lunes, 20 de junio de 2011

El sionismo no es el culpable


11 de junio, 2011Partición (del territorio), por el bien del sionismo -

Ruth Gavison
CIDIPAL
Haaretz En su artículo de opinión del pasado viernes, Yitzhak Laor concluía diciendo: “no necesitamos salir de aquí y renunciar a nuestras vidas. Pero, por nuestro bien, debemos liberarnos del sionismo" ("Deshacernos del sionismo", 3 de junio). Tal como lo ve, el sionismo causó el error monumental que llevó, a parte del Pueblo judío, a aferrarse y asentarse en los territorios conquistados durante la Guerra de los Seis Días. Ahora, según él, deberíamos admitir el error y renunciar al sionismo. La conclusión de Laor es falaz y su análisis se basa en un gran error sobre lo que representa y es la esencia del sionismo. La soberanía judía en esos territorios no es crucial para el sionismo por lo que conceder su soberanía, prescindir de ellos, no exige la "liberación" del sionismo.En la historia del movimiento sionista, hubo quienes vieron su objetivo el reunir a los judíos con su patria histórica, y hubo otros que hicieron hincapié en la idea que, el objetivo del sionismo, es el renacimiento político del pueblo judío en la Tierra de Israel. Sin embargo, en cada ocasión en que el liderazgo de la comunidad judía del país, se enfrentó a la disyuntiva de tener que elegir entre tener un Estado judío en una parte del territorio o aferrarse al sueño del Gran Eretz Israel, la opción de la mayoría fue la de conseguir la independencia política en solo parte del territorio, donde habría una mayoría judía estable, y permitir que, la minoría árabe, disfrutase de igualdad de derechos.Durante un debate en la Knesset (abril, 1949), el primer ministro David Ben-Gurion dejo muy clara esa elección: "Cuando se planteó la cuestión de tratar de conseguir todo el país, sin tener un Estado judío, o tener un Estado judío sin todo el país, se decidió a favor de un Estado judío sin la totalidad de Eretz Israel". Esta fue la visión reflejada en la declaración del Estado de Israel. La mayoría de los citados por Laor (por ejemplo, David Ben-Gurion y Yeshayahu Leibowitz) por adoptar una posición contraria en 1967 a que Israel actuara como si fuera el propietario de los territorios recien obtenidos, lo hicieron con el fin de garantizar la independencia del Estado judío.Lo mismo ocurre ahora. La gran mayoría de la población judía en Israel quiere poner fin a la ocupación y crear una realidad en la que se conserve una mayoría judía estable en un Estado de Israel que no gobierne a otro pueblo y cuyos miembros carezcan de derechos civiles y políticos. Por tanto, el debate no es sobre si nosotros debemos liberarnos del sionismo, sino sobre la creación de las condiciones básicas esenciales para la realización del sionismo. La validez de este objetivo y su consecución no se basan en las intenciones o ambiciones de los palestinos. En apariencia, incluso el primer Ministro lo entiende y declara que es su objetivo. Sin embargo, ni él ni su gobierno mostraron apoyo consistente a ese objetivo, ni hacen lo suficiente para promoverlo sino que, parecen, ponen las claves de su consecución y realización en manos de los palestinos. Aclarar este punto es crucial para nuestro futuro. Las perspectivas para la paz dependen de que todos los agentes en la región reconozcan que la guerra contra Israel y contra su propia existencia e identidad, no tendrá éxito. Esto no es una sociedad con la consistencia de una "telaraña" o conformada por unos individuos desarraigados que se hicieron con el control de una tierra que no les pertenecía, bajo la égida del colonialismo y el imperialismo. El debate interno israelí sobre el futuro de los territorios no resta valor a la creencia en la justicia del proyecto sionista en su conjunto.El movimiento sionista alcanzó su punto álgido con la creación del Estado. La esencia de ese logro es el deseo de satisfacer las necesidades del pueblo judío, creando en su patria las bases del renacimiento nacional. Las perspectivas para la paz dependen de que nuestros enemigos reconozcan que, si no se alcanza un acuerdo diplomático con ellos, el pueblo judío hará lo que tenga que hacer para continuar su existencia independiente, incluso si eso significa establecerse en esta parte de la patria histórica. Conectar la narrativa del Gran Israel (la totalidad de la Tierra de Israel) con el discurso sionista es más que una mala interpretación de la historia. Ironías del destino es que, realizar esa conexión, hace el juego a aquellos ( judíos y árabes) que se oponen a la partición de la tierra.Sólo mediante la comprensión de que tenemos una profunda y dolorosa disputa en el sionismo, podrá el pueblo judío en Israel tomar las decisiones difíciles para promover nuestra visión (no la de la otra parte), y sólo tomando estas decisiones en el contexto de un ideal común podremos mantener el sentido de la solidaridad mutua que es un pilar fundamental de nuestra fuerza. Vamos a elegir ceder el control político de parte del territorio, y llevaremos a cabo esta decisión porque tenemos un ideal común sionista que sólo puede ser conservado a través de esa concesión.El camino elegido dependerá de las condiciones políticas y estratégicas en el país, en la región y en el mundo. Este es, de hecho, el desafío existencial que enfrenta nuestra generación. Nos demoramos bastante tiempo. Una vez más, como fue el caso antes de que el Estado surgiera, llegó el momento de asumir la responsabilidad de nuestro destino, definir objetivos claros y avanzar con determinación, sabiduría y responsabilidad.

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