jueves, 21 de febrero de 2013
Una tarea escabrosa
Saber mantener el equilibrio
Ya casi ha transcurrido un mes desde las elecciones generales y, en forma aparente, la formación del "gobierno fuerte", tarda en concretarse. Se van despejando algunas incógnitas y se van complicando otras. Pero una visión concreta y de análisis, con un tono realista, indica que dilucidar la ecuación no será nada sencillo.
Hay elementos puntuales que no pueden omitirse y como consecuencia de ello, la dificultad se agrava.
Debemos reconocer que el futuro Primer Ministro deberá bordar una frágil telaraña y sobre ella elaborar su futuro gabinete.
Hay cosas que están claras. Por ejemplo, los dos representantes de Kadima se integrarán al gobierno, cualquier sea la composición y los demás partidos que se sumen al mismo
El P.M. desea que Shas forme parte del nuevo gobierno. Es casi improbable que no se llegue a un acuerdo entre Likud-Beiteinu y Shas a pesar que ni Lieberman quiere a los religiosos ortodoxos sefaradíes, ni éstos lo quieran a él.
Con Iadut Ha Torá ocurrirá algo parecido a lo detallado más arriba con Shas. El partido de Yakov Leitzman integrará el gobierno ocupando algún vice ministerio con rango de ministro sin jurar y alguna presidencia de comisiones importantes en la Kneset.
Tendríamos pues 51 javer ha Kneset que responderán íntegramente a Netanyahu. El dilema son los 10 restantes.
¿Cuáles son las opciones?
La que parecería la más lógica y que realmente fortificaría al gobierno es la incorporación de Yesh Atid al gobierno. Yair Lapid ha sido uno de los grandes vencedores de la contienda electoral y goza de amplia simpatía del electorado en general. Incluso de quien no lo votó. El gran problema con Lapid es que exige lo que llama la igualdad de las obligaciones de los ciudadanos ante la ley. Eso quiere decir en finas palabras, que exigirá que los miles de alumnos de estudios religiosos se incorporen al ejército o por lo menos que realicen durante tres años tareas comunitarias. Eso no es aceptado por la dirigencia ortodoxa con lo cual dificulta el ingreso por la idea del P.M en mantener a estos partidos dentro del gobierno. La ley Thal ya no existe y teóricamente todos los estudiantes de ieshivot pueden ser convocados en estos momentos a cumplir con sus obligaciones militares. Existen también divergencia de orden económico y social por lo pretendido por Lapid para la clase media y las parejas jóvenes, pero eso sería negociable con un plan orgánico, elaborado a mediano plazo, de acuerdo a las posibilidades presupuestarias. Por el momento las posiciones parecen fuertemente encontradas pero ya veremos como a medida que se acerque el plazo final para presentar el nuevo gobierno, automáticamente las divergencias se acortarán.
La firme posición que están tomando Lapid y Benett, que aparentaban ser sus aliados naturales, lleva a Netanyahu a mirar con simpatía a sus tradicionales adversarios, Avodá, y los últimos adversarios, Hatnua, el partido de Tzipi Livni hasta hace poco cabeza de la oposición.
Esa inclinación hacia las "mujeres" debería no ser fácil. Shelly Yachimovich manifestó en forma concreta que no formaría parte de un gobierno encabezado por Bibi y Amir Perez se enroló tras las filas de Tzipi porque justamente Shelly no manifestaba públicamente lo que finalmente hizo.
Los parámetros de Avodá con el Likud dentro de la esfera económica soy muy distantes. La idea primordial de Bibi es mantener un equilibrio fiscal a ultranza y siguiendo las viejas escuelas monetaristas. Shelly pretende un equilibrio social y eso significa mucho dinero. Habrá que repartir distinto.