domingo, 12 de julio de 2015

¿Que se maten entre ellos?

 

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La irrupción del Estado Islámico, hasta convertirse en una de las mayores amenazas para la estabilidad de Oriente Medio y la seguridad de Occidente, ha hecho saltar por los aires la política tradicional de EEUU en la región. Viejos enemigos combaten juntos ahora para erradicar la amenaza del califato terrorista. Es lo que Jonathan Schanzer denomina en este artículo el“efecto Daesh” (acrónimo en árabe del Estado Islámico). Sin embargo, esta conjunción de fuerzas adversarias en un objetivo común no es, ni de lejos, la solución a los problemas de fondo de Oriente Medio. 
El ascenso meteórico de Daesh, un grupo cuya amenaza para Occidente no ha sido todavía comprendida del todo, ha puesto patas arriba las políticas antiterroristas americanas y alterado las de otros países significativamente. A primera vista, como consecuencia del miedo saludable a un conflicto con un enloquecido culto a la muerte. De hecho, el rechazo a entrar en otra guerra en Oriente Medio con otro grupo extremista podría ser un gesto de prudencia. Que las fuerzas antioccidentales luchen entre sí puede que no sea la peor cosa del mundo. Pero el Efecto Daesh ha llevado a los responsables políticos a participar en una especie de gimnasia mental. Sentarse a mirar no es una política permanente viable.
Yaakov Lappin explica en The Jerusalem Post la manera en que la organización terrorista palestina que controla Gaza se relaciona con grupos vinculados al EI: mientras en la Franja hostiga a los salafistas, en la península del Sinaí colabora con la franquicia local del EI.
Hamás gana en esta relación tener acceso al lado egipcio de Rafá, con lo que puede continuar con el contrabando y evitar el bloqueo de seguridad egipcio e israelí. También podría utilizar esta asociación para facilitar los ataques a territorio israelí desde fuera de Gaza, como los ataques con cohetes contra Eliat desde el Sinaí.
De acuerdo con las fuerzas de seguridad israelíes, la relación está basada en el oportunismo puro. Las organizaciones son ideológicamente hostiles entre sí y, de hecho, se avergüenzan de esta cooperación.
Un año después de la operación Margen Protector, desarrollada por el Ejército israelí contra los terroristas de Hamás, la población gazatí sigue malviviendo a causa del retraso en las tareas de rehabilitación de las viviendas dañadas durante el conflicto.
Los donantes internacionales que participaron en la gran conferencia para la reconstrucción que tuvo lugar el 12 de octubre de 2014 en El Cairo no han llegado a desembolsar las cantidades prometidas –con alguna excepción como las (…) de Turquía y Qatar– y da la impresión de que así va a seguir siendo, al menos durante los próximos meses. La reciente disolución del gobierno de unidad nacional entre las fuerzas mayoritarias en Cisjordania y Gaza, Fatah y Hamas, respectivamente, ha hecho que si las perspectivas de reconstrucción eran pocas ahora sean prácticamente nulas. “Además algunos de los materiales que ya están aprobados y que el dinero está ahí, pasan por un proceso muy pesado de aprobación relacionado con los materiales de doble uso (cemento, hormigón o el hierro que puedan ser aplicados a uso militar)”, explica María José Torres de la OCHA [Organización de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios].
La única esperanza de los gazatíes radica ahora en unos recientes rumores que aseguran Hamas ha abierto un canal de negociaciones secreto con el Gobierno israelí y que su dirección en el exilio estaría dispuesta a firmar una tregua para los próximos cinco años. Aunque muchos se muestran escépticos al respecto, en Gaza sueñan con ello para poder reconstruir sus viviendas y sus vidas.
La BBC explica en este reportaje las claves del programa Aarhus, con el que el Gobierno danés trata de impedir el flujo de jóvenes musulmanes a Siria e Irak para incorporarse al terrorismo yihadista. Del éxito de este programa hablan las cifras: 30 daneses viajaron en 2013 a Siria, por uno solo en 2014 y otro más en lo que va de año.
El modelo aplica tanto prevención como cura. En algunos casos ofrece oportunidades a los jóvenes que regresan de Siria de reintegrarse a la sociedad danesa, mientras no hayan cometido un delito en el exterior. En otros casos, provee consejería para aquellos que tienen intención de ir a Siria y los persuade a no viajar.
Los esfuerzos para prevenir la radicalización entraron en efecto en 2007. Las preparaciones para lidiar con los eventos en Siria empezaron a mediados de 2013.
Una red extensa que incluye a los padres de familia, trabajadores sociales, maestros, trabajadores de clubes juveniles, voluntarios y policías sirve para alertar sobre un posible joven que esté en peligro de radicalizarse.
Se provee asesoría individual para personas que intentan viajar a Siria y, en algunos casos, se les asigna un mentor. Los padres de estos jóvenes participan en grupos de autoayuda

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