martes, 7 de junio de 2016

Revista de Prensa

La alianza Obama-ayatolás impide la derrota del Estado Islámico

 

Barack Obama y Hasán Ruhaní.
En The Weekly Standard, el analista Lee Smith denuncia que la colaboración de EEUU con Irán en la región esteriliza la lucha contra el Estado Islámico, ya que las fuerzas aliadas de Teherán tratan de exterminar a los grupos suníes, los únicos que pueden prestar una colaboración definitiva para la erradicación del EI.
No hay forma de derrotar al EI a menos que la Administración [norteamericana] cuente con los líderes árabes suníes, especialmente los jeques tribales (…) Sólo ellos tienen las fuerzas locales y el conocimiento para erradicar al EI. Pero, obviamente, ningún líder tribal va a exigir a sus hermanos que inicien una guerra civil suní para que los chiíes y los iraníes saquen provecho del derramamiento de sangre. Para destruir al EI, EEUU tendrá que ir contra los grupos chiíes que están aterrorizando a los suníes. (…) eso no ha ocurrido con esta Casa Blanca por la misma razón que (…) nunca actuó para derrocar al déspota sirio, Bashar al Asad: Obama no quiere enfadar a sus patronos iraníes.
Amos Yadlin, del Institute for National Security Studies, considera que el Estado judío tiene que actuar contra el régimen sirio en un momento en el que actores radicales como Irán y sus aliados buscan un nuevo equilibrio de poder en la región.
Oriente Medio está siendo remodelado en un vasto proceso que comenzó hace un lustro y cuyo fin es actualmente imposible de predecir. Aun así, podemos suponer que las partes implicadas en los conflictos de la región en general, y en el de Siria en particular, buscan soluciones mediante la remodelación de las relaciones de poder (…) En este contexto, Israel tiene un interés fundamental en asegurarse de que Irán y Hezbolá no sean los que salgan reforzados (…) Ya pasaron los días en los que Israel podía observar con imparcialidad y desde la barrera los acontecimientos en Siria. Si Israel quiere ayudar reconfigurar la región en los próximos años y mejorar su situación (…), no debe dudar, pues perdería la oportunidad de socavar a sus peores enemigos. Una política asertiva, moral, proactiva y creativa contra el eje radical, que gire en torno a la expulsión del régimen proiraní de Asad, es el camino que debe seguir Israel. Esta visión ya era aplicable hace tres años, cuando el régimen de Asad hizo uso de armamento químico, y su validez creció sustancialmente cuando dichas armas se emplearon de nuevo.
Gerald Steinberg, profesor de la Universidad Bar Ilán y presidente de ONG Monitor, da la voz de alerta sobre la manera en que las autoridades europeas han dejado la política exterior comunitaria en manos de controvertidas organizaciones sociales. Esta asombrosa cesión comenzó con la fracasada Cumbre de Barcelona (1995), que pretendía poner en marcha una Asociación Euromediterránea. Desde entonces, la UE ha destinado miles de millones de euros a financiar organizaciones cuyos objetivos distan mucho de los que se pretendían en aquella cumbre.
El papel exagerado de las ONG en la formulación de las políticas de la UE se refleja también en medidas como el etiquetaje de productos, que es visto por muchos en Israel como una manifestación del movimiento BDS [boicot, desinversiones y sanciones contra Israel]. Esas medidas están dirigidas a forzar a Israel a retirarse de los territorios [conquistados en 1967], incluido el Golán. De hecho, ONG financiadas por la UE [comandan] el movimiento BDS y presionan fuertemente para etiquetar [de manera segregada] los productos [procedentes de dichos territorios].
Para muchas de estas ONG, (…) el objetivo no es simplemente la retirada [de Israel de los territorios], sino la eliminación de Israel como el Estado nación del pueblo judío. Durante muchos años, la UE ha proporcionado grandes sumas a una ONG israelí conocida como Coalición de Mujeres por la Paz, que marca objetivos para los ataques globales del movimiento BDS, como [las compañías] Soda Stream, G4S, Caterpillar, Ahava e incluso los chocolates Max Brener. En otras palabras, mientras los dirigentes de la UE proclaman su oposición al movimiento BDS, la cooperación y la financiación de las ONG que lo promueven continúa.

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