lunes, 1 de julio de 2024

DEL WSJ



COMO IRAN DESAFIO A ESTADOS UNIDOS PARA VOLVERSE UNA POTENCIA INTERNACIONAL

TRADUCIDA POR Marcela Lubczanski
A pesar de décadas de presión occidental, Teherán presenta una amenaza más grande para los intereses de Estados Unidos
gracias a sus vínculos con Rusia y China.

Por Sune Engel Rasmussen y Laurence Norman
Junio 30, 2024

 Irán, bajo el liderazgo del Líder Supremo Ali Khamenei, frustró décadas de presión estadounidense y emergió de años de aislamiento en gran medida alineándose con Rusia y China, renunciando a la integración con el Occidente y echando su suerte con dos grandes potencias justo cuando ellas amplificaron la confrontación con Washington. La economía de Irán sigue golpeada por las sanciones de EE.UU., pero las ventas de petróleo a China y acuerdos de armas con Rusia han ofrecido salvavidas financieros y diplomáticos.

También explotó eficazmente décadas de errores estadounidenses en el Medio Oriente y grandes cambios en la política de la Casa Blanca hacia la región entre una administración y la siguiente.
Hoy, Teherán presenta una amenaza mayor para los aliados e intereses estadounidenses en el Medio Oriente que en cualquier momento desde que fue fundada la República Islámica en 1979.
La huella militar de Irán llega más amplia y profunda que nunca. Grupos armados respaldados por Irán han atacado las instalaciones petroleras saudíes con misiles y paralizaron la navegación global en el Mar Rojo. Ellos han dominado la política en Irak, Líbano, Yemen y Siria, y lanzaron el ataque más devastador contra Israel en décadas, cuando Hamas atacó en octubre. Irán lanzó su primer ataque militar directo desde su suelo contra Israel en abril. También ha orquestado ataques contra los opositores en Europa y más allá, dicen funcionarios occidentales.
Las consecuencias—drones para Rusia en Ucrania, la amenaza de las milicias respaldadas por Irán, la reciente expansión por parte de Teherán de su programa nuclearseguirán siendo temas urgentes sin importar quien gane la segunda ronda de la elección iraní el 5 de julio o la elección estadounidense en noviembre.
"En muchos aspectos, Irán es más fuerte, más influyente, más peligroso, más amenazante de lo que era hace 45 años," dijo Suzanne Maloney, directora del programa de política exterior enla Brookings Institution, quien asesoró a las administraciones demócratas y republicanas sobre política de Irán.
Las opciones de política exterior de Irán han llegado a gran costo en casa para Irán. Su economía está muy por detrás de los estándares de crecimiento y vida de sus rivales árabes del Golfo, Arabia Saudita y los Emiratos Arabes Unidos. El régimen islámico ha perdido mucho del apoyo público que lo llevó al poder, con numerosas protestas provocando represiones brutales.
"El régimen ha perdido legitimidad, y no pienso que ellos tengan una buena solución para ese problema," dijo Eric Brewer, un ex director del Consejo en Seguridad Nacional para contrarrestar la proliferación. "Cada vez que Khamenei ha tenido una opción de abrirse...él ha tomado medidas más drásticas."
La fuerza creciente de Irán marca un fracaso para el Occidente. Desde que Jimmy Carter fue presidente, encontrar una estrategia efectiva para contener a Irán ha sido la ballena blanca más grande de los elaboradores occidentales de política exterior.
La herramienta política de referencia del Occidente, las sanciones, ya no es más efectiva en aislar internacionalmente a Teherán. Irán ha respondido profundizando un eje con Rusia y China, complicando aun más la diplomacia con Teherán, dicen los analistas. Fuera del Medio Oriente, la industria de drones de Irán ha ayudado en la guerra de Rusia en Ucrania.
Las sanciones occidentales han costado miles de millones de dólares a Irán, "pero, ¿cuál fue el objetivo?" dijo Seyed Hossein Mousavian, un ex funcionario de largo tiempo de política exterior iraní, ahora profesor investigador en la Universidad de Princeton. "Irán es más influyente que nunca en la región...China ha capturado la economía iraní e Irán se ha acercado más a Rusia."
Durante más de dos décadas. la política occidental sobre Irán ha vacilado. Los presidentes estadounidenses cambiaron el equilibrio repetidamente entre la diplomacia y la fuerza, el acercamiento y el intento de aislamiento. 
Caso en cuestión: Cuando EE.UU. invadió Afganistán en el 2001, Washington buscó y recibió ayuda militar e información de Irán para ayudar a derrocar al Taliban. Meses más tarde, el Presidente Bush etiquetó a Irán como parte de un "Eje del Mal," junto con Irak y Corea del Norteun retroceso que los iraníes vieron como un insulto amenazante.
Irán, mientras tanto, durante décadas ha seguido una estrategia a largo plazo constante, a la que llama "defensa delantera," disuadiendo ataques por parte de los enemigos mientras construye una red de milicias leales.
La política estadounidense ha contribuido a veces sin intención a la fuerza de Irán. El derrocamiento de Saddam Hussein en el 2003 quitó a un enemigo conjurado de las fronteras de Irán. El fracaso de Washington en estabilizar al Irak de posguerra reforzó la influencia de Teherán.
Después que Estados Unidos expulsó al Taliban en el 2001, el poder estadounidense en el Medio Oriente era formidable. Algunos meses después que la administración Bush invadiera Irak en el 2003, citando el presunto desarrollo de armas de destrucción masiva por parte de Saddam, Teherán detuvo en gran medida su trabajo secreto de construcción de armas atómicas, de acuerdo con funcionarios de Estados Unidos. También comenzó lo que probó ser 20 años de negociaciones internacionales sobre su programa nuclear.
Pero la invasión de Irak inició un retroceso de las suertes estadounidenses que todavía beneficia a Irán. Su influencia a través de la política y milicias sólo ha aumentado. La prolongada ocupación estadounidense de Irak, durante la cual cerca de 4,500 soldados estadounidenses y cientos de miles de civiles iraquíes resultaron muertos, volvió al público estadounidense contra las guerras extensas en la región.
Irán está todavía lejos de su objetivo de echar a EE.UU. de una región que alberga a miles de tropas estadounidenses y una serie de alianzas, tanto con Israel como con naciones árabes. Washington sigue siendo el corredor de poder preeminente en el Medio Oriente. Pero en Rusia y China, Irán ahora tiene dos aliados pesos pesados que también tienen ambiciones de revertir la influencia estadounidense a lo largo del mundo.
Irán ha construido fuerza regional mientras permanece lejos de las líneas rojas que podrían gatillar la acción militar directa de Estados Unidos. La consistenia fue posible porque los temas de seguridad nacionalestán determinados no por el presidente de Irán sino por organismos no electos, principalmente por la oficina del líder supremo y el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica, que se ha vuelto cada vez más poderoso.
La planificación a largo plazo de Teherán es también evidente en sus esfuerzos locales para defender el régimen clerical contra su propio pueblo. Durante los cinco años pasados, una unidad secreta bajo la Guardia Revolucionaria, conocida como la Sede Baqiatallah, ha dirigido los esfuerzos del régimen para repeler el laicismo y lo que ve como influencia occidental corrosiva, de acuerdo con un nuevo informe por parte de investigadores en United Against Nuclear Iran, un grupo de defensa con base en Estados Unidos.
La unidad, dirigida por un ex comandante de la Guardia Revolucionaria, impone códigos de vestimenta islámicos y arma las elecciones, entre otras tareas. Se propone movilizar su propia sociedad civil religiosa de cuatro millones de iraníes jóvenes leales como una forma de implementar las políticas ideológicas y culturales de la dirigencia clerical, eludiendo la burocracia del gobierno electo, de acuerdo con los investigadores, basándose en material original de la Guardia Revolucionaria. 
Dentro de Irán, la política no es monolítica. Las divisiones han dividido por mucho tiempo a los moderados que favorecen el compromiso con el Occidente y los intransigentes que creen que Irán está mejor colocado en una alianza con Rusia y China. El debate ha resurgido durante la elección presidencial, que ahora será disputada por el candidato reformista Masoud Pezeshkian y el intransigente Saeed Jalili después que ninguno obtuvo una mayoría en la primera ronda de votación con baja asistencia. La elección está siendo llevada a cabo después de la muerte del Presidente Ebrahim Raisi en un accidente de helicóptero el mes pasado.
El programa nuclear de Irán ilustra cuan adepto ha sido Teherán a explotar la política estadounidense vacilante.
La administración Obama vio una solución para la cuestión nuclear como necesaria para reducir la participación estadounidense en el Medio Oriente después de más de una década de guerra. En el 2015, Irán y seis potencias mundiales, incluidos EE.UU., Rusia y China, concordaron en un acuerdo histórico para imponer restricciones estrictas sobre el trabajo nuclear de Irán por al menos 10 años. A cambio, Teherán ganó alivio de las sanciones internacionales que había defendido Estados Unidos en los años previos.
Los partidarios lo vieron como una reivindicación de su política dual de presión y compromiso. Ellos esperaban que llevaría a contención a largo plazo del programa nuclear de Irán y alivio de las tensiones en la región.
Los opositores creyeron que el acuerdo permitía a Irán esperar 10 años y reanudar el trabajo en armas nucleares con la mayoría de las sanciones internacionales idas. Algunos criticaron el acuerdo por no abordar las actividades militares regionales de Irán.
Mientras tanto, la huella regional de Irán creció. El apoyo iraní ayudó al presidente sirio Bashar al-Assad a sobrevivir la Primavera Arabe y una guerra civil. Irán ganó influencia más profunda en Siria y estableció un corredor terrestre llevando desde Teherán a la costa del Mediterráneo de Siria a través de Irak, el que utilizó para transportar armas y soldados. Posicionó milicias aliadas cerca de la frontera de Israel en Siria y Líbano.
En Siria, Irán también forjó una colaboración con Rusia, la que llegó en ayuda de Assad en el 2015. La relación creció con la guerra en Ucrania, donde Irán abastece a Rusia con drones.
Las milicias respaldadas por Irán se volvieron políticamente dominantes en Líbano, Irak y Yemen, donde los rebeldes huzíes en el 2014 tomaron control de la capital, San'a. Arabia Saudita y los Emiratos Arabes Unidossocios de seguridad regional importantes para Washingtonquedaron enredados en la guerra de Yemen.
Israel, donde el gobierno percibió que la amenaza de Irán estaba creciendo, no siguió adelante con las amenazas de atacar los sitios nucleares de Irán. La administración Obama, el gobierno de Israel y algunos estados árabes del Golfo estuvieron en disputa abierta por la política estadounidense hacia el Medio Oriente.
"Pienso que estuvimos abiertamente preocupados con la cuestión nuclear y no suficientemente en las cuestiones regionales," dijo Robert Einhorn, un ex alto funcionario del Departamento de Estado y arquitecto del acuerdo nuclear con Irán en la administración Obama. Einhorn dijo que el Presidente Obama estuvo correcto en mantener la influencia regional de Irán separada de las conversaciones nucleares y repeler duro contra las actividades regionales desestabilizadoras de Irán fuera de esas negociaciones.
"El problema es que él no siguió adelante en eso," dijo Einhorn.
En el 2018, el Presidente Trump se retiró del acuerdo nuclear e impuso una política de sanciones de "presión máxima" contra Irán que castigó a las empresas extranjeras que hacen negocios con el país y en gran medida mató el renacimiento del comercio europeo con Irán.
A pesar de la dificultad económica renovada, Irán se negó a ser coaccionado dentro de nuevas conversaciones. El Presidente Biden hizo del renacimiento del acuerdo nuclear un objetivo primordial de la política exterior, pero las conversaciones renovadas colapsaron en agosto del 2022 cuando Teherán se alejó de un acuerdo.
Irán desde entonces ha reconstruido su programa nuclear, yendo mucho más lejos de lo que había ido en la época del acuerdo nuclear del 2015 y llegando efectivamente al umbral de desarrollar un armaalgo que dice no está intentando hacer.

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