martes, 4 de marzo de 2025

 


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El Antisemitismo no es un tema JudΓ­o.
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Cuando a Jack Fuchs, sobreviviente, le preguntaban por quΓ© la ShoΓ‘, decΓ­a: “¿Por quΓ© me pregunta a mi? ¡pregΓΊnteselo a los nazis…!”
¿Por quΓ© los judΓ­os debemos explicar el antisemitismo? No lo hemos creado, fuimos -somos- sus vΓ­ctimas. Podemos dar seminarios enteros acerca de las variadas maneras en que hemos sido atacados a lo largo de los siglos, pero ¿eso nos da autoridad para explicarlo? ¿Acaso se le pide a la mujer golpeada que explique la personalidad del golpeador? ¿Acaso se le pide a quien fue violado que explique la patologΓ­a de su violador? ¿Acaso se le pide a la vΓ­ctima de un delito cualquiera que explique la criminalidad del delincuente?
¿Por quΓ© debemos ser los judΓ­os los que elaboremos teorΓ­as y creemos mecanismos para erradicar el antisemitismo? ¿SerΓ‘ tal vez porque otros no lo hacen? Estoy harta de hacer el trabajo que deberΓ­an hacer los demΓ‘s. A decir verdad, tampoco todo lo que hicimos, aunque mucho, fue suficiente. El antisemitismo goza de una excelente salud.
Tal vez no debiΓ©ramos ser nosotros los encargados de asumir esa responsabilidad. A pesar de lo que creen los antisemitas, no tenemos el poder de influir en la opiniΓ³n de nadie ni menos aΓΊn de cambiar prejuicios.
AdemΓ‘s, estamos afectados directamente, y ¿quiΓ©n presta atenciΓ³n a los argumentos de la vΓ­ctima? Raya en lo ridΓ­culo pretender que la vΓ­ctima modifique al victimario. El victimario y sus allegados tienen ese poder. Lo generΓ³ la cristiandad, lo regΓ³ el fascismo y hoy lo reverdecen el islamismo radical y las izquierdas bienpensantes.
La Iglesia, desde Nostra Aetate en 1965 ha emprendido una tarea de reversiΓ³n de la lacra del antisemitismo y algunos, pocos por el momento, han advertido que es una cuestiΓ³n que ataΓ±e al mundo civilizado, que excede por mucho a lo judΓ­o. Es que el antisemitismo no es un tema judΓ­o.
Ya desde Hajj Amin al-Husayni, el muftΓ­ de JerusalΓ©n que apoyΓ³ al nazismo y se reuniΓ³ con Hitler en 1941, la no aceptaciΓ³n de la particiΓ³n de la tierra por parte de los Γ‘rabes y su Γ©xodo, los triunfos bΓ©licos de Israel en cada uno de los ataques que recibiΓ³, generaron que el antisemitismo fuera una de las banderas del islamismo radical. La exitosa campaΓ±a que condujeron en los medios y las redes contaminΓ³ hoy a las buenas conciencias de una izquierda que se dejΓ³ seducir por el relato de las vΓ­ctimas palestinas en manos del supuesto ocupante israelΓ­, “vil, cruel, diabΓ³lico” (todo parecido con las acusaciones medievales contra los judΓ­os no es coincidencia).
Estoy harta de mostrar mis heridas, de buscar porquΓ©s, de luchar contra la ignorancia y el prejuicio. Estoy harta de tener que justificarme y dar razones para tener los mismos derechos que todos los demΓ‘s. Estoy harta de decir una y otra vez que “tengo ojos, manos, Γ³rganos, alma, sentidos y pasiones igual que todos, me alimento con los mismos manjares, recibo las mismas heridas, padezco las mismas enfermedades y me curo con iguales medicinas, tengo calor en verano y frΓ­o en invierno, si me hieren sangro, si me hacen cosquillas rΓ­o, si me envenenan muero” (gracias Shakespeare).
Harta de explicarle a la derecha que no tengo cuernos, que no soy comunista. Harta de explicarle a la izquierda que no soy poderosa ni explotadora y de mostrarle a las feministas su doble vara cuando eligen a quΓ© mujeres defender. Harta de la Unesco y la UN y los defensores retΓ³ricos de DDHH que cacarean buenas intenciones solo en los papeles. Harta de esa izquierda siniestra y enceguecida en la que, sorprendentemente, hay algunos judΓ­os que se atacan a sΓ­ mismos.
Harta con un hartazgo animal, visceral, total. Y digo ¡basta! Basta de defenderme de nada. No hice nada. Si puedo evitarlo no me dejo pegar mΓ‘s y si mis palabras, porque soy judΓ­a, estΓ‘n descalificadas, es hora de callar lo dicho tantas veces y tan pocas escuchado.
La voz judΓ­a obviamente no tiene la capacidad de diluir el antisemitismo. Pide a gritos las otras voces. La cristiana, la musulmana, la de los defensores de la justicia social.
Pareciera que no advierten el modo en el que el antisemitismo corroe y pervierte a la sociedad toda y cuΓ‘nto lastima la trama de la convivencia. Igual que el cΓ‘ncer no es un tema exclusivo del Γ³rgano afectado porque todo el cuerpo estΓ‘ enfermo, contaminado y en peligro, el antisemitismo no es un tema judΓ­o.
Una sociedad que legitima y admite que una pequeΓ±a parte de sus miembros no tiene los mismos derechos legitima y admite la idea de que cualquier grupo puede estar igualmente amenazado. No es una sociedad segura ni confiable para nadie. Aceptar que un pueblo sea exterminado solo por haber nacido, o que un paΓ­s sea destruido porque a los vecinos les afectan las decisiones de su gobierno, sienta el precedente de que eso es algo que se puede hacer. Hoy “no es por mΓ­” pero “cuando vengan por mΓ­, no quedarΓ‘ nadie que proteste” (gracias NiemΓΆller).
El antisemitismo, que atraviesa clases sociales y partidismos polΓ­ticos, corrompe la moral social bΓ‘sica que sustenta la convivencia posible. Frenar su crecimiento es por interΓ©s de todos. ¿Es que no lo ven? No, tristemente creo que no lo ven y, lo que es peor: ¡no ven que no ven!
¡Hermanos cristianos, hermanos musulmanes, hermanos de derechas y de izquierdas, les pasamos la posta! Ustedes conocen perfectamente los recursos para la propagaciΓ³n y difusiΓ³n de ideas y relatos, ΓΊsenlos hoy para combatir al antisemitismo que corroe las entraΓ±as de la humanidad.
Son varias las amenazas que se ciΓ±en sobre nuestro mundo. El antisemitismo es una de ellas. “¡Aux armes citoyennes! ¡formez vos bataillons!”, reivindiquen el derecho a existir de todo ser humano, crea en lo que crea, se vea como se vea, viva como prefiera vivir.
La tarea es ciclΓ³pea porque deberΓ‘ incluir todos los frentes: el bΓ©lico y el mediΓ‘tico, cada iglesia, cada mezquita y cada escuela, universidades y corporaciones, la mesa familiar y las redes sociales.
Con la misma convicciΓ³n con la que algunos de ustedes lo instalaron, encaren la lucha contra el antisemitismo. Nosotros no hemos podido y yo, visto mi estruendoso fracaso, me rindo.
EstΓ‘ en vuestras manos porque el antisemitismo no es un tema judΓ­o.

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