**La Ofrenda**
El viejo judío ,con un saco negro y un codo gastado, con
un pantalón, que en una
época formó traje con el saco ,sombrero de ala ancha y
zapatos con tacos que se
notaban los años recorridos, su camisa de color
indefinido, hacía juego con su
corbata, que conoció mejores épocas...
Se acercó al muro hasta que su frente descansó en él, la
pared arrugó el ala del
sombrero negro, dándole a la figura un aire grotesco y
cómico. Sus manos vacías, a
los costados de su cuerpo, las alzó hasta llegar a sus
mejillas y como anteojeras tapó
los costados de sus ojos, la sombra no dejó pasar el
sol...
En esa posición, cerró los ojos y vino la noche, con
palabras muy débiles dijo, algo
así :* Señor, he venido de muy lejos para hablar con usted
o con vos, soy de un país
lejano, no hablo hebreo, soy judío y no conozco mi
religión. El rabino, de mi pueblo,
me dijo que te rece, y te recé pero nada cambió. Es por
eso que hoy estoy aquí, para
hablar contigo. Me aseguraron que aquí me escucharás*...
* Mi Señor o Señor. ¿ Como debo llamarte, como debo
dirigirme a ti o a vos ? Soy un
viejo judío que nunca habló contigo, que nunca te
necesitó, y hoy estoy tan confundido
que me cuesta dirigirme a ti, Mi creador, Mi único Mi
salvador.*
*No quiero nada para mi, quiero que salves a mi nieto, que
mi vida la ofrezco por la de
él. Contento daré mi vida si lo salvas de la enfermedad,
que no lo deja vivir*
Y después de esto el viejo judío dejó de hablar. ¿ Que más
podía decir ? Sus palabras
se transformaron en lágrimas que no lo dejaban hablar. Sus
hombros, se agitaban en
un sollozo, con un ritmo frenesí. La lluvia comenzó a
caer, por su sombrero, deformado,
corría el agua que se mezclaban con sus lágrimas, mientras
sus palabras continuaban
pidiendo auxilio a su dolor.
Varias horas después, el judío, con sus puños golpeo la
pared, y gritando exclamó :
* ! Que sea lo que Tu digas Mi Señor ! *
En la calle, por accidente, un camión lo atropelló. El
paramédico opinó : ! Este es un
envío del Señor ! Nos servirá como trasplante de un
pequeño que necesita un corazón
Mario Beer-Sheva
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martes, 23 de septiembre de 2014
CULTURA
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