Last Great Ape Organization, de Ofir Drori, con sede en Camerún, fue la primera ONG en África en proveer de una herramienta efectiva contra el tráfico ilegal de vida silvestre.
Sus amigos probaron en Europa y Disneylandia. Pero después de un viaje anterior a la Armada a Kenia, cuando tenía 18 años, Ofir Drori de Tel Aviv decidió que África estaba en su sangre. Tan pronto terminó el servicio militar israelí, Drori se dirigió a buscar aventura y modos de vida alternativos.
Hacia 2003, fundó LAGA, Last Great Ape Organization. Su organización no gubernamental se convirtió en la primera en África en romper el ciclo de cazar animales y el tráfico ilegal de vida silvestre, que comienza en África con elefantes y gorilas pero es un problema que atraviesa el planeta, alimentado por las demandas de ricos y curiosos.
“La nuestra es la primera ONG de aplicación a la vida silvestre. Tenemos un nuevo modelo, uno que asiste a los gobiernos a frenar el comercio de la vida silvestre”, dice Drori, nacido en 1976.
“El comercio ilegal de vida silvestre es la mayor causa de extinción de las especies”, explica. “Hemos tomado la base de cero procesamientos en Occidente y un registro muy pobre en todo África, donde la corrupción aun es flagrante- el principal obstáculo para esto es el comercio ilegal”.
En promedio, un traficante destacado de vida silvestre cada semana está ahora procesado y encarcelado en África, gracias a Drori y LAGA.
La labor de LAGA se ha vuelto tan efectiva que ha habido amenazas de muerte a Drori y a su equipo, pero él ve el panorama mayor.
“Los traficantes de animales silvestres son grandes criminales conectados con el contrabando de armas y el tráfico de drogas. Ellos están usando su dinero para tratar de corromper a representantes. Ahora que África está dando un paso adelante en la lucha contra la corrupción, ellos están trabajando con nuestra ONG para tomar parte en la lucha”.
La caza furtiva ilegal es lucrativa
El primer modelo LAGA fue desarrollado en Camerún hace 11 años, y ahora es replicado en Gabon, en República del Congo (Brazzaville), en la República Africana Central, Togo y Guinea (Conakry), con seis países africanos más en la lista de espera para cuando los recursos estén disponibles. Hasta LAGA, no había modo de aplicar las leyes de vida silvestre en esos países africanos.
¿Quién está dirigiendo el comercio ilegal?
Mientras que el mercado chino está ávido de colmillos de marfil, y la gente en los países del Golfo Árabe ama mostrar a sus invitados a los gorilas que allí viven, virtualmente todo país occidental es también culpable, ya sea si es una exótica mascota periquita o una comida de carne de león.
Drori no coloca la culpa en África, sino en los anillos del crimen organizado que controlan a una masiva red de cazadores locales que atrapan y matan por la subsistencia diaria.
El comercio ilegal de vida silvestre es un negocio lucrativo- a menos, por supuesto, que estén detrás de las rejas.
Usando agentes locales, Drori trabaja en el territorio de África para detectar y arrestar a los que manejan una pequeña armada de cazadores que matan, torturan y trafican animales para alimento, partes del cuerpo o como mascotas.
Sus agentes obtienen un lindo bonus si realizan un arresto.
En 2012, Drori ganó uno de los premios más codiciados en su campo: la Medalla de Conservación del Fondo Mundial de Vida Silvestre para la Naturaleza, del Duque de Edinburgo.
Sus investigaciones, operaciones de picadura y la contratación de equipos legales para enjuiciar, así como el trabajo de prensa, dice, ha llevado al arresto y condena de 900 cazadores de animales. Esta es una victoria para los gobiernos africanos y los animales cuyas vidas él ha salvado.
Nacido y educado en Tel Aviv en los años 1970, Drori tiene una crianza bastante poco convencional. A los cuatro años de edad, le fue permitido jugar con vidrio, de manera que pudo experimentar el dolor de cortarse.
“Mis padres alentaban la experiencia para que pudiera tener mi propia opinión”, explica.
Sus experimentos científicos con partes de animales disecados no estaban permitidos en su departamento, y atemorizaban a los vecinos en los pasillos.
Drori pasó sus años de escuela primaria y secundaria en la Escuela alternativa Teva, al norte de Tel Aviv. Cuando sus pares iban al club o los bares, él estaba en contacto con la naturaleza.
“Fui un autodidacta, que no le gustaba sentarse en el aula. Nunca tuve una gran relación con la autoridad”.
Ofir, su primer nombre, también es el nombre de un antiguo país africano- la reina del reinado de Sheba. Hipnotizado por las historias de su juventud que su padre le había contacto, Drori siempre quiso ver al bíblico Ofir por sí mismo. “Sheba lo describió al Rey Salomón como un lugar con diamantes y oro, y piedras preciosas”, dice.
Hoy, Drori vive en Camerún, donde comanda un equipo de locales encubiertos equipados con cámaras ocultas para filtrar las operaciones de caza furtiva.
Las amenazas de muerte y legales impregnan sus vidas, pero no mantienen despierto a Drori por la noche. El activista en él sigue adelante mientras que sus padres se enorgullecen de lo que hace.
Como activista por los animales, Drori también cuida de los humanos. Las mismas herramientas que él usa para salvar a los animales también son aplicadas a aquellos que son arrestados. “No quiero ver a los encarcelados pudrirse en prisión, sino solo asegurar que cumplan condena el tiempo que se merecen”; sostiene. Los abogados de LAGA ayudar a garantizar que aquellos sentenciados por tráfico de animales no sean abusados mientras cumplen condena.
Para Drori, sus sueños de África se han convertido en una profecía autocumplida: “Cuando volví a África después de la Armada, ya no había retorno”.
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