domingo, 22 de junio de 2014

OPINION

Ya tenemos al “10” Destacado

El que viene y el que se vaEl que viene y el que se va
El pasado 10 de junio ha sido elegido el décimo presidente de Israel. En segunda votación y tras reñida lucha con Meir Shitrit, Rouven “Rubi” Rivlin fue designado con 63 votos, contra 53 de su oponente, como el futuro presidente del Estado de Israel.
Nunca antes en la historia del joven estado, la carrera hacia el sillón presidencial ha tenido tantos candidatos y ha sido tan disputada como en esta oportunidad. Hace ya más de dos años que luchas internas entre nuestros políticos han venido enturbiando esta elección.
Si deseamos poner un punto de partida al tema, podemos decir que Rivlin, que fue presidente de la Kneset por dos períodos, desde el 10 de marzo del 2009 hasta el 22 de febrero del 2013, se vislumbraba como claro sucesor de Shimón Peres. De hecho fue el candidato perdidoso en la elección de éste como presidente y siempre manifestó su deseo de sucederlo en el cargo.
Como es bien sabida su vieja rivalidad con Benjamín Netanyahu, a pesar de haber militado ambos durante toda su vida en el mismo partido, era manifiesta. Al comenzar el actual período de la Kneset, Bibi decidió reemplazar a Rubi del cargo que ostentaba con eficiencia, pues durante los últimos años había puesto freno a varias de sus “brillantes ideas” y no permitió que se trataran en la Kneset proyectos de leyes, pues las consideraba antidemocráticas.
A pesar de eso, Rubi no bajó los brazos y continúo con sus aspiraciones. Netanyahu puso todo su empeño en desplazarlo. Buscó candidatos por todos lados. Dentro y fuera de su partido. Comenzó con Silvan Shalom, aunque tampoco era santo de su devoción, por considerarlo más manejable. Luego trató de rescatar de las sombras a David Levy y hasta pensó en personas con renombre internacional como Elie Wiesel, que ni siquiera tenían nacionalidad israelí. Por fin, a último momento, no tuvo más remedio que apoyar a Rubi pues era el único candidato de derecha que seguía en carrera. El apoyo fue tibio y luego del triunfo, Bibi se retiró del recinto sin felicitarlo y recién en horas de la tarde, en un brindis preparado para festejar el acontecimiento, pudo vérselos juntos.
Como decíamos antes, el nuevo presidente deberá asumir el cargo de reemplazar al siempre eterno Shimón Peres. Tarea ardua difícil, sin duda alguna. La comparación siempre existe, y a esta altura del partido, reemplazar a Peres es una tarea titánica. Argentina, al redactar esta nota, aún no ha comenzado su actuación en el mundial de futbol, pero podemos imaginar que Leo Messi se lesiona y hay que relevarlo. Seguramente su sustituto fracasará en la misión, o por lo menos, será visto permanente como cuestionable. Messi es irremplazable. Peres también.
Tal vez si Leo se lesiona lo mejor sería cambiar el esquema de juego. En este caso también hubiese sido preferible cambiar el sistema de elección del presidente para reemplazar al bueno de Shimon. Pero se comenzó tarde y el tiempo no fue suficiente. No tenemos ninguna duda que la figura del Presidente debe continuar mientras se mantenga un sistema de gobierno parlamentarista. Lo que no es concebible es que 120 personas elijan al titular del cargo. Y menos siendo estos políticos. En una población de más de ocho millones de habitantes, estos deben elegir directamente a su máxima autoridad, aunque sea en un cargo honorifico, y no una casta política de por sí ya desprestigiada. No olvidemos que en el año 2000, este sistema permitió que un político mediocre y sin prestigio, como Moshe Katzav derrotara a Shimón Peres en la batalla presidencial. Los políticos actuales votarán a uno de los suyos. Se manejan como casta y se auto protegen. Con tiempo se debe cambiar el sistema por algo más democrático y más justo.
Anteriormente a Peres, los dos últimos presidentes se retiraron de forma no muy elegante. AEzer Weizman no le fueron fáciles los finales de su carrera presidencial y se tuvo que ir en puntillas y por la puerta de servicio. De Moshe Katzav ni siquiera deberíamos mencionarlo pues todos sabemos que cambio, sin mediar plazo alguno, la comodidad de la casa del Presidente por la celda de la cárcel del condado.
A Shimón Peres todo se le ha permitido. Incluso en alguna que otra oportunidad, y siempre de buena voluntad, se excedía de sus funciones y pasaba la línea de lo que el cargo debe representar. Pero Shimón está encima del bien y del mal. Como Messi. Puede cometer algún error, y hasta patear un penal desviado. Pero todo es perdonable. No con todos ocurrirá lo mismo.
Ahora Rouven Rivlin debe reemplazar al mejor. No debe tratar de compararse con este. Recibe una herencia muy difícil. La presidencia era una institución que había sido mancillada. La recibe ahora limpia y pura. Su deber es mantenerla de la misma forma. Gobernar para los ocho millones de israelíes y tratar, dentro de lo posible de reemplazar el absurdo sistema de elección actual. Tiene siete años por delante para acometer tal tarea. No debe olvidarlo. Sus rivales más serios en esta contienda electoral han terminado con problemas legales en ciernes. Ben Eliezer tuvo que renunciar a la carrera presidencial 48 horas antes de la elección y ahora deberá aclarar cuentas pendientes sobre manejo de fondos y largos juicios contra la oficina de recaudación fiscal, que no perdonará. Shitrit denuncias por acoso sexual. Todo un variado régimen de “cosas no santas” que salpican a gran mayoría de los políticos. No pueden ser estos los que elijan la figura presidencial. El pueblo debe decidir, y ahí estará el mayor reto de Rouven Rivlin. Rubi, mucha suerte y que dentro de siete años termines tu mandato en paz y con los honores de tu antecesor.
Cont. Víctor Vaisman

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