martes, 19 de noviembre de 2024

DEL GATESTONE INSTITUTE

 LA INTIFADA FUE GLOBALIZADA EN AMSTERDAM


Por Alan M. Dershowitz y Andrew Stein
Noviembre 15, 2024

TRADUCIDA POR Marcela Lubczanski
  • No hay equivalencia moral o legal entre la malicia no violenta—tal como derribar banderas y gritar insultos raciales—y cometer ataques que amenazan la vida contra personas basados en su religión y etnia. Los alborotadores anti-Israel estuvieron persiguiendo judíos...
  • Los extremistas musulmanes tienen una larga historia de arrojar lanzas en respuesta a insultos no violentos. Recuerden los numerosos ataques letales—tiroteos, acuchillamientos, bombardeos y fatuas letales—contra los que supuestamente insultaron al profeta dibujándolo o escribiendo libros sobre él. Hubo también violencia contra los que quemaron coranes o de alguna forma degradaron al Islam. Incluso las caricaturas desencadenaron respuestas letales.
  • La ley en ninguna nación occidental concede a las víctimas de insultos no violentos el derecho de responder por medio de la violencia. Si un judío fuera a atacar físicamente a los muchos musulmanes que han degradado repetidamente al Judaísmo o a su nación-estado durante las protestas recientes, ellos serían castigados apropiadamente, como algunos lo han sido.
  • Es probable que veamos más pogromos antiisraelíes y contra los judíos en otras partes del mundo mientras el antisemitismo se mueve desde los márgenes a la corriente principal. 
  • Los manifestantes—tanto pro como anti-Israel—tienen el derecho de expresar sus opiniones verbalmente e incluso simbólicamente, pero no tienen ningún derecho de atacar a individuos o grupos basados en la religión, etnia u origen nacional. Los involucrados en ataques físicos—y muchos fueron captados en video—deben ser procesados y, si son condenados, encarcelados o deportados. Debe ser trazada una línea clara entre las protestas legales, aun si son inmorales, y la violencia criminal... Es una distinción clara que muchos en los medios de comunicación están tratando de borrar deliberadamente.
  • Estados Unidos tiene una apuesta en detener esta violencia: el llamado a "globalizar la intifada" no se limita a Europa. Los que abogan por la globalización están incitando a la violencia contra los estadounidenses de legado judío. La incitación puede ser demasiado general como para negarle la protección de la Primera Enmienda contra el castigo penal, pero el estándar único demanda que las universidades apliquen la misma norma a los llamados a la intifada que lo que harían con los llamados al linchamiento de negros o a atacar a los homosexuales. La diferencia real es que ningún estudiante universitario o miembro del profesorado llamaría jamás a lo último, y si lo hicieran, serían disciplinados o expulsados. Sin embargo, hoy es enteramente aceptable, de hecho esperado, que los estudiantes radicales llamen al linchamiento y ataque de judíos e israelíes. Eso, después de todo, es lo que conlleva una intifada.
En los campus universitarios a lo largo del mundo han habido cánticos demandando que la intifada violenta—la cual asesinó a miles de niños, mujeres y otros civiles israelíes—sea "globalizada." La semana pasada, fuimos testigos de la primera manifestación significativa de esa demanda en Amsterdam, donde grandes grupos de alborotadores predominantemente árabes y musulmanes atacaron físicamente a israelíes y judíos que habían estado alentando a un equipo de fútbol israelí.
Aunque algunos de los medios de comunicación trataron de culpar a los israelíes por los ataques, la evidencia sugiere fuertemente que este pogrom fue planificado muy por adelantado y habría tenido lugar aun si no hubiese habido ninguna provocación por parte de los aficionados israelíes.
De lo que son acusados de hacer algunos aficionados israelíes es demasiado típico de los "vándalos" del fútbol europeo: derribar las banderas del partido oponente—en este caso banderas palestinas—y gritar epítetos racistas, pero no hay ninguna evidencia de alguna violencia dirigida contra individuos pro-palestinos por parte de los israelíes o judíos. La violencia fue TODA perpetrada por los alborotadores antiisraelíes y anti-judíos contra víctimas israelíes y judías.
No hay equivalencia moral o legal entre la malicia no violenta—tal como derribar banderas y gritar insultos raciales—y cometer ataques que amenazan la vida contra personas basados en su religión y etnia. Los alborotadores anti-Israel estuvieron persiguiendo judíos, obligando a las víctimas a rogar por sus vidas negando que eran judíos.
Sin justificar el grito de insultos raciales por parte de algunos israelíes, es importante recordar la brillante visión de Sigmund Freud que "la civilización comenzó en el día que el primer humano arrojó un insulto en lugar de una lanza a su oponente."
Los extremistas musulmanes tienen una larga historia de arrojar lanzas en respuesta a insultos no violentos. Recuerden los numerosos ataques letales—tiroteos, acuchillamientos, bombardeos y fatuas letales—contra los que supuestamente insultaron al profeta dibujándolo o escribiendo libros sobre él. Hubo también violencia contra los que quemaron coranes o de alguna forma degradaron al Islam. Incluso las caricaturas desencadenaron respuestas letales.
La ley en ninguna nación occidental concede a las víctimas de insultos no violentos el derecho de responder por medio de la violencia. Si un judío fuera a atacar físicamente a los muchos musulmanes que han degradado repetidamente al Judaísmo o a su nación-estado durante las protestas recientes, ellos serían castigados apropiadamente, como algunos lo han sido.
Este intento de justificar la violencia cometida es otra manifestación más del doble rasero rancio impuesto por los medios de comunicación y otros contra todas las cosas judías. También refleja la aceptación generalizada de la excusa racista que "los musulmanes serán musulmanes" en lo que respecta a responder violentamente a los insultos.
La evidencia sugiere fuertemente que la violencia en Amsterdam fue planificada y coordinada mucho antes de cualquier provocación no violenta, y habría ocurrido aun si ninguna bandera hubiese sido derribada y si no se hubiese gritado ningún insulto. También, muchos antisemitas holandeses no árabes y no musulmanes alentaron a los atacantes, reflejando el odio al judío de largo tiempo y profundo que ha sido parte de la cultura holandesa desde antes del Holocausto. Países Bajos estuvo entre las naciones más pro-nazis en Europa durante la Segunda Guerra Mundial, y después de la guerra tomó pocas acciones contra la gente holandesa que colaboró con los ocupantes alemanes.
No sorprendentemente, la policía de Amsterdam no hizo lo suficiente para erradicar la violencia de la semana pasada, y las autoridades policiales liberaron rápidamente a los alborotadores, incluyendo a los que cometieron ataques.
Los líderes del gobierno holandés finalmente se disculparon y tomaron medidas para prevenir las recurrencias. Pero es probable que veamos más pogromos antiisraelíes y contra los judíos en otras partes del mundo mientras el antisemitismo se mueve desde los márgenes a la corriente principal. A menos que se haga algo proactivo, está llegando a un escenario—o estadio—cerca de ustedes.
Los manifestantes—tanto pro como anti-Israel—tienen el derecho de expresar sus opiniones verbalmente e incluso simbólicamente, pero no tienen ningún derecho de atacar a individuos o grupos basados en la religión, etnia u origen nacional. Los involucrados en ataques físicos—y muchos fueron captados en video—deben ser procesados y, si son condenados, encarcelados o deportados. Debe ser trazada una línea clara entre las protestas legales, aun si son inmorales, y la violencia criminal. No hay continuidad. Es una distinción clara que muchos en los medios de comunicación están tratando de borrar deliberadamente.
Estados Unidos tiene una apuesta en detener esta violencia: el llamado a "globalizar la intifada" no se limita a Europa. Los que abogan por la globalización están incitando a la violencia contra los estadounidenses de legado judío. La incitación puede ser demasiado general como para negarle la protección de la Primera Enmienda contra el castigo penal, pero el estándar único demanda que las universidades apliquen la misma norma a los llamados a la intifada que lo que harían con los llamados al linchamiento de negros o a atacar a los homosexuales. La diferencia real es que ningún estudiante universitario o miembro del profesorado llamaría jamás a lo último, y si lo hicieran, serían disciplinados o expulsados. Sin embargo, hoy es enteramente aceptable, de hecho esperado, que los estudiantes radicales llamen al linchamiento y ataque de judíos e israelíes. Eso, después de todo, es lo que conlleva una intifada.
Algunos pueden argumentar que el significado literal de la intifada incluye acciones no violentas, pero muchos de los que escuchan el llamado a globalizar la intifada la entienden justificando la violencia del tipo visto en Amsterdam—y peor.
Alan M. Dershowitz es el profesor de derecho de la cátedra Felix Frankfurter, Emérito en la Escuela de Derecho de Harvard, y autor muy recientemente de Guerra Contra Los Judíos: Cómo Terminar La Barbarie De Hamas.
Andrew Stein es un político demócrata estadounidense que se desempeñó en el Consejo de la Ciudad de New York y fue su último presidente, y como Presidente del Distrito de Manhattan.

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