Muchas mujeres pasaron por mi vida y todas
ellas sólo el aroma
quedó en el firmamento de mi olvidada
conciencia. Ninguna de
ellas dejó herida ni cicatriz solo un recuerdo
que con los años
se perdieron en el laberinto de vivir.
¡Hombre de una mujer!
Es la sombra que vive conmigo, que de noche me
acuna y de día
la siento a mi lado, es parte de mi cuerpo, es
dueña de mi alma.
Ella conoce mis secretos, ella sabe de mis
temores, ella sabe que
nunca la olvidé; la vida nos separó, pero
nosotros fundidos en uno,
se mantuvo entero a pesar de los años
transcurridos y la distancia que
el mundo nos obligó.
Muchas otras pasaron por mi lado y buscando la
semejanza dejé que
la vida, que todo lo sabe, me lleve al
desengaño que como ella otra
no existe.
Y hoy, en el regreso de los caminos recorridos,
desde mis años juveniles,
debo reconocer el error cometido de rechazar
la mejor mujer que supo
de mi. ¡Estoy arrepentido!
De ser hombre de una sola mujer…
Mario Beer-Sheva
“Donde no puedes amar no te demores” Frida
Khalo
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