lunes, 24 de agosto de 2015

Matanza de Hebrón de 1929


Matanza de Hebrón de 1929
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JAI – Un 24 de agosto, pero de 1929, ocurría la denominada Masacre de Hebrón, un pogromo que aconteció en el Mandato Británico de “Palestina” y que dejó el saldo de 67 judíos asesinados.
Fue perpetrado por una horda de árabes armados de bastones y cuchillos que se agruparon para asesinar a los judíos de Jerusalem y sus alrededores, desde donde se extendió al resto del territorio.
Los supervivientes se vieron obligados a huir de Hebrón, y sus bienes fueron aprehendidos y ocupados por los residentes árabes hasta después de la Guerra de los Seis Días de 1967. Estos acontecimientos llevaron a la reorganización y el desarrollo de la organización de defensa judía, Haganá, que más tarde se convertiría en el núcleo de las Fuerzas de Defensa de Israel.
Hebrón, situada 30 kilómetros al sur de Jerusalem, es el segundo sitio más sagrado y una de las cuatro ciudades santas del judaísmo. Es el lugar donde se encuentra la Cueva de Machpelah, en la que está la Tumba de los Patriarcas, donde Abraham fue enterrado, y donde David fue ungido Rey de Israel y reinó allí hasta la captura de Jerusalem. La comunidad judía sefardí había vivido de forma continuada durante más de 800 años bajo diversas potencias imperiales, mientras que la comunidad Ashkenazi había regresado al menos un siglo atrás.
En Hebrón, a principios de los años 20, hubo un período de acoso árabe hacia la colectividad judía, con insultos en las calles, palizas ocasionales, ataques con piedras a través de las ventanas de sus hogares y ocasionalmente disturbios en la Cueva de los Patriarcas. En ese período, la comunidad judía presentó varias denuncias ante la policía británica, reclamando que no se estaba haciendo lo suficiente para protegerlos. Los judíos atribuían algunos de los problemas a las actividades de los nacionalistas árabes de la Asociación Musulmana-Cristiana, que incluían la propaganda racista, canciones de incitación anti-judía y otros incidentes.
En 1928, los musulmanes trataron de obtener de los británicos los derechos sobre el Muro Occidental, incluido el espacio utilizado por los judíos para el culto. Durante la renovación de las descuidadas mezquitas en Jerusalén, se pusieron en marcha nuevas actividades de construcción en octubre de 1928. Ladrillos de la “construcción” cayeron “accidentalmente” sobre los fieles judíos en el Kotel. También los árabes soltaron una manada de mulas en el momento de la oración. Los almuédanos llamaban a sus fieles a la oración con el volumen en sus amplificadores muy alto con el fin de perturbar la oración judía.
La comunidad judía, especialmente la de derecha, aceptó el reto. El movimiento revisionista exigió el control judío del muro. El 14 de agosto de 1929 se manifestaron más de seis mil judíos en Tel Aviv reclamando el control judío del Kotel: “El muro es nuestro”. Esa misma noche, cerca de tres mil fieles se reunieron en el muro en Jerusalén para la oración, una gran multitud para el entonces muy estrecho espacio. Reaccionaron los árabes con una segunda manifestación; seguidamente el popular movimiento juvenil sionista Beitar entró en acción y se creó una escalada de violencia que asoló la ciudad de Jerusalén. Poco después se propagó entre la población árabe el falso rumor de un inminente asalto judío a la Mezquita de Al-Aqsa.
El 20 de agosto de 1929, después de los ataques árabes en Jerusalem, los dirigentes de la Haganá proponen proveer la defensa de los aproximadamente 800 judíos del Yishuv en Hebrón, o ayudarlos a evacuar. Pero los dirigentes de la comunidad judía de Hebrón desestimaron estas ofertas, insistiendo en que confiaban en la A’yan (intelectualidad de árabes notables) para protegerlos y contener a los sectores violentos.
Los principales instigadores fueron Amin al-Husayni (quien posteriormente fue el principal aliado árabe de los nazis) y Arif Alárif. Éste, junto con Husaini, fue responsable de varios disturbios anteriores y había sido nombrado oficial del Distrito de Beerseba. Arif Alárif realizó una visita a Hebrón poco antes de los ataques y predicó un sermón inflamatorio el jueves 22 de agosto. Los falsos rumores que fueron esparcidos hablaban de que los judíos habían dado muerte a los árabes en Jerusalén y habían incendiado la mezquita de Al-Aqsa (documentada con una foto falsa) o que los judíos planeaban construir una sinagoga cerca del Muro de las Lamentaciones.
El viernes siguiente, 23 de agosto, encolerizados por rumores de que los judíos estaban a punto de atacar Al-Aqsa, los árabes comenzaron a atacar a los judíos en la Ciudad Vieja de Jerusalem. Los rumores y la subsiguiente violencia se extendieron rápidamente a otras partes del Mandato Británico, y las peores matanzas se produjeron en Hebrón y Safed. Otros sanguinarios ataques tuvieron lugar en Motza, Kfar Uriyah y Tel Aviv.
Los hechos
Un día antes de la matanza, el líder palestino y Gran Mufti de Jerusalén Amin al-Husayni incitó abiertamente a los árabes de Palestina a salir a matar judíos, lo que efectivamente se inició inmediatamente después de la plegaria de los viernes.
Hebrón fue la ciudad donde los hechos adquirieron mayor gravedad: mientras la comunidad judía –que eran aproximadamente unos 800 y convivían pacíficamente junto a miles de vecinos árabes– estaba ya descansando en el shabat, 67 miembros fueron asesinados de forma brutal dentro de sus casas y sinagogas y 66 más resultaron heridos. Hebrón se convirtió en una ciudad de violaciones, terror y asesinatos. El ataque se realizó con toda clase de vejaciones, por lo que la población huyó despavorida y los supervivientes fueron transferidos a Jerusalem, dejando a Hebrón desprovista de su antiquísima comunidad judía, un hecho calificado de limpieza étnica.
Los disturbios [de 1929 en Palestina] se acompañaban de eslóganes militantes árabes como… “Palestina es nuestra tierra y los judíos nuestros perros…” [y] actos brutales cometidos por árabes… como las matanzas en Hebrón, donde los asesinos de niños los torturaban antes de matarlos. La comunidad judía en Palestina se encontró en medio de una ola de disturbios violentos que barrieron con furia los asentamientos y barrios judíos a lo largo y ancho del país. El peligro amenazaba ahora la supervivencia misma de la comunidad judía.
En Safed, los judíos sufrieron también una masacre, con alrededor de veinte asesinatos, incluidos mujeres, niños y ancianos. La masacre se extendió a lo largo del día siguiente hasta que la autoridad mandataria británica logró controlarla.
El efecto de la tragedia fue muy profundo: acabó con la presencia judía en Hebrón y supuso un punto de inflexión irreversible en las relaciones entre judíos y árabes en Palestina. También afectó al enfoque de Gran Bretaña, la potencia colonial, que, lejos de mostrarse firme frente a la actitud árabe, empezó a cuestionarse la viabilidad del proyecto sionista y comenzó a hacer una re interpretación a la baja de la Declaración Balfour.

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