viernes, 9 de mayo de 2014

Las bases de la Ecología moderna


Las bases de la Ecología moderna
Parahah BEHAR SINAI
BHN”V
Arribamos a las instancias finales de Vaikrá, tercer libro de nuestra Torá y en el cual, sostuvimos, se procura hallar una suerte de “comunicación” entre cielos y tierra, entre D’s y el hombre (Creador y creado).
Un vínculo que, al concluir hoy su lectura, podemos considerar que habrá de lograrse definitivamente a partir de la estrecha relación que tendremos nosotros -los seres humanos- con nuestro mundo, nuestra tierra. En esta relación, que es conocida en la actualidad como Ecología, o sea, los cuidados que debemos tener a fin de preservar nuestro medio ambiente, el vínculo con el Creador se verá reforzado y revitalizado.

La Ecología, una rama de la biología, es la ciencia que estudia la relación de los organismos entre sí y con el medio que los rodea. En particular, la ecología humana -que podría también considerarse una rama de la sociología- trata, esencialmente, de la relación existente entre el hombre y las circunstancias naturales de su entorno. Para la Torá este vínculo con todo lo creado -el universo y la naturaleza- está planteado desde la Creación misma del mundo, por lo que la Ecología no es algo nuevo para la Biblia sino una condición sine qua non para asegurar la existencia humana, animal, vegetal y mineral, así como para resguardar los recursos que son vitales para dichas existencias.
En el presente Shabat, las “señales” de ese vínculo ya se manifiestan en nuestra perashá: “Habló D’s a Moshé en el Monte Sinaí diciendo: Habla a los hijos de Israel y habrás de decirles: Cuando entréis a la tierra que Yo os doy a vosotros, habrá de descansar la tierra, descanso ante Adonai. Seis años habrás de sembrar tu campo, y seis años habrás de podar tu viña, y recogerás el producto de la tierra. Y en el año séptimo, descanso y reposo será para la tierra, Shabat ante Adonai: tu campo no habrás de sembrar y tu viña no habrás de podar...”. (Vaikrá, Capítulo 25: 1-4).
No sólo el hombre habrá de descansar de su labor, también descansará la tierra. Shemitá -que es el término empleado por nuestra Torá para indicar el “Año Séptimo o Sabático”- quiere insinuar la no ejecución de labor manual, mientras que el objetivo final será: “Veshabetá haárets Shabat la-HaShem”, es decir, que la tierra misma vivirá “su Shabat” para con D’s. Así como el Shabat arriba semana a semana para nosotros lo hará también, una vez cada siete años, para la tierra, pues ella también merece un descanso, según nuestra Torá. La tierra debe también recrear su vínculo, estrechar su unión con Su Creador.
Así entiende el texto bíblico el principio de preservación, cuidado y mantenimiento del medio ambiente. Concede tiempos, espacios, descansos a aquellos aspectos “secundarios” a nuestros ojos (aunque elementales, como la Naturaleza); a todo aquello que, de no “ser trabajado” incesantemente (sacando hasta la “última gota del jugo”), perdería su sentido utilitario y su finalidad para el ser humano... ¡Justo en estos tiempos en que nuestra tarea tiene que ver con la producción y más producción, sin detenerse nunca!
Miremos si no el ejemplo del Japón, donde ya ni las vacaciones son tenidas en cuenta para el trabajador. La exigencia es de eficiencia, aumento de la producción, mecanización del hombre y, en lo que respecta a la Tierra, la de un vínculo semi destructivo: polución, destrucción de la capa de ozono, contaminación. Una Naturaleza al borde del caos... Tohu vaBohu, de aquel “desorden del comienzo” al que D’s le supo insuflar orden y vida.
¿Alcanzamos a comprender la grandeza del texto y la proyección que sus leyes tienen aún en nuestro tiempo? Saber vivir es saber con-vivir y hacerlo, ante todo, con mi mundo, con mi tierra, con la naturaleza sostiene la Torá. La naturaleza no debe ser tenida en cuenta solo durante el tiempo de nuestras vacaciones al aire libre, cuando buscamos los espacios verdes y saludables. Hay un tiempo para compartir, que es el tiempo “del no trabajo”, del descanso, del encuentro con D’s y, por ende, de nuestro reencuentro con la tierra y el mundo.
Para nosotros, los humanos, ese tiempo transcurre una vez a la semana, cada siete días. Un séptimo de nuestra vida, podemos decir. Para la tierra, el ciclo laboral se extenderá seis años y, cuando arribe el séptimo año, “Lo germinado espontáneamente de tu siega no habrás de cosechar. Y las uvas que separaste como remanente no habrás de vendimiar, año de descanso será para la tierra. Y será (el producto) de la tierra en el año de descanso, para vosotros, para comer: para ti, para tu siervo y para tu sierva, y para tu asalariado, y para tu residente, los que moran contigo. Y para tu bestia y para la fiera que hay en tu tierra habrá de ser todo su producto para comer”. (Vaikrá, Cap. 25: 5-6).
¿Qué hay detrás de esta “no labor” de nuestra parte y del “descanso” de la tierra, Shemitá Shabat?, cabe preguntarse. Simplemente, la solidaridad, la justicia social, la Tsedaká elevada a su punto más alto. Nada menos que la puesta en marcha de la compasión, la bondad, la sensibilidad.
Maimónides escribe, en su libro Guía de los Perplejos (Parte Tercera, Capítulo 39), que: “en cuanto a todos los preceptos concernientes al séptimo año y al año del Jubileo, tienen como finalidad, ora mover a compasión y generosidad hacia los hombres, conforme está escrito: ... ‘Que coman los pobres de Tu pueblo y lo que quede lo coman las bestias del campo’ (Éxodo 23: 11), y procurar que la tierra sea más fértil, mejorándose con el reposo, ora inspirar benignidad hacia los esclavos y los menesterosos...”.
Decíamos, al comienzo de nuestro comentario, que el sentido de la preservación de lo creado nos fue dado, como seres humanos, al principio mismo de la Creación. Allí, Adam fue colocado en el Jardín de Edén, relata el texto, “le-ovda ul-shomra”: para labrarlo y preservarlo. Dos tareas que tienen por finalidad común: Asegurar la existencia,
Garantizar la Creación, Comprometer la continuidad del universo, Conciliar, por último, al Hombre con el Mundo (su tierra, la naturaleza), que es el definitivo paso hacia la Redención.
Rab Mordejai Maaravi. Rab. Oficial de la OLEI

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