Es jueves 4 de diciembre, y Benjamin Netanyahu anunció un nuevo director del Mossad—y no es quien ustedes esperarían. Esta mañana, Bibi nombró a su secretario militar Roman Gofman para reemplazar a David Barnea, quien está a punto de terminar su mandato de cinco años como jefe del Mossad en junio del 2026.
El nombramiento de Gofman es significativo e innovador por razones múltiples. Vamos a desglosarlo.
Primero, marca un hito para los aproximadamente un millón de judíos que huyeron de los estados postsoviéticos hacia Israel. Nacido en Bielorrusia, Gofman está a punto de convertirse en el más alto funcionario israelí en la historia en haber nacido en la URSS.
Seguro, eso es lindo—pero ¿cuáles son sus credenciales? Su rango actual es general de división, el segundo más alto en las FDI. Uniéndose al ejército en 1995, él sirvió inicialmente en el Cuerpo de Blindados, y más tarde luchó en la zona de seguridad de Israel en el sur de Líbano y comandó batallas en Judea y Samaria y Gaza.
Más recientemente, él lideró una campaña de las FDI para impedir que Irán convierta los Altos del Golán en otro frente contra el estado judío, antes de asumir la posición del secretario militar de Netanyahu el año pasado.
Y sí—él también combatió en Sderot el 7 de octubre, y fue herido cuando una bala impactó su rodilla.
Pero credenciales y logros personales a un lado, este nombramiento carga enorme importancia para el aparato de seguridad de Israel.
Primero está el hecho que Gofman es alguien de afuera. Sus tres predecesores pasaron 100 años en el Mossad combinados. Gofman, mientras tanto, no tiene un día en la agencia con su nombre, y se convertirá en el primero de afuera en ser nombrado director del Mossad desde Meir Dagan en el 2002.
Esto plantea una pregunta obvia: ¿por qué Bibi no escogería a alguien de adentro de a agencia de espías de Israel? Después de todo, Barnea ciertamente tenía sus propias recomendaciones—no importa el hecho que el Mossad sea visto por muchos israelíes como el único organismo de seguridad que opera como debería.
Aunque no lo dijo en su anuncio, la elección de Gofman por parte de Netanyahu demuestra un nivel de desconfianza del Mossad, y puede incluso sugerir que él cree que la agencia necesita una renovación seria. El primer ministro, parece, ve a Gofman como el hombre del momento. De hecho, Gofman es conocido por un enfoque ofensivo en temas de seguridad, tanto así que en la ceremonia de despedida en el 2019 para el saliente Jefe del Estado Mayor de las FDI, Gadi Eisenkot, Gofman arremetió contra el liderazgo del ejército desde el podio por no ordenar que las FDI actúen tan enérgicamente como deberían.
Genial, ¿entonces Bibi lo eligió por eso? No precisamente. Hay un factor más a considerar—uno que Netanyahu seguramente nunca dirá explícitamente. En los últimos 13 meses, el primer ministro ha reemplazado a los jefes de las FDI y del Shin Bet, tanto como a su ministro de defensa. Y ahora, con el nombramiento de Roman Gofman para dirigir el Mossad, Netanyahu ha terminado finalmente de rearmar el estamento de seguridad de los peces gordos de Israel a su imagen.
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