domingo, 2 de agosto de 2015

Israel, "en guerra" contra los 'quintacolumnistas'

 

Bandera de Israel.
El presidente del partido Yesh Atid (Hay Futuro), Yair Lapid, señala a los que atacan a ciudadanos israelíes, sea cual sea su origen, credo o etnia, como enemigos de Israel. Lapid escribió esta columna luego de que un bebé muriera en el incendio provocado de una vivienda palestina en Cisjordania.
En la otra habitación, mi hijo está poniéndose el uniforme. Vino anoche y acaba de recibir una llamada telefónica. “Llamada de emergencia”, dice con el rostro severo. Ha sido requerido porque el enemigo actuó anoche en Duma. Unos terroristas entraron por la noche en una casa y prendieron fuego a un bebé. Como siempre, las Fuerzas de Defensa de Israel van a combatir al enemigo. Sólo que esta vez el enemigo es de aquí, de dentro, de entre nosotros. Son la quinta columna. Los socios naturales de Hamás, Hezbolá o el Estado Islámico. Se parecen a nosotros pero no son como nosotros. Son traidores a todo lo que consideramos sagrado, traidores a la misma idea de aquello por lo que el Estado de Israel fue fundado, traidores al judaísmo.
La dureza con que la aviación turca ha golpeado las posiciones en el norte de Irak del PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán) contrasta con el moderado compromiso de Ankara en la lucha contra el Estado Islámico. El analista Semih Idiz sugiere que esta estrategia tiene que ver con los planes de Erdogan para recuperar la mayoría absoluta en unas elecciones anticipadas.
Ankara está destruyendo con dureza los campos del PKK en el norte de Irak (después de los ataques mortales del grupo contra policías y soldados turcos). La manera desproporcionada con la que está actuando, comparada con la campaña contra el EI, cuestiona los verdaderos motivos del AKP (Partido Justicia y Desarrollo, actualmente en el Gobierno). Muchos argumentan que el Gobierno, inspirado por el presidente Erdogan, está tratando de ampliar las bases de su apoyo utilizando los sentimientos antikurdos de los nacionalistas, con la vista puesta en recuperar la preeminencia política en unas elecciones anticipadas que podrían tener lugar en noviembre.
Según este argumento, el AKP, para ganar el favor de los nacionalistas, quiere acabar con el proceso de paz iniciado en 2012 con el PKK, gracias a la mediación de los miembros del prokurdo Partido Democrático de los Pueblos, que ha obtenido el 13% de los votos en las elecciones del pasado 7 de junio. Las negociaciones del AKP para una coalición siguen en marcha, pero hay indicios de que el partido está bajo la presión de Erdogan, su ‘líder espiritual’, para preparase para unas elecciones anticipadas en vez de trabajar para formar Gobierno con otro partido.
Marcelo Wio desmonta con datos las afirmaciones tendenciosas del último informe de Amnistía Internacional sobre la guerra de Gaza. Ya desde el propio título del documento (“Viernes negro: carnicería en Rafá durante el conflicto Israel/Gaza 2014”), la ONG omite mencionar a Hamás, el grupo terrorista que controla la Franja y ataca al Estado judío utilizando como escudos humanos a la población civil. Pero la parcialidad del documento va más allá.
Hamás, un grupo considerado terrorista por Estados Unidos y la Unión Europea, entre otros, parecía un nombre evitable, al que, cuando no quedaba más remedio que nombrarlo, no había que atribuirle la capacidad de acción; menos aún, de obrar mal: como lanzar cohetes desde áreas residenciales y ubicar sus arsenales en edificios civiles. Para Hamás y otros grupos palestinos bastaba una reprimenda simbólica; para que el sesgo se disimule levemente, formalmente.
El informe no parecía, a esa altura, tener otro objetivo que el de demonizar a Israel y quitarle legitimidad a su respuesta defensiva. El análisis no parecía, pues, el de una acción de combate, sino un juicio moral. Y para ello obviaba las circunstancias que Hamás impuso, es decir, la guerra urbana (en definitiva, su táctica de ocultarse, confundirse con y entre los civiles); y para ello también bastaban las cifras proporcionadas principalmente por el Ministerio de Sanidad de Gaza, es decir, de Hamás, y que la ONU adoptó sin más; olvidando que hay análisis de las bajas, que aún se están llevando a cabo, que arrojan una realidad bien distinta: un ratio de bajas 1 a 1 entre combatientes y civiles; una proporción baja para combates en zonas urbanas.
El anuncio de la muerte del líder de los talibanes ha tenido como primera consecuencia la paralización del proceso de paz entre los terroristas y el Gobierno afgano. La desaparición del caudillo talibán deja a la organización en un limbo del que el Estado Islámico, su rival en el liderazgo del terrorismo islamista, trata de sacar provecho.
Algunos analistas sugieren que la muerte de Omar puede sacar a los talibanes del limbo dañino en el que estaban y acabar con las acusaciones de otros de ser una herramienta de Paquistán. No sólo el Estado Islámico, sino una escisión de los propios talibanes –los Fidayi Mahaz–, había anunciado recientemente su muerte. Y el Movimiento Islámico de Uzbekistán, un significativo grupo yihadista con gran presencia en Afganistán, publicó un largo y desdeñoso comentario sobre los años de silencio de Omar.
La incertidumbre ha ayudado a sembrar divisiones dentro entre los talibanes, con una y otra facción compitiendo por hablar en nombre de Omar y dudas crecientes acerca de los edictos que han sido emitidos en su nombre

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