EL SIGNIFICADO DE LA PASCUA DE UN PUEBLO EN GUERRA
La guerra, aunque Hezbola y los hutíes están debilitados, todavía está, en Pesaj, en el calendario judío, cuando se delinea la esperanza de un mundo de renacimiento.
Por Fiamma Nirenstein
Abril 12, 2025
traducida por Marcela Lubczanski<
«En toda generación alguien se levanta para nuestra destrucción, pero Di-s y el espíritu de nuestros combatientes siempre nos salvarán». Repite también esto el «seder» de Pascua, Pesaj, o uno de los ritos más antiguos de la historia de la civilización, en medio de otras mil verdades eternas: recuerda, recuerda siempre quien fuiste para saber quien eres, fuimos esclavos y hoy es como si tu hubieses salido de Egipto. «Hijos de la libertad», debemos comportarnos sin perder más de vista lo que fuimos, repite el texto de la Hagadá, en la cual se narra la historia de cómo Moisés llevó al pueblo hebreo fuera de Egipto hacia la libertad práctica y conceptual no sólo de los suyos, sino del mundo.
La libertad, la ética, las sociedades democráticas sobre las cuales se basan ellas, definirán nuevos límites gracias a la Torah, la Biblia, cuando Moisés en el desierto recibirá los diez mandamientos en los cuales vivimos hoy. Esta noche en torno a la mesa las familias judías traen consigo el dolor y expectativas junto con la inmensa determinación de superar también esto: «hemos superado al Faraón, superaremos también esto», dice el texto mientras se parte el pan ácimo que recuerda cómo se abrió el mar para el más loco de los milagros, y sumergió al ejército egipcio. Y todos los judíos del mundo con los hombres de buena voluntad advertirán el vacío y rezarán juntos por el retorno de los raptados y por los soldados que combaten en Gaza por ellos y por derrotar definitivamente a un enemigo cuyo odio por los judíos no tiene límites en ninguna negociación. Mientras se beben las cuatro copas del rito, por un lado, se piensa en la negociación fatal y nuevísima entre los estadounidenses e iraníes que debería, tal vez, llevar a un acuerdo para la destrucción de las estructuras nucleares, o al choque inevitable, si el poder mesiánico y brutal de los ayatolas no abandona el plan repetido hasta la obsesión de destruir Israel y el mundo occidental. Por otro lado, se intenta, siempre en las horas de Pesaj, bloquear un camino mortal de colisión con Erdogan, el premier turco que ahora busca una base fija en Siria para tomar posesión de una terraza que le de un poder inusitado de amenaza sobre Israel.
La guerra, incluso si Hezbola y los hutíes están debilitados, continúa, en Pesaj, en el calendario judío mientras se dibuja la esperanza de un mundo de renacimiento. Los israelíes asesinados el 7 de octubre y los soldados fallecidos han superado los dos mil muertos en un año y medio, una cifra enorme para diez millones de habitantes. Las historias de increíble valor que salen a la superficie todos los días, de jóvenes que han escrito a los padres o a su amada cartas en las cuales la consciencia, a veces la certeza final, de arriesgar la vida está unida a la voluntad invencible de no querer renunciar a este honor, es algo único en la historia moderna. El rechazo que ellos combaten no es sólo el odio a Israel, sino al mundo judío en su conjunto: la agresión del antisemitismo político representa un peligro vital para todos los judíos, per hoy, al contrario que en el pasado, tiene enfrente a los jóvenes leones de Israel.
El 96% de los judíos del mundo, escribe Nathan Sharansky, celebran el seder de Pesaj sentados a la mesa de la tradición a pesar de la guerra. Desafiaron a la tempestad. No renunciaremos más. Hemos superado al faraón, superaremos también esto.
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