TRADUCIDA POR Marcela Lubczanski
LOS RABINOS DE LAS FDI VAN A LA GUERRA
En una base en el centro de Israel, ellos entierran a los muertos del ataque de Hamas y la guerra en Gaza en concordancia con la ley halájica.
Por Alison Leigh Cowan
Febrero 1, 2024
Base Shura del Ejército, Israel—Los deberes de reserva del Rabino Bentzi Mann en las Fuerzas de Defensa de Israel solían consistir en hacer kasher las cocinas uno o dos días al año. Desde el 7 de octubre, él ha estado trabajando alrededor del reloj para identificar y preparar a las víctimas para el entierro. El resto del clero uniformado encargado de esta tarea difícilmente abandona esta base en el centro de Israel.
El estado está apenas ahora acercándose a identificar a los asesinados, dado que demasiados fueron quemados o mutilados más allá del reconocimiento. Casi todo ese trabajo ha tenido lugar en Shura, comando central para el rabinato interno de las FDI, donde el clero entrena para ser ministro del ejército. Los rabinos están bien versados en todos los asuntos de la ley judía, o halajá, que conciernen a la guerra. Muchos han pasado por entrenamiento de oficiales, y algunos han servido en unidades de combate de élite.
No obstante, algunos de los que fueron movilizados en octubre confiesan que no estaban preparados para la enormidad de la tarea. La ley judía dicta que Di-s creó a los humanos a su imagen desde el polvo de la tierra. Los muertos por lo tanto deben ser enterrados y regresados a su Hacedor con la dignidad máxima y respeto para reflejar la divinidad en ellos.
El 7 de octubre hizo desalentadora esa tarea. El Rabino Mann recordó un día en que la base quedó sin carritos y tuvo que colocar a los fallecidos en el piso. Él compartió el caso desolador de un padre que había llegado desde el Kibutz Nahal Oz con un cuerpo que afirmaba era su hija. Las pruebas mostraron que no lo era.
Noa, una madre de Efrat, dijo que no había dicho a sus ocho hijos antes del 7 de octubre que se había unido a la unidad de reserva femenina lista para ser aprovechada en el caso de víctimas masivas. Cuando fue llamada para presentarse, se sinceró en camino a la puerta de salida. "Estoy en el ejército," dijo a sus hijos. "Hablaremos de eso más tarde. Yael, estás a cargo. Asegúrate que Mijal vaya a la cama a veces." Cuando regresó a casa, un hijo puso cara y quería saber "qué era ese olor terrible."
Comúnmente, los cuerpos judíos son lavados para santificarlos antes de ser envueltos dentro de una mortaja. Ese proceso, llamado tahará, busca restablecer a los muertos a la pureza de su nacimiento. Pero, cuando los judíos perecen debido a que son judíos—o porque son vistos como representantes del pueblo judío—sus muertes los han santificado. En virtud de la ley judía, sus cuerpos no son lavados y son enterrados en sus vestimentas empapadas en sangre junto con alguna sangre que han derramado. Incluso las toallitas usadas para limpiar la sangre de objetos como teléfonos o yarmulkes deben acompañar al cuerpo a la tumba, según el Rabino Mann. La sangre está destinada a recordar al cielo como son tratados a veces los judíos en la tierra. Los civiles asesinados por antisemitas son sometidos a las mismas normas, lo cual es el motivo por el cual la base ha manejado a casi todas las 1,200 víctimas fatales del ataque inicial de Hamas y a los que han muerto desde entonces.
Ruidos de golpes en el día que visito la base—el sonido de ataúdes siendo construidos—señalan otra revisión a los rituales acostumbrados. La tradición israelí es enterrar a los judíos sin un cajón debido al honor que viene de volverse uno con la tierra santa tan pronto como sea posible. Las FDI han mantenido largamente una excepción, sin embargo, destinada a evitar a los dolientes el dolor de sentir a partir de los contornos de una mortaja que alguien ha sido desfigurado, o la incomodidad que podría surgir si sólo algunos cuerpos llegaran en ataúdes, marcando qué víctimas cargaban señales de trauma. Ahora, todos los cadáveres abandonan Shura en ataúdes. El abuso rampante de las víctimas, y la naturaleza de sus heridas, provocaron que las autoridades los ordenen para todas las víctimas militares y civiles en este conflicto.
Entre sus otros deberes, los rabinos de Shura manejan una línea caliente para responder preguntas halájicas que surgen durante la guerra. Muchas unidades, laicas y religiosas, han estado clamando por Torahs para levantar la moral. La base tiene una sala estilo bodega que enorgullecería a Costco, apilada desde el piso al techo con rollos que pueden prestar una vez que son revisados en busca de defectos. La unidad ha renovado y enviado al menos 40 desde que comenzó la guerra.
Eso incluyó una asignada para una base que pidió si podía ser preparada con corto aviso para ayudar a un comandante a celebrar el nombramiento de su hijo recién nacido ese sábado a la mañana. Los rabinos de las FDI generalmente apoyan medidas que inspiran a los soldados que van a la batalla, pero tuvieron que sopesar como llevarla mejor allí sin violar el Shabat. Al final, ellos arreglaron que la Torah sea llevada a la base en una caravana armada que se dirigía allí en "las primeras horas del viernes a la mañana."
Cinco escribas serían típicamente suficientes para cumplir con la demanda de rollos de Torah, pero el ejército tuvo que convocar a cinco más para esta guerra. "No podemos seguir," dijo el Rabino Binyamin Zimmerman. Una Torah que él estaba inspeccionando cuando visité había llegado para reparaciones desde una base del ejército al norte. Su suerte aun no era clara pero su pasado era fácil de ver: 66 piezas de esquirla insertas en sus páginas por un ataque con drones.
La Sra. Cowan es periodista y editora, anteriormente del New York Times, vive en Connecticut
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