miércoles, 24 de agosto de 2016


LA VIDA NO SE MUERE
No aceptes ratos libres, ni tiempos muertos,
ni días grises, ni más o menos.
No te acostumbres al casi o al aproximadamente,
ni intentes olvidarlo o hacer como si nunca sucedió.
Porque la vida, cuando está viva, es incapaz de morir.
La vida, aunque quiera, no sabe morirse.
Se muere únicamente la vida repleta de ratos libres y de tiempos muertos.
Se muere la vida gris y repleta de más o menos.
Se muere la vida que se fuerza y esfuerza por olvidar el pasado:
aquel bar, aquella esquina, y ese texto garabateado en aquella servilleta.
Se muere la vida carente por completo de poesía.
Se muere la vida que ya no emociona, ni conmueve,
Se muere la vida que ya es incapaz de morirse de risa.
Se muere la vida que, sin darnos si quiera cuenta, ya estaba muerta hacía muchos años.
Tal vez demasiados.

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