miércoles, 1 de mayo de 2024

EL MEDIO ORIENTE ES UNA TRAMPA PARA JOE BIDEN El está atrapado entre el interés nacional y las demandas de su base política.

 Por Walter Russell Mead

Abril 29, 2024
TRADUCIDO POR Marcela Lubczanski
DEL WSJ



El Medio Oriente moderno es todavía más complicado que la controversia Schleswig-Holstein, y aunque Estados Unidos no tiene escasez de profesores locos, el número de estadounidenses que entienden el contexto de la disputa entre Israel y los palestinos o las opciones limitadas entre las cuales puede elegir un presidente estadounidense de forma realista son cada vez más chicas. Como resultado, los debates políticos de Estados Unidos sobre el Medio Oriente son casi siempre amargos y raramente inteligentes.

Esas son malas noticias para el Equipo Biden, para quien el Medio Oriente es un problema que no desaparecerá. El Secretario de Estado Antony Blinken está arrasando la región para desarrollar planes para un cese del fuego y para la reconstrucción de posguerra de Gaza. Las protestas y acampes pro-Hamas en los campus universitarios desde Harvard a la Universidad del Sur de California están profundizando las divisiones en el Partido Demócrata y dominando los titulares noticiosos en casa. Un sondeo reciente de CNN encontró que sólo el 28% de los encuestados aprobaba el manejo de la guerra de Gaza por parte del Presidente Biden, con el 81% de los de menos de 35 años de edad desaprobándolo.
El Sr. Biden está atrapado entre las demandas de los intereses nacionales estadounidenses durante una crisis global y las demandas de una parte vocal y visible de su coalición política en el período que lleva a una elección cerrada. Internacionalmente, Estados Unidos debe resistir el manejo de Irán para arruinar lo que queda del orden posterior a la Guerra Fría en el Medio Oriente. El fracaso en estabilizar la región podría llevar en el corto plazo a saltos inflacionarios en los precios de la nafta, y en el plazo más largo podría debilitar seriamente la posición de Washington en la competencia con las potencias revisionistas buscando dar vuelta el orden estadounidense mundialmente.
Localmente, la administración necesita impedir que las tensiones por la política de Medio Oriente dividan al Partido Demócrata. Esto no será fácil. Muchos de los partidarios más apasionados de Hamas en los campus creen que la organización quiere establecer un estado palestino laico. También creen que los judíos israelíes son inmigrantes europeos desplazando a una población indígenacolonos blancos que deberían irse a casa en Polonia.
Ellos piensan que Israel sobrevivie sólo porque Estados Unidos la apoya y que un presidente estadounidense que "se pone serio" con Israel puede hacer casi cualquier cosa que él quiera. Ellos ven a Hamas como parte de una coalición global de movimientos "progresistas" promoviendo causas tales como el cambio climático, la democracia y los derechos LGBTQ contra el capitalismo global. La gente que comparte estas percepciones puede organizar una marcha o hacer un acampe, pero las mentes más sabias en el mundo trabajando todas juntas no podrían armar una estrategia diplomática posible basada en una visión del mundo tan incoherente e irrealista.
Muchos de los críticos demócratas serios del Sr. Biden no se oponen meramente a la cooperación estratégica estadounidense con Israel. Ellas resienten de la alianza estrecha de la administración con gobiernos autoritarios en Egipto, Arabia Saudita y los Emiratos Arabes Unidos. Ellos simpatizan con la Hermandad Musulmana, el movimiento islámico transnacional al cual pertenece Hamas, y culpan a Estados Unidos por la contínua frustración de los "islámicos democráticos" a lo largo de la región luego de la Primavera Arabe. Este grupo, que incluye a muchos musulmanes estadounidenses que buscan reconciliar su fe con los valores democráticos, ha sido corrido abruptamente a la izquierda por su empatía por las víctimas gazatíes de la guerra.
El plan de la administración para terminar la guerra y moverse hacia un estado palestino involucra ensamblar una estructura que incluya a Egipto, Jordania, Arabia Saudita y los E.A.U. para crear y apoyar a una nueva estructura de gobierno palestina. Este cuerpo palestino, no más democrático tal vez que sus aliados árabes, se alinearía con sus patrocinantes y se movería hacia la paz con Israel.
Este puede bien ser el mejor camino por delante desde el punto de vista de los intereses estadounidenses. En mi visión es significativamente mejor para los palestinos que cualquier otra cosa en oferta. Pero el enfoque requerirá grandes inversiones de capital diplomático y recursos estadounidenses. Y la estrategia no aquietará a los críticos locales de la administración.
Muchos estadounideneses-palestinos, partidarios de la Hermandad Musulmana, activistas por la democracia árabe y activistas de derechos humanos denunciarían un enfoque que afiance más el autoritarismo meso-oriental. Muchos de los amigos de Israel en el Partido Demócrata también resentirían de la presión sobre Israel para que acepte a un estado palestino tan pronto como después de los horrores del 7 de octubre.
Las posibles órdenes de arresto de la Corte Penal Internacional para funcionarios israelíes presentarían nuevas complicaciones para la Casa Blanca. Las órdenes enfurecerían a los amigos de Israel, mientras que alentaría a los críticos a redoblar sus esfuerzos por imponer sanciones sobre Jerusalén. 
En el Medio Oriente, como en Ucrania, el Equipo Biden se encuentra lidiando con las consecuencias trágicas, costosas y desestabilizantes de conflictos que no logró prevenir y esperaba evitar. Entre ahora y noviembre, los votantes en casa y los socios en el exterior estarán mirando duramente en busca de señales que un segundo mandato tendrá mayor éxito.

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