domingo, 4 de agosto de 2013

¿Por qué Múnich si y Buenos Aires no?

Múnich 1972 Buenos Aires 1992. Igual atentado distinta definición Aunque puede considerarse innecesario, deseo destacar que como cada vez que publico un artículo bajo mi nombre, éste nada tiene que ver con las entidades a las cuales pertenezco como dirigente y que lo escrito es mi punto de vista personal y soy único responsable de lo expuesto. Este fin de semana se recordará nuevamente las víctimas mortales del terrible atentado ocurrido durante los Juegos Olímpicos celebrados en Múnich, Alemania en 1972. Como se recordará en aquella oportunidad la delegación que representaba al Estado de Israel sufrió un atentado que provocó muchas víctimas y que fue perpetrado por un grupo de terroristas palestinos apoyados logísticamente por elementos neo nazistas locales. Cuenta así Wikipedia los acontecimientos: “El 4 de septiembre, los atletas israelíes habían estado disfrutando de una salida nocturna por la ciudad, antes de regresar a la villa olímpica. Hacia las 4:40 del día 5, mientras los deportistas dormían, ocho miembros del grupo terrorista palestino Septiembre Negro, vestidos con chándal y llevando pistolas y granadas en bolsas de deporte, escalaban la verja de dos metros que rodeaba el complejo. Fueron ayudados por deportistas del equipo estadounidense que desconocían su verdadera identidad y que creían que, como ellos, querían acceder furtivamente a sus apartamentos tras una noche de diversión. El entrenador del equipo de lucha, Moshé Weinberg, de 33 años, oyó un ruido tras la puerta del primer apartamento, observando que alguien abría ligeramente la puerta, se abalanzó sobre ésta dando un grito de alerta, mientras intentaba cerrarla forcejeando con los terroristas. En la confusión, nueve atletas pudieron escapar, y otros ocho se ocultaron. El luchador Joseph Romano, que en ese momento volvía de comer en un restaurante, agarró el arma a uno de los terroristas, pero resultó muerto por un disparo. Asimismo, Moshé Weinberg fue asesinado cuando intentó atacar a uno de los asaltantes con un cuchillo de fruta. Tras la muerte de éste, los terroristas tomaron como rehenes a nueve integrantes del equipo: David Berger, Ze'ev Friedman, Joseph Gottfreund, Eliezer Halfin, Andre Spitzer, Amitzur Shapira, Kehat Shorr, Mark Slavin y Yakov Springer. Posteriormente se divulgó que los secuestradores eran fedayines palestinos de los campos de refugiados del Líbano, Siria y Jordania. Eran Luttif Afif (el jefe del grupo; tres de sus hermanos eran también miembros de Septiembre Negro, dos de ellos en prisiones israelíes), Yasuf Nasal, Afif Abmed Hamid, Khalid Jawad, Ahmed Chic Thaa, Mohammed Safady, Adnan Al-Gashey y su sobrino Jamal Al-Gashey. El grupo exigía la liberación de 234 palestinos presos en cárceles israelíes y dos más encarcelados en Alemania, así como su traslado seguro a Egipto. La respuesta de Israel fue inmediata y contundente: no habría negociación. Las autoridades alemanas, bajo la dirección del canciller Willy Brandt y el ministro del Interior Hans-Dietrich Genscher rechazaron el ofrecimiento por parte de Israel de enviar un grupo de fuerzas especiales de su país”. Por ese entonces era Primer Ministro la Sra. Golda Meir y conociendo su postura y los antecedentes no se iba a negociar con los terroristas ni se liberaría a ningún prisionero. Corrian otras épocas y no se liberaban presos con las manos manchadas en sangre como premio previo para sentarse a la mesas por conversaciones de paz. Luego de los acontecimientos narrados sigue Wilkipedia: “El 5 de septiembre, la entonces primera ministra de Israel, Golda Meir instaba al resto de naciones a reprobar el bárbaro acto criminal. El ataque fue ampliamente condenado por todo el mundo, incluidos significativos personajes árabes como el rey Hussein I de Jordania. Las autoridades alemanas encarcelaron a los tres terroristas supervivientes y crearon la unidad antiterrorista GSG9 para dar una respuesta contundente en futuras acciones de rescates de rehenes. El 9 de septiembre, la fuerza aérea israelí bombardeó como respuesta las bases de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) en Siria y Líbano, ataque que fue reprobado por el Consejo de Seguridad de la ONU. Asimismo, una resolución de la ONU de condena de los hechos de Múnich, amparada por los Estados Unidos, fue rechazada. El 29 de octubre, un avión de Lufthansa fue secuestrado, exigiendo los terroristas la liberación de los tres integrantes de Septiembre Negro presos en cárceles alemanas. Sus reivindicaciones fueron atendidas por las autoridades germanas. Los hechos acaecidos en Múnich traerían consigo una espiral de violencia por parte de Israel, con el fin de dar caza a los supuestos responsables del acto terrorista. Tras el ataque a la villa olímpica y la posterior liberación de estos tres terroristas, Golda Meir y el Comité de Defensa Israelí dieron órdenes secretas al Mossad de matar, dondequiera que se encontrasen, a los once hombres de Septiembre Negro y del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP) que planificaron y organizaron la matanza de los atletas israelíes. Para ello, el servicio secreto israelí creó una unidad encubierta que sería ayudada por las células de información israelíes instaladas en Europa. Esta misión se conocería más tarde como Operación Cólera de Dios (o de Mivtzah Za'am Hael en hebreo). Gracias a la información capturada a la OLP, y a la facilitada por los servicios de inteligencia europeos aliados, el Mossad elaboró una lista de objetivos encabezada por Wael 'Aadel Zwaiter, un miembro sospechoso de pertenecer a Septiembre Negro y que representaba oficialmente a la OLP en Italia, quien sería asesinado el 16 de octubre. La muerte de Zwaiter fue seguida de atentados mediante cartas bomba, que no causaron víctimas mortales, contra representantes de la OLP en Argelia y Libia, contra palestinos en Bonn (Alemania) y Copenhague (Dinamarca), y contra un representante de la Cruz Roja en Estocolmo (Suecia). El 8 de diciembre, el representante de la OLP en París (Francia), Mohammad Hamshiri fue asesinado mediante una bomba activada por control remoto, la cual estaba instalada debajo de su escritorio. En los tres meses siguientes, cuatro integrantes de la OLP y la FPLP fueron asimismo asesinados en Chipre, Grecia y París. El 9 de abril de 1973, Israel lanza la operación Primavera de Juventud en Beirut, (Líbano). Los objetivos eran Mohammad Yusuf al-Najjar (Abu Yusuf), Kamal Adwan y Kamal Nasser, todos ellos importantes dirigentes de la OLP. Un grupo de comandos israelíes desembarcó en una desierta playa del Líbano, dirigiéndose posteriormente a Beirut, donde acabaron con la vida de los tres palestinos, cuatro civiles libaneses, tres turistas sirios, un italiano y dejando 29 personas más heridas. A continuación, explotaron el cuartel general del FPLP en la ciudad y una fábrica de explosivos de Al Fatah. El 28 de junio de 1973, el argelino Mohammad Boudia, encargado de las operaciones de Septiembre Negro en Europa, fue asesinado mediante un coche bomba en París. El 21 de julio de 1973, tuvo lugar el conocido como asunto de Lillehammer. Un equipo de agentes del Mossad mató en Lillehammer (Noruega) a Ahmed Bouchiki, un marroquí sin relación alguna con los hechos acaecidos en Múnich, después de que un informador del Mossad le confundiera con Ali Hasan Salameh, integrante de Septiembre Negro. Cinco agentes del servicio secreto israelí, incluyendo dos mujeres, fueron capturados por las autoridades noruegas, siendo juzgados y encarcelados. Posteriormente serían liberados y expulsados a Israel. El 22 de enero de 1979, el servicio secreto israelí daría finalmente con el paradero de Salameh, asesinándole con un coche bomba. Mohammed Daoud Oudeh alias Abu Daoud (de quien se dice que fue el que concibió la acción) murió en el Hospital Al-Andalus de Damasco (Siria), el 3 de julio de 2010 por Insuficiencia renal”. Entonces hago yo mi siguiente reflexión. Si se actuó así ante este acto, por qué no seguir un procedimiento parecido para con los autores de los atentados a la Embajada de Israel y la Amia en Buenos Aires. En un caso se atentó directamente contra el Estado de Israel. Todos sabemos que las embajadas forman parte de los territorios de los países que representan. Consecuencia se atentó contra Israel. Luego se atenta contra el edificio más importante de la colectividad judía argentina y se provocan 85 víctimas fatales, judíos y no judíos, y un número considerables de heridos y hoy todavía nos reunimos pidiendo justicia sabiendo que es casi imposible que se logre por medios legales tomando en cuenta las circunstancias que rodean ahora las relaciones entre Argentina e Irán. Hace 26 años llegué a Israel y presuroso fui a solicitar el Pasaporte Israelí. Guardé el argentino en un cajón y cada vez que tengo que salir del país viajo con el de Israel. Soy argentino por nacimiento, pero israelí por convicción. Hoy día, y viendo los acontecimientos, me pregunto si tengo que sentirme tan orgulloso de mi actual pasaporte. Me persigue una gran pregunta a la que no le encuentro solución. ¿Son menos importantes los asesinados en un país latinoamericano que los masacrados en Europa? De todo corazón quisiera conocer la respuesta. Hace tan solo un mes, nuestro Primer Ministro dijo en la Kneset, al conmemorarse el aniversario del rescate de Entebe, que Israel tiene un brazo largo y que sus enemigos serán encontrados, se encuentren donde se encuentren. Espero sepa cumplir su promesa. No me mueve un sentido de venganza. Sólo el de justicia. Cuando la justicia no se cumple, hay que “ayudarla un poquito”. Las víctimas de la Masacre de Munich (Moshe Weinberg, Yossef Romano. Ze'ev Friedman, David Berger, Yakov Springer, Eliezer Halfin, Yossef Gutfreund, Kehat Shorr, Mark Slavin, Andre Spitzer y Amitzur Shapira pueden dormir en paz. Se hizo justicia. Es de desear que dentro de muy poco los asesinados en Buenos Aires puedan también descansar en paz. Cr. Víctor Vaisman