martes, 19 de noviembre de 2024

DEL WSJ

 AHORA QUE HARRIS HA PERDIDO, DEJEN QUE ISRAEL GANE

La decisión de Biden de bloquear los envíos de armas al estado judío fue una falla militar y política.

Por Michael Makovsky y Blaise Mizstal
Noviembre 18, 2024
TRADUCIDA POR Marcela Lubczanski
Durante meses la administración Biden-Harris ha buscado restringor las operaciones militares israelíes bloqueando o retrasando la entrega de armas—muchas más armas de las que han sido informadas. Esta política ha fracasado, y con la elección terminada, es hora de revertirla.

Es ampliamente sabido que la Casa Blanca ha bloqueado la entrega de bombas MK-84 de 2,000 libras a Israel, a pesar de la aprobación de su transferencia por parte del Congreso. Pero los funcionarios israelíes nos han dicho que la lista de las armas afectadas es mucho más extensa. Ellos nos dijeron que el Departamento de Defensa está lentificando la entrega de miles de bombas MK-83 de 1,000 libras, de bombas MK-82 de 500 libras, y los equipos de Municiones de Ataque Directo Conjunto que convierten esas bombas en municiones guiadas con precisión. El lento proceso de aprobación del Departamento de Estado también ha estancado miles de misiles Hellfire, municiones de tanques y morteros y más de 100 excavadoras blindadas. Israel ha solicitado la adquisición acelerada de helicópteros Apache, que el Departamento de Defensa aun tiene que aprobar.

Algunos de estos retrasos pueden ser por razones legítimas—tales como escasez estadounidense—pero otros son intencionales. La administración Biden ha sacado provecho del manual de juego de Obama, usando procesos burocráticos para evitar o lentificar la entrega de armas sin bloquearlas técnicamente. Durante la guerra en Gaza del 2014, el Presidente Obama retrasó pero no bloqueó la transferencia de misiles Hellfire y otras municiones a Israel para restringir sus operaciones militares.

Aunque el Presidente Biden ha ayudado a Israel a defenderse—desplegando activos militares estadounidenses, los que han ayudado a derribar proyectiles iraníes—él se ha abstenido de ayudar a Israel a ganar. Israel busca desmantelar a Hamas, degradar a Hezbola y quitar los colmillos al programa nuclear de Teherán. La administración Biden, por el contrario, ha buscado terminar la guerra de forma inmediata, por conveniencia política y por miopía estratégica.

La política de retener las armas ha fracasado. El Sr. Biden y Kamala Harris parecieron pensar que podrían ganar Michigan, con su amplia población árabe estadounidense, siendo duros con Israel. La Sra. Harris perdió Michigan ante Donald Trump y le fue especialmente mal en la ciudad de Dearborn de mayoría árabe, un semillero de sentimiento contra Israel. La política de la administración hacia Israel puede haber contribuido a la derrota de la Sra. Harris en Pennsylvania, donde muchos más judíos votaron por el Sr. Trump que en el 2020.

La política también ha salido mal en el frente bélico. Retrasar las armas a Israel ha prolongado la guerra, empeorando las condiciones humanitarias y recortando los intereses estadounidenses.

En su enfrentamiento inevitable con Hezbola, la fuerza aérea israelí planificó atacar 3,000 objetivos diarios para degradar las capacidades del satélite iraní dentro de una semana. En cambio, los éxitos relámpago de Israel contra Hezbola en septiembre se lentificaron para la primera semana de octubre en parte debido a insuficientes entregas de armas estadounidenses. Israel está conduciendo aproximadamente 1,000 ataques semanales, y sus operaciones en Líbano están entrando en su novena semana. Menos ataques aéreos forzaron a Israel a conducir más operaciones terrestres de las planificadas para destruir la infraestructura de Hezbola. En Gaza, los objetivos que podrían haber sido atacados por artillería o desde el aire ahora requieren tropas terrestres para ser despejados. El resultado son más bajas entre los israelíes, libaneses y gazatíes.

Una Israel bien armada podría presionar a Hezbola a aceptar términos de cese del fuego apropiados. Y aun cuando las operaciones importantes han terminado en su mayoría en Gaza, Israel todavía necesita las armas estadounidenses en caso que ese teatro se vuelva a encender.

Israel también tiene que estar totalmente armada para llevar la lucha a Irán—para responder si el régimen ataca nuevamente, o para atacar su cada vez más peligroso programa nuclear. Si Israel aplasta al eje iraní, sería una bendición para los intereses estadounidenses. Irán y sus satélites matan a las tropas de Estados Unidos, conspiran para asesinar a sus políticos y civiles, e interfieren en sus elecciones. El programa nuclear de Teherán sigue siendo una de las amenazas estratégicas más grandes para Estados Unidos.

El Sr. Trump parece entender esto. En octubre él criticó al Sr. Biden por disuadir a Israel de tomar represalias por un ataque iraní atacando las plantas nucleares iraníes: "La respuesta debió haber sido atacar primero lo nuclear y preocuparse por el resto después." La nueva administración probablemente desbloqueará la entrega de armas si el Sr. Biden no lo hace.

Tal vez la fecha de expiración de la política del Sr. Biden ya esté amaneciendo sobre el presidente. El Departamento de Estado la semana pasada determinó que no llevará a cabo su amenaza hecha en una carta a Jerusalén el mes pasado para mejorar las condiciones humanitarias en la Franja de Gaza o que de lo contrario será sujeta a un embargo de armas. La administración debería ahora ir un paso más allá: proporcionando a Israel las armas que necesita para derrotar al eje iraní que amenaza al mundo libre.

  Los Sres. Makovsky y Misztal son, respectivamente, presidente y vicepresidente de políticas para el    Jewish Institute for National Security of America.

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