viernes, 21 de noviembre de 2025

DE ARUTZ SHEVA

 DIEZ AÑOS DESPUES, LOS TERRORISTAS DEL BATACLAN ESTAN GANANDO

Ellos no han ganado en un guerra, pero han cambiado el campo de batalla: ya no más las calles, sino nuestras mentes.

Por Giulio Meotti
Noviembre 14, 2025


Rioting in France

De los registros de tribunales.
Stade de France:
"Contra la puerta del estadio hallamos un hueso. Trozos de carne humana, una mano. Luego lo que pudo ser un brazo y restos de carne. En la Calle de l’Olympisme, un dedo."
Luego la foto de Manuel Colaço Dias, la primera víctima de los ataques. Su cuerpo tenía "once tuercas de metal, incluida una en el pulmón que le causó la muerte."
Siguiente parada: Le Carillon y Le Petit Cambodge, dos restoranes en el centro de la ciudad.
“No es una escena del crimen, es una zona de guerra.” Cuerpos sobre la calzada, demasiados para contar, formando una “masa sin forma.” En algunas víctimas fueron encontrados los documentos de otras. “Este tipo de error ocurrió porque las personas cayeron unas sobre las otras. Lo único que podías escuchar eran los teléfonos de las víctimas sonando.” Cientos de casquillos de Kalashnikov. “En una víctima encontramos 36 disparos, 22 en otra, 14 en una tercera."
Finalmente: el Bataclan.
Un mar de sangre roja sin vida. Noventa muertos en treinta y dos minutos. Setenta y uno dentro del Bataclan, cuarenta y cuatro de ellos al pie del escenario. Otros afuera.
Son las 10:15 p.m. La Brigada de Intervención Rápida (BRI) entra al Bataclan. “Había 500 o 600 personas en el suelo, ningún ruido, sólo gemidos," recuerda Jay, con la mirada perdida. Las luces del escenario aun estaban encendidas, inundando la sala con una luz blanca intensa. "La imagen era surrealista. Eso fue lo primero que vimos.”
Luego Kader: “Es atroz. Es una tumba masiva. Lo que yo ví parecía una escena bélica. Como las que ves en la televisión o en los libros de historia. Pensé en el Holocausto... todos esos cuerpos apilados unos encima de otros."
Y nuevamente: “cráneos destrozados,” “rostros irreconocibles,” y “fragmentos de dientes y huesos.”
Oficial de la policía judicial, Patrick: “Era como el sitio de un accidente de avión. Estábamos caminando a través de sangre coagulada, pedazos de dientes, teléfonos que vibraban, carteras de mano, mochilas. Cuerpos, cuerpos, cuerpos. Cuerpos embrollados entre sí." 
Las fotos muestran un baño donde el techo había sido destrozado por personas que querían escapar del piso superior. "El foso era la zona más espantosa, la más ensangrentada, con 41 víctimas. Entre ellas, rostros irreconocibles, dientes explotados." 
En los baños cercanos al foso, grandes manchas de sangre mostraban que las víctimas habían intentado refugiarse allí. "El verde-azul de los azulejos había desaparecido bajo la sangre roja. Una atmósfera oscura y fría, con una luz blanca que hacía que todo se vea pálido y daba la sensación de una catedral." 
Guillaume Valette nunca recuperó la paz interior. Sobreviviente de Bataclan, él se colgó en su habitación en la clínica psiquiátrica donde estaba siendo tratado. El tenía 31 años de edad.
Como Fred Dewilde, un doctor e ilustrador que no tuvo tiempo de escapar - y nueve años después se quitó la vida.
Hoy se cumplen diez años de ese acontecimiento histórico en la historia occidental. Toda generación, a su manera, hereda un trauma. El Bataclan es el trauma de los europeos que entendieron.
Y diez años más tarde, ¿quién está ganando?
De acuerdo con Jean Szlamowicz - los terroristas.
“La estrategia del terrorismo islámico siempre se despliega en dos fases. Primero, la violencia en sí constituye una victoria inicial, derivada del placer puro de descargarla. Luego viene la victoria a largo plazo: la intimidación, el miedo, y la demostración de fuerza que crea. Una vez que la posibilidad de la violencia ha sido internalizada, uno vacila en descargarla.
"El apaciguamiento, y por lo tanto la renuncia a la fuerza, es ahora la respuesta política al riesgo de violencia. Esto equivale a un discurso de miedo y sumisión, revelando una incapacidad de enfrentar la fuerza con fuerza. Como un símbolo, la erupción de la violencia en una sociedad pacífica y que busca la comodidad, es profundamente desestabilizadora. Provoca varias reacciones (negación, ansiedad), pero por sobre todo plantea la cuestión de su aparición como un problema social que desafía a la sociedad entera.
"Como una señal, el acto terrorista entra al debate público y, a través del discurso que genera - ya sea disculpatorio, condenatorio, o analítico - ya empieza a normalizar las cuestiones que plantea. Sabemos cuan habilidosos son los ideólogos islamistas en volver en nuestra contra nuestra propia forma de pensar - la de los Derechos Humanos - llevando a la auto-victimización, la cual a su vez justifica la marginalización cada vez más alentada por los representantes religiosos, quienes describieron a los que rechazaban la integración basada en los valores y principios republicanos como víctimas de un sistema supuestamente intolerante.
"Nunca los vimos salir a las calles gritando ‘¡Abajo el Islamismo!’ A esta realidad se sumó el inesperado apoyo interno de una parte de nuestra clase intelectual y política, que vió en la historia colonial la fente de todo mal. En lugar de un mecanismo de defensa claro y masivo, después del 13 de noviembre hubo una dilución discursiva, en la cual algunas corrientes de opinión minimizaron la violencia y se las arreglaron para revertir la agresión a través de una narrativa en la cual la víctima se convierte en el perpetrador y el islamismo se convierte en el resultado de la islamofobia.
"El Islam político ahora ve una oportunidad de infiltrar la maquinaria del poder democrático a través de elecciones para promover su programa. La ansiedad puede ser suavizada por la cobardía: la consigna ‘No tendrás mi odio’ permite a la gente fingir asumir un camino moralmente superior, soberano, y aparentemente valiente. En realidad, es una negación que nos permite evitar enfrentar la realidad fingiendo que la evasión es una forma de fuerza. Vimos muy pocos movimientos proclamando una identidad específica, aparte de la afirmación consumista que debemos seguir disfrutando de las terrazas de las cafeterías."
Entonces, en cierto sentido, François Hollande tiene razón cuando dice hoy: “El terrorismo es un veneno lento; sus efectos se sienten mucoh después de los actos horrorosos que produce."
Diez años después de los ataques en París, Gilles Kepel dice a Le Figaro, “ellos están ganando la batalla cultural.”
Ellos no han ganado como los terroristas esperaban - no por medio de la conquista territorial, sino en una forma más sutil, más nefasta, y más perdurable. Ellos no han ganado la guerra, pero han cambiado el campo de batalla: no más las calles, sino nuestras mentes.
Mirando a las miles de multitudes durante estos últimos dos años concentradas en apoyo del terrorismo islámico- ¿Quién está ganando?
Uno de cada dos docentes ahora se auto-censuran. ¿Quién está ganando?
Diez años después de Bataclan, hay 120 personas en Francia bajo protección policial debido a amenazas islamistas. ¿Quién está ganando?
Los terroristas que atacaron París usaron el sistema de bienestar social europeo para financiar los ataques. En efecto, nosotros pagamos por esa masacre.
El principal perpetrador sobreviviente del ataque, Salah Abdeslam, es mantenido ahora en Fleury-Mérogis, la prisión de máxima seguridad de Francia. Televisión satelital, email y visitas, libros de la biblioteca, dos horas diarias de recreación, y un gimnasio privado. Un tratamiento con el que la mafia italiana en virtud del artículo 41-bis del régimen penitenciario, sólo puede soñar. Le Point revela que incluso fue instalada una máquina de remo en una celda al lado de la suya para que él pueda entrenar.
Libération, no yo, describió su encarcelamiento como un "club de vacaciones.” Como si eso no bastara, un juez ordenó al estado francés compensar a Abdeslam por videovigilancia ilegal durante la detención. Su familia en Molenbeek, el distrito islamista de Bruselas, fue relocalizada por las autoridades a otra unidad de vivienda pública.
¿Quién está ganando?
“Bataclan ya no es más el nombre de una sala de conciertos, sino el de una batalla mítica, como la Batalla de Badr, la primera batalla victoriosa de Mahoma contra los idólatras de La Meca," dijo Boualem Sansal a Le Figaro tres años después de los ataques. "Pobre Hollande, no entendió que tenía que aplastar el simbolismo de ese acto en su nacimiento. Con sus lamentos bajo la lluvia, él dio a Francia la imagen de una nación derrotada."
El gran Sansal - liberado ayer gracias a la mediación alemana - escribió la novela El Tren de Erlingen, inspirada precisamente por los ataques al Bataclan en París (los grandes novelistas deberían ser leídos, tanto como defendidos cuando terminan en la cárcel). 
Sansal cuenta la historia de Ute Von Ebert, heredera de un imperio industrial. Ella vive en Erlingen, bastión de la alta burguesía- el arquetipo de la fantasía centroeuropea, una ciudad alemana típicamente limpia y próspera. En cartas a su hija Hannah, quien se mudó a Londres, Ute describe la vida en una ciudad sitiada por un enemigo desconocido al que ella llama "los siervos," porque han elegido someterse a la ley divina.
La gente de Erlingen está esperando un tren para evacuar. Pero nunca llega. Los líderes de la ciudad emiten mensajes tranquilizadores, pero están en realidad planeando su propio escape. Ute terminará su vida en Saint-Denis, “la tierra de los salvajes.”
Sansal describe un mundo colapsando y apegado a sus últimas certezas materiales:
“La seguridad social, vacaciones pagas y todo el resto - es el cáncer de las naciones civilizadas; nos hace débiles. La libertad y la paz nos han hecho diablos pobres y atemorizados, preparados para toda cobardía, mientras el odio a la vida, a la libertad y a la paz ha dado a nuestro enemigo malvado el gusto por la eternidad y la omnipotencia y la determinación para obtenerlas por cualquier medio. Qué tragedia fue pensar que el sometimiento sería una solución satisfactoria para nosotros." 
Hoy llega la noticia que (como otras ciudades alemanas) Magdeburgo, donde hubo un ataque terrible hace un año, ha cancelado su mercado navideño. La razón: “Si un mercado navideño es considerado un potencial blanco del terror, entonces todo festival urbano se vuelve una fuente de amenaza. Impedir los actos terroristas es la responsabilidad del estado y la policía, no las municipalidades.”
Verdaderamente, sin retórica me pregunto: diez años más tarde - ¿Quién ha ganado?
Giulio Meotti  es un periodista italiano de Il Foglio y escribe una columna quincenal para Arutz Sheva. El es el autor, en inglés, del libro "Una Nueva Shoah", que investigó las historias personales de las víctimas israelíes del terrorismo, publicado por Encounter y de "J'Accuse: el Vaticano Contra Israel" publicado por Mantua Books, además de libros en italiano. Sus escritos han aparecido en publicaciones, tales como el Wall Street Journal, Gatestone, Frontpage y Commentary.

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