Las enfermedades contagiosas, al igual que el agua, no conocen fronteras. No distinguen entre pueblos, países, religiones, ni reconocen conflictos. No observan tratados, armisticios ni ningún cese al fuego. Estas afectan a todos los estados e individuos, planteando desafíos en las áreas económicas, sociales y de salud para todos.
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