miércoles, 27 de febrero de 2013
La guerra civil siria no se puede ganar
Aunque la guerra ya llego a Damasco, el supuesto avance de los rebeldes es tan cierto como los éxitos que se adjudica el régimen de Asad en reprimirlos. En medio de tal situación, la ONU lleva contabilizados setenta mil muertos. Al mismo tiempo, Occidente continua sin comprender que debe desarrollar una política intermedia entre la estrategia de ‘ir por todo’ de George Bush y ‘la parálisis’ de Barak Obama, que sigue pensando que si interviene cargara con el problema, por tanto es mejor no involucrarse.
Para resolver el conflicto sirio se debe considerar el caso de Irak. La lección de siria es que allí están en juego profundos intereses y conflictos entre corrientes históricas: Arabia Saudita-Qatar-Irán, suníes contra alawitas y chiitas y, por si fuera poco también kurdos contra árabes. Pero hay similitudes con Irak, donde EE.UU. debió mantener sus tropas un tiempo más allí para ayudar a transitar del sectarismo al pluralismo y no intentar resolver las cosas con unas elecciones insustentables como las 2010. Si decidieron ir allí, debieron quedarse lo necesario y no huir pavorosamente como lo decidió el señor Obama.
El modo de detener la guerra siria debe ser el de proporcionar un marco legal que asegure a los alawitas que no habrá venganza contra ellos en la era post-Assad. Esto liberaría el peligro real de que Siria se convierta en un Estado fallido ganado por el caos y que la guerra continúe profundizando el odio sectario. Se equivoca el gobierno estadounidense y también el británico cuando emiten declaraciones apoyando la idea de rendición de cuentas de Assad y sus allegados. Esas posiciones son entendidas por la secta alawita -a la que el presidente y su familia pertenecen- como una lucha a muerte y aleja cualquier posibilidad de reconciliación en el país.
Lo que debe primar es un programa de "verdad y reconciliación" como el que ayudó a resolver graves conflictos en Sudáfrica e Irlanda del norte. Un proceso de transición podría comenzar con expertos internacionales y locales del régimen y de los rebeldes. Los partidarios de Assad que acordaran cooperar podrían obtener una amplia amnistía y bien podrían integrar un nuevo gobierno de transición. Ello detendría la guerra civil. A los alawitas que no están en el círculo íntimo de Assad se les debe ofrecer la seguridad de que no habrá represalias contra ellos, no cabe duda que muchos alawitas están con Assad porque temen que su caída comprometa su propia supervivencia. La gran mayoría cree que serán ejecutados sin opción alguna y este hecho está ayudando a Assad a militarizar toda la secta en una lucha de vida o muerte
El tiempo se agota para Siria y el país se derrumba hacia un estado fallido y anárquico. Con los rebeldes teniendo el control de Aleppo y los coches bombas estallando en Damasco, algunos de sus comandantes ya están tomando justicia por mano propia y actúan igual a los shabihas (paramilitares del régimen), según declaraciones del enviado de la ONU, Lakhdar Brahimi quien advirtió la semana pasada que sin una solución política, Siria se transformara en un infierno.
Lo cierto es que Siria es el espejo de Irak. La única forma de ver ahí una transición moderada y pluralista es con un acuerdo y un programa consensuado por una resolución de la ONU respaldada por Rusia y con un árbitro bien armado en el terreno que seduzca, convenza y obligue a todas las partes a vivir juntas. La guerra siria no se puede ganar. Solo se puede suprimir. Eso es el Oriente Medio y el Mundo Árabe. Es hora que Occidente se pregunte ¿Que fines desea y persigue en la región?, Y en tal caso, más nos vale que escojan los medios adecuados para alcanzarlos, nos gusten o no. Los Estados Unidos y la Unión Europea no pueden cambiar su política y no pagar el precio por ello