Las declaraciones del Rey de Jordania, del liderazgo palestino y los líderes árabes de que el reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel o la ubicación de la embajada de Estados Unidos en Jerusalén pondrán en peligro el proceso de paz y traerán una ola de violencia, no son más que amenazas vacías e intentos desafortunados de amenazar e incitar a un gobierno soberano. Rendirse a tales amenazas de violencia y terrorismo sería un precedente peligroso y una señal de debilidad.
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