lunes, 3 de febrero de 2020


**Arrastrando El Dolor**

No quiero hablarte de dolores solo quiero contarte alegrías y ver que
tus labios sonrían con alegría y placer.
Que no sepas la angustia de la madre ante el lecho de su hijo enfermo,
o el esposo que acompaña a su última morada a la que fuera durante
tantos años su amante, al hombre que enamorado vea a su querida del
brazo de otro hombre, o a su hijo tras las rejas por un crimen que es
culpable de perder su libertad.
Es sabido que el dolor es cruel que se encuentra escondido y agazapado
listo para hacerse de nuestro cuerpo o de nuestra alma y en un instante
dominarnos con su crueldad.
Lo arrastramos como cadenas del presidiario y cuando tenemos dulces
pensamientos tememos perderlos ante la presencia del infame dolor.
Quisiera hablarte de cosas gratas pero en mi pecho está clavada la flecha
del dolor, que como si fuera parte de mi cuerpo, es el recuerdo que tu al
partir dejaste como una banderilla para que no pueda olvidarte.

No quiero hablarte de dolores solo quiero contarte alegrías y ver que
tus labios sonrían con alegría y placer.
Que no sepas la angustia de la madre ante el lecho de su hijo enfermo,
o el esposo que acompaña a su última morada a la que fuera durante
tantos años su amante, al hombre que enamorado vea a su querida del
brazo de otro hombre, o a su hijo tras las rejas por un crimen que es
culpable de perder su libertad.
Es sabido que el dolor es cruel que se encuentra escondido y agazapado
listo para hacerse de nuestro cuerpo o de nuestra alma y en un instante
dominarnos con su crueldad.
Lo arrastramos como cadenas del presidiario y cuando tenemos dulces
pensamientos tememos perderlos ante la presencia del infame dolor.
Quisiera hablarte de cosas gratas pero en mi pecho está clavada la flecha
del dolor, que como si fuera parte de mi cuerpo, es el recuerdo que tu al
partir dejaste como una banderilla para que no pueda olvidarte.
Arrastrando un ancla, arrastrando cadenas, arrastrando dolores; así es mi
vida mientras mi mente se consume viendo tu imagen que día a día se
presenta en mi existir como un cicatriz imborrable.
¿Cuánto podré resistir? ¡Nadie puede decirlo!
Pero si puedo asegurarte que el dolor despierta sentimientos mientras la
alegría pasa a nuestro lado y sin darnos cuenta de su valor dejamos que se aleje sin hacer nada para retenerla.
Cuida cuando la alegría llega a tu vida porque ella es esquiva y difícil de
encontrar y ante el menor signo de tristeza huye sin más.
Mario Beer-Sheva

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