El martes, durante un ocupado turno de noche, cuando la sala de emergencias del Hospital Wolfson estaba llena de pacientes y el personal trabajaba incansablemente, un soldado reservista entró en la sala de emergencia con los ojos cansados.
Llevaba una bolsa tan grande como una nevera, su larga arma de reglamento y un casco.
En medio de toda la confusión, el soldado sacó una receta médica que le dio un doctor que luchó junto a él en Gaza.
Esa receta no era como las que conocemos… estaba escrita en un pedazo de cartón que habían encontrado en el campamento en Gaza.
En ese momento, el secretario Malí le dio la bienvenida al guerrero con una mirada llena de aprecio y comprensión.
Todos entendemos que allí, en Gaza, hay luchadores heroicos luchando por todos nosotros, mientras aquí seguimos nuestra rutina.
Noi che amiamo Israele
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