Dina Rúbina, escritora ruso/israelí, ha sido invitada por la casa Pouchkine, en colaboración con la Universidad de Londres, a participar en un debate literario en dicha institución. Pero para acudir, le han pedido que aclarase su posición sobre Israel.
Esta ha sido la demoledora respuesta de Rúbina:
Usted ha escrito de forma magnífica sobre mis novelas y estoy realmente triste por el tiempo que perdió ya que, aparentemente debemos anular nuestro encuentro.
Las universidades de Varsovia y de Torun acaban de cancelar las conferencias del maravilloso escritor ruso Yakov Schecter sobre la vida de los judíos en Galiztia en los siglos XVII y XIX, para «evitar agravar la situación».
Yo sospechaba que esto me atañería igualmente puesto que el medio universitario es, hoy por hoy, el principal vivero del antisemitismo más repugnante, más virulento, disfrazado de «crítica a Israel».
Yo esperaba algo de esta índole y tenía decidido escribirle un correo sobre este tema… pero lo dejé a un lado. Ya es hora de publicarlo.
Aquí está lo que quiero decir a todos los que esperan de mí un informe rápido y obsequioso sobre mi posición con respecto a mi bien amado país, que vive actualmente, (y desde siempre) acosado por feroces enemigos que buscan destruirlo.
Mi país que hoy lucha una guerra justa contra un enemigo ensañado, inmisericorde, traicionero y dispuesto a todo.
La última vez que pedí disculpas fue en la escuela primaria, en la rectoría. Tenía 9 años. Desde entonces hago lo que creo justo, escuchando solo a mi conciencia y trasmitiendo exclusivamente mi entendimiento del orden mundial y de las leyes humanas de la justicia.
Natalia, gracias por sus esfuerzos y personalmente le pido que envíe mi respuesta a todos los que se cuestionan.
El 7 de Octubre, sábado, día de la fiesta judía de Simjat Torah, el régimen terrorista de Hamás, inclemente, bien entrenado, bien preparado y bien equipado por Hamás que reina en el enclave de Gaza, (de donde Israel se retiró hace unos veinte años), atacó decenas de Kibutzim pacíficos, bombardeó a mi país con millares de misiles. Hamás cometió atrocidades que ni la misma Biblia puede describir, atrocidades que no tienen nada que envidiar a los crímenes de Sodoma y Gomorra. Atrocidades filmadas «de paso» por cámaras Go Pro, por los asesinos habiendo llegado hasta el horror de enviar las imágenes a los familiares en redes sociales, en tiempo real.
Durante horas, miles de bestias felices y ebrias de sangre, violaron mujeres, niños y hombres, disparando en la entrepierna y la cabeza de sus víctimas, mutilando los senos de las mujeres y jugando fútbol con ellos, acuchillando y sacando los bebés de los vientres maternos de las mujeres encintas para inmediatamente decapitarlos, amarrando juntos niños pequeños para quemarlos vivos.
Había tantos cadáveres carbonizados que durante muchas semanas los médicos forenses no podían encarar la enorme carga que representaba identificar a las personas.
Entre los militantes de Hamás, civiles palestinos se «colaron» y participaron en pogromos de una amplitud inusitada, saqueando, asesinando, arrasando con todo lo que caía en sus manos.
Entre esos «civiles palestinos» se encontraban 450 miembros de esta organización tan cotizada, la UNRWA (oficina de auxilios de las Naciones Unidas para los refugiados palestinos en el Cercano Oriente).
A juzgar por la felicidad total de la población (igualmente filmada por miles de cámaras móviles), Hamás es apoyado por la casi totalidad de la población de Gaza.
Pero lo esencial está aquí para nosotros: más de 200 israelíes, mujeres, niños, ancianos y trabajadores extranjeros fueron arrastrados al antro de la bestia.
Una centena de entre ellos se están descomponiendo y aun muriendo en los túneles de Hamás.
Va sin decir, que esas víctimas, de las cuales aún son burlados, no preocupan para nada a la «comunidad universitaria»
Pero no hablo de esto en este momento.
No escribo esto para que alguien simpatice con la tragedia de mi pueblo.
Durante todos estos años, mientras la comunidad internacional vertió cientos de millones de dólares sobre este pedazo de tierra (la Franja de Gaza), y que el presupuesto anual de UNRWA equivale, solo para ellos, a mil millones de dólares, durante todos estos años, Hamás utilizó este dinero para construir un imperio con un sistema de túneles subterráneos para almacenar armas, enseñar a los estudiantes desde la primaria a desmontar y ensamblar un fusil de asalto kalachnikov, imprimir manuales escolares en los cuales los problemas de matemáticas asimilan a: «hay 10 judíos, el shahid mató a 4, cuántos quedan?» apelando así al asesinato de judíos con cada palabra.
Y ahora, cuando finalmente conmocionados por el crimen monstruoso de esos bastardos, Israel lleva una guerra de aniquilamiento contra los terroristas de Hamás, que tan cuidadosamente prepararon esta guerra, que colocaron miles de armas en todos los hospitales, las escuelas, los jardines infantiles… es ahí donde el medio universitario del mundo entero está a la defensiva, preocupado por el «genocidio del pueblo palestino»… sobre los datos provenientes ¿de quién?
La comunidad universitaria, que no se preocupó de las masacres en Siria, ni por por la masacre de Somalia, ni de los maltratos infringido a los Uigures, ni por los millones de kurdos perseguidos por el régimen turco desde hace décadas, esta comunidad tan inquieta, que usa en el cuello las «arafatkas», la marca de fábrica de los asesinos, y se unen en el slogan de «desde el río hasta el mar” que significa la destrucción total de Israel, ( y de los israelíes); esos mismos «universitarios», como demuestran las encuestas, no tienen ni idea de dónde queda el río, de cómo se llama, de dónde están las fronteras. ¿Y es ese mismo público quien me pide «expresar una posición clara sobre ese asunto?»
¿ESTÁ USTED HABLANDO EN SERIO?
Como usted bien lo sabe, soy escritora de profesión desde hace más de 50 años. Mis novelas han sido traducidas a 40 idiomas entre ellos el albanés, el turco, el chino, el esperanto y muchos más aún.
Ahora, con gran placer, sin escoger mucho mis expresiones, les envío sinceramente y con toda la fuerza de mi alma, a todos los «intelectuales sin cerebro” que se interesan en mi posición, que se vayan al carajo.
Y de hecho, allá irá también usted, sin mí.
DINA RÚBINA
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