martes, 19 de febrero de 2013
Herodes el Grande regresa a Jerusalén 2.000 años después
El Telégrafo, Ecuador
La controvertida figura de Herodes el Grande, el rey cruel, lujurioso y megalómano pero también el gran constructor de colosales palacios, templos y obras públicas, regresó ayer a la Ciudad Santa de la mano de la mayor exposición arqueológica realizada nunca antes en Israel.
Bajo el título de “Herodes el Grande: el ultimo viaje del rey”, la muestra sigue el hilo conductor trazado por su cortejo fúnebre desde su palacio de invierno, en Jericó, hasta el gigantesco mausoleo que se hizo construir en Herodión, cerca de Belén, para exhibir la cara menos conocida del monarca que gobernó Judea durante 33 años (37-4 a.C.).
Por miedo a perder su poder, Herodes mandó matar a una de sus diez mujeres y a tres de sus hijos, incluso ordenó encerrar en el hipódromo de Cesarea a 300 notables de la época para que fueran ejecutados a su muerte y conseguir así que esta fuese la más llorada de todos los tiempos, una orden que nadie quiso cumplir en cuanto desapareció.
Pero el rey levantó también el Segundo Templo de Jerusalén, la fortaleza de Masada, la ciudad de Cesarea, lujosos palacios y su propio mausoleo de Herodión, cuya reconstrucción en una de las salas del Museo de Israel es uno de los principales atractivos de la exposición. “Herodes tiene muy mala prensa, se le conoce como un asesino, pero queríamos arrojar alguna luz sobre el gran constructor, el apasionado del arte, el político, el prolífico amante, el hombre”, explicó a Efe el comisario de la muestra, David Mevorah.
Para ello, los expertos del museo han reconstruido durante tres años más de 250 objetos, mosaicos, baldosas, sarcófagos, ánforas y pinturas, a partir de los miles de fragmentos encontrados entre las ruinas de los yacimientos arqueológicos herodianos.
Pero además se han transportado cerca de 30 toneladas de piedra en forma de columnas, frisos, capiteles, frontispicios o piletas para recrear en el museo el salón del trono del palacio de Jericó o la sala real y el mausoleo de Herodión.
El suelo del Museo de Israel tuvo que ser reforzado para soportar el peso de la piedra y sus techos debieron elevarse para dar cabida a la recreación de la cámara funeraria del monarca. “Es la exposición arqueológica más compleja que hemos hecho nunca y también la de mayor inversión”, afirmó el director del museo, James Snyder, quien destacó los logros de Herodes en mantener “fuertes lazos con la Roma imperial y facilitar al mismo tiempo el florecimiento de un período muy importante en la historia de la cultura judía”, el del Segundo Templo.
El rey ordenó destruir, a su muerte, todas las obras arquitectónicas alrededor de su mausoleo, coronado por una torre de 25 metros de altura en la ladera de una colina orientada hacia Jerusalén, para que este pudiera apreciarse en todo su esplendor desde lejos.