices.
“Me repugnaba lo fácil que la crueldad puede aparecer”, dijo. “Me acompañó durante años.”
Hollywood intentó encasillarlo como villano sofisticado, pero él se negó.
“El misterio es el único poder que le queda a un actor.”
Así saltó del monstruo al amante, del poeta al asesino, del espía al sacerdote.
Hasta que llegó Lord Voldemort.
Al principio se rió de la propuesta:
“No me gusta la fantasía.”
Solo aceptó cuando comprendió cómo darle veracidad
> “No quería una caricatura. Quería que se sintiera como si la muerte hubiera aprendido a caminar.”
Estudió serpientes para aprender a moverse, habló como quien respira a través del cristal.
Daniel Radcliffe dijo:
> “Cuando Ralph entraba al set, no se necesitaban efectos especiales; el aire simplemente se congelaba.”
Fuera de cámara, Fiennes es lo opuesto a sus personajes.
Escribe poesía, evita los teléfonos y busca silencio.
> “La fama es ruido. Prefiero el silencio.”
Ralph Fiennes no interpreta al mal.
Lo desmenuza, lo comprende y lo devuelve al público envuelto en humanidad.
Porque el verdadero horror, como él mismo demostró,
no grita.
Susurra.
Datos Historicos

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