jueves, 14 de noviembre de 2024

DE COURAGE MEDIA

 EL POGROM EN AMSTERDAM

traducida por Marcela Lubczanski
Por Ayaan Hirsi Ali
Noviembre 8, 2024

“¡Globalicen la Intifada!” es una de las consignas de las organizaciones pro palestinas en Estados Unidos. Ahora vemos lo que significa cuando un pogrom brutal golpea las calles de Amsterdam. Sólo ponderen esta descripción de los acontecimientos en la ciudad holandesa más grande anoche:
Lo que sabemos hasta ahora es que los aficionados [de Maccabi Tel Aviv] fueron emboscados, se informa que seis están desaparecidos, los atacantes estaban armados con palos y cuchillos, los israelíes fueron arrojados a los ríos y atropellados por coches, sus pasaportes fueron robados y publicados online, los padres que estaban caminando con sus hijos fueron atacados por turbas, las mujeres fueron golpeadas en las calles, muchos golpeados hasta quedar inconscientes, dos aviones de emergencia han sido enviados desde el aeropuerto Ben Gurion para evacuar a los ciudadanos inmediatamente, las autoridades locales están desbordadas...
Esto no fue una parte de la masacre del 7 de octubre. Esto fue el período posterior inmediato de un partido de fútbol entre Maccabi y Ajax, uno de los principales clubes de fútbol de Amsterdam. El informe de mi amigo continúa:
… los servicios médicos no están disponibles ya que las autoridades locales han perdido el control de la ciudad donde miles de migrantes musulmanes desperdigados por Amsterdam están perpetrando estos ataques, irrumpiendo en los hoteles, disparando dispositivos incendiarios a través de ventanas y quemando banderas israelíes.
Conozco bien Amsterdam. Durante muchos años viví en los Países Bajos, incluida La Haya, que está a apenas 36 millas de distancia. Lo que sucedió anoche no es sorprendente para mí. He pasado más de 20 años advirtiendo a los europeos y estadounidenses de las probables consecuencias de la migración a gran escala desde países de mayoría musulmana, especialmente cuando es combinada con políticas ingenuas de multiculturalismo, en lugar de integración y asimilación.
Pero en un aspecto estoy perpleja. Seguramente, el gobierno en La Haya y la alcaldesa de Amsterdam siguieron los procedimientos operativos estándar en vigencia para tal evento deportivo de alto riesgo. Se por la experiencia que incluso para eventos más chicos—a veces involucrando a no más de un individuo visitante o a un puñado de gente—las así llamadas evaluaciones de amenazas son llevadas a cabo por un equipo elaborado de agencias de inteligencia.
La seguridad para eventos de alto perfil es planificada metódicamente siguiendo manuales detallados que han funcionado bien durante décadas. Piensen en la Competencia de Canciones Eurovision anteriormente este año en Malmö, en Suecia, que fue un blanco para miles de manifestantes de toda Europa debido a la participación de Israel. Aun cuando Malmö es hogar de algunos de los islámicos más antisemitas del mundo, ese evento fue llevado a un final ordenado.

La historia en Amsterdam es la captura de la ciudad por parte de los islámicos, quienes ahora viven allí en tales números que se pueden sentir lo suficientemente confiados para llevar a cabo un ataque organizado contra los judíos israelíes. Pero cuando yo digo "la captura de la ciudad," quiero decir algo bastante específico. Quiero decir la captura del aparato de seguridad interna de la ciudad.

Empecemos con las realidades demográficas de Países Bajos hoy. Hoy hay 1.170.000 musulmanes en los Países Bajos, cerca del 7% de la población, de acuerdo con Pew Research, comparados con apenas 30,000 judíos. Para el 2050 la parte musulmana estará por encima del 9%. Habrá 20 veces tantos musulmanes como judíos. Todavía, los musulmanes serán una minoría. La mayoría de los holandeses serán blancos, descendientes de cristianos, aun cuando ya no más observantes.
Pero ahora consideren a la policía de Amsterdam. Hace alrededor de veinte años, fue implementado un plan bien intencionado para alentar la participación de las minorías étnicas en todas las áreas donde están menos representados. La policía y las agencias de seguridad fueron consideradas demasiado blancas. Inicialmente, el programa de representación "alentada" fue poco exitoso porque los estándares simplemente eran demasiado elevados para los que aplicaban. Sólo algunos pocos de los allochtonen (extranjeros, literalmente “los de otro suelo”) se las arreglaron para hacer sus carreras como oiciales de policía e incluso unirse a los servicios secretos y otras unidades de seguridad.
Pero entonces ocurrieron dos cosas. Primero, los islámicos (Hermandad Musulmana) adoptaron la estrategia de islamización a través de la participación. Luego la impaciencia del establishment izquierdista por acelerar el proceso de participación resultó en la baja de los estándares para las minorías. Como resultado de esta versión holandesa del DEI, los procesos de investigación se volvieron menos y menos estrictos.
Recuerdo bien cuando dependí de la protección de la policía holandesa para garantizar que yo no sufririera la misma suerte de mi amigo Theo van Gogh, quien había sido apuñalado hasta morir por un yihadista en las calles de Amsterdam. Un día, uno de los agentes que me fueron asignados para mi seguridad resultó ser de ascendencia turca. Me puse incómoda cuando él empezó a criticarme por mi trabajo con van Gogh en “Sumisión,” una película acerca del tratamiento a las mujeres bajo el Islam. Cuando expresé mis inquietudes, su oficial superior me dijo que no dependía de mí a quién le era dada la tarea de protegerme. Se me requirió aprender un nuevo tipo de sumisión—a los dictados de la burocracia del DEI.
Hoy, una gran parte de la fuerza policial en Amsterdam está conformada por la segunda generación de migrantes de Africa del Norte y el Medio Oriente. Desde el 7 de octubre del año pasado, algunos oficiales ya se han negado a vigilar lugares judíos tales como el Museo del Holocausto.
Mujeres y hombres gay en Amsterdam también han sentido su mundo cambiar y empequeñecerse. Sin embargo, es la comunidad judía de Amsterdam la que ha tenido que aprender a sobrevivir en este nuevo entorno.
El pogrom de ayer fue por lo tanto lo opuesto a un cisne negro. Tal acontecimiento era previsible hace mucho tiempo. Hace veinte años, yo observé cómo las autoridades holandesas cedían ante casi toda demanda musulmana. Los estudiantes musulmanes interrumpían o se iban de las clases sobre la historia del Holocausto, así que las clases fueron eliminadas de su currícula. Los judíos y homosexuales eran golpeados en las calles de Amsterdam, entonces—después de una serie de tópicos sobre "comportamiento inaceptable"—se dijo a las víctimas que no parecieran tan homosexuales o judíos en el futuro.
Muy recientemente, en una de esas ironías que requerirían de una Evelyn Waugh para hacer justicia total, la Casa de Ana Frank, un museo establecido para conmemorar el Holocausto, fue hecha para incluir la islamofobia como muchos de los odios que ahora es reutilizada para combatir.
Sin dudas, Amsterdam hoy puede jactarse de la parte más elevada de minorías empleadas en el gobierno y agencias de seguridad. Pero, como consecuencia, esas agencias no pueden garantizar la seguridad de los judíos.
La globalización de la Intifada está progresando rápidamente cuando, en el año 2024, somos llamados a presenciar un pogrom en la ciudad de Baruch Spinoza y Ana Frank.

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