| “En los pueblos de Europa Oriental del siglo XIX y comienzos del siglo XX, antes de la revolución comunista, para una boda se contrataban klezmorim, (músicos folklóricos) por varios días. La paga ofrecida no era mucha; alojamiento regular, buena comida y algún dinerito. Lo que dejaba ganancia a los músicos no figuraba en el contrato: eran las propinas que los presentes les daban, cuando llegado el momento culminante del baile, justo ahí, los músicos daban por terminada su tarea y ponían a un lado sus instrumentos. A partir de entonces, una hora, dos horas más, los bailarines querían más música y tenían que dar propina a la orquesta para conseguirla.” |
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