Los Estados Unidos e Israel enfrentan y a la vez comparten numerosos desafíos, incluyendo el terrorismo, la proliferación de armamento nuclear, la guerra cibernética y difusión y diseminación de la ideología islamista radical. Estados Unidos puede depender de manera constante del faro de estabilidad representado por un Israel democrático dentro del tumultuoso y turbulento Medio Oriente, donde los dos países comparten las mismas preocupaciones de seguridad nacional e internas: la megalomaníaca visión de los ayatolás en Irán, la amenaza del terrorismo islámico sunita y chiita y los requisitos críticos de seguridad por parte de los vulnerables regímenes árabes pro-estadounidenses.
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