jueves, 22 de diciembre de 2016

LA REPÚBLICA, POR: DARI MENDIONDO-comite central israelita  uruguay

Nahla: una pena de muerte aborrecible



Callar sería hacernos cómplice de actos políticos o decisiones judiciales que no compartimos, mejor dicho la rechazamos por nefasta e injusta.

Si algo también influyó para que años ha nos incorporamos a la lucha gremial, fue precisamente el ingreso a una fábrica de radio y electricidad en la que el 80% del personal era femenino. En el taller mecánico trabajaba en un balancín, al lado mío -en uno similar- trabajaba una compañera de 18 años, le decíamos la “canaria” Susana, hacíamos el mismo trabajo, similar máquina , igual producción pero mi salario era superior al de mi compañera porque los hombres ganábamos más que las mujeres.

Contra esta injusticia en radio Mayo nos rebelamos organizando al personal para exigir en la plataforma a igual trabajo igual salario. El sindicato de la época (década del 50) de Gerardo Cuesta y Rosario Pietrarroya fue un adelantado en la defensa de la igualdad de derecho entre el hombre y la mujer trabajadora. Sí, mi formación sociopolítica y cultural desde muy joven estuvo ligada a la lucha por derechos y en particular de los derechos de la mujer en las fábricas y en la actividad sindical.

En el siglo XXI hemos asistido a un juicio sumario según refiere el diario la República del 14/12/16, juicio “entre gallos y medias noches” en la ciudad de Gaza, Palestina, donde una mujer cuyo nombre es Nahla hizo justicia por mano propia apuñalando al marido que la curtía a palos.

La condenaron a ser ahorcada; en pleno siglo XXI el que escribe aboga por el derecho de la mujer a protegerse aquí y en cualquier parte del mundo, enfrenta mi postura a creencias religiosas obsoletas lo mismo que códigos de convivencia primitivos anclados en la baja Edad Media, hechos que marcan en este siglo una involución que nos retrotrae a los infiernos de la inquisición que condenó a la hoguera a Juana de Arco acusándola de bruja, y otros que en la misma línea obligaron años más tarde a retratarse de sus opiniones científicas a Galileo Galilei, cuyo pecado fue afirmar que la Tierra giraba en torno al Sol, o si se quiere ir más a la antigüedad refiriéndonos a la bíblica condena a Edith (la mujer de Lot) que es transformada en una estatua de Sal por tener el “bichito” de la curiosidad femenina. Ni que hablar de la condena milenaria que viene del fondo de los tiempos referida a la figura de Eva, la mujer que fue víctima de las intrigas de la serpiente que la llevó a comer la manzana. La religión, escribiera Marx, es “el opio de los pueblos”, con el respeto debido a las creencias y las místicas del más allá, las religiones igual que los ejércitos son las instituciones que han acompañado para bien o para mal el desarrollo de la civilización que conocemos.

Hay países, hay zonas en el mundo de hoy que sobreviven anclados en el pasado con formas de convivencia absolutamente primitivas, es el punto y el caso al que hoy nos referimos, allí en la Franja de Gaza. Más allá de otras consideraciones este hecho demuestra que se cultivan tradiciones machistas inaceptables para nosotros en el siglo que vivimos.

Mi respeto por la víctima, más allá que nunca justificaré la justicia por mano propia, como tampoco justificaré y aceptaré juicios sumarios por razones de ideología, raza o género como es este caso.

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