**Puerto Seguro**
Ve en el cielo, navegar la tormenta con sus oscuros
crespones, como avisando
la llegada de la muerte; el navegante busca la costa, busca
huir de la ferocidad
que se acerca y al llegar al puerto seguro y siente, la
tierra firme, le parece que
es el regazo donde de niño, encontraba el refugio a sus
miedos, a sus noches, a
sus sombras, hasta que su madre llegaba a su cuarto, lo
abrazaba, lo calmaba y
le hacía ver que ella era el puerto seguro.
El hombre navegante, ya dejó de ser un niño, lucha con las
aguas; las entiende,
pero no con el cielo, cuando toma el color del luto
anunciando la tempestad que
anuncia el desastre, que debe buscar un puerto seguro o
terminar en el fondo del
mar. Su trabajo, de pescador, lo obliga a internarse en el
mar profundo, donde la
pesca es abundante y el peligro mayor.
Hoy está en altamar cuando el cielo se pintó de negro,
cuando apagó el sol y los
crespones se fueron juntando, como avisando la tormenta que
busca destrozar,
toda cosa que navega y hacerle conocer el fondo del mar.
El pescador, en lo alto del mástil, otea, escudriña, en
lontananza y sus ojos buscan
la tierra o el puerto de la seguridad. Sus ojos no alcanzan
a ver, ya que está muy lejos,
mientras el cielo ya está negro, como la noche, sin luna y
sin estrellas, en alta mar.
Su grito desesperado, del fondo de su corazón, le grita a
las olas, al cielo, y al mar:
¡ Madre, donde estás ¡
Mario Beer-Sheva
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