miércoles, 20 de febrero de 2013
Obama y el misterio de Palestina
Barack Obama llega a la Casa Blanca tras un acto en Annapolis (Maryland)
Cuando brotaron las revelaciones de WikiLeaks, un periódico español publicó que de ellas se deducía que Rubalcaba había sugerido que había que esforzarse por que Obama, supuestamente en total sintonía (?) con Zapatero después de una conversación telefónica de 10 minutos, escogiera España como primer país a visitar en su mandato. La idea era totalmente pueril, voluntarista, no había razón imaginable por la que el hombre, en ese momento, más deseado del mundo debutara oficialmente en España. Las prioridades de un presidente estadounidense son otras, Berlín, Pekín, Londres, Canadá y México como países vecinos etc...
Ahora Obama va a arrancar su segundo mandato con una visita a Israel que ha despertado numerosos interrogantes, más que sobre el hecho, Israel es un aliado privilegiado de Washington, sobre el momento.
La pregunta clave es si el presidente 'yanqui' quiere relanzar el proceso de paz en Oriente Medio, cuestión de la que salió escaldado en los primeros momentos de su 'reinado', con un Netanyahu desafiante que siguió creando asentamientos en territorio palestino en contra de la petición expresa de Obama.
El 'New York Times' es por ello cauto. Apunta que los dos países tienen muchas cuestiones de las que tratar, candentes algunas como el avispero de Siria y la carrera de Irán hacia la bomba nuclear, y concluye que no parece que sea el momento para que Obama presente un ambicioso plan de paz entre Israel y los palestinos. El National Jewish Council de Estados Unidos, que aportó un considerable apoyo al presidente en la reciente campaña electoral, también parece satisfecho con que el plan de paz no esté en la agenda de las conversaciones. Es lo que satisfaría a Netanyahu.
Con todo, resultaría extraño que, sin alharacas -el portavoz de la Casa Blanca tampoco ha aludido al tema al hablar del viaje -, Obama no abordase en absoluto una vital asignatura pendiente de la política exterior estadounidense y por la que es fundamentalmente juzgado en la opinión publica árabe.
Es lógico que el presidente intente no despertar expectativas que, dado el talante de Netanyahu y el apoyo que el israelí encuentra en el Congreso estadounidense, pueden resultar frustrantes. También que cumpla la promesa que hizo en la campaña electoral de peregrinar a Israel cuando Romney y los portavoces republicanos le reprochaban su tibieza hacia el Estado judío. Es asimismo posible que el gesto del viaje sirva para calmar la irritación de influyentes políticos republicanos que encuentran "demencial" que Estados Unidos entregue en estos días los cuatro primeros F-16 de un lote de 20 que Washington se comprometió a proporcionar a Egipto dentro del programa de ayuda de 1.300 millones de dólares. Egipto, en la era Mubarak, era un buen aliado de Estados Unidos en la zona, pero muchos políticos 'yanquis' se oponen a ayudar a un régimen mediatizado por los hermanos musulmanes. Un congresista americano ha dicho que es una insensatez total armar a un presidente, el egipcio Morsi, que antes de llegar al poder sólo tenía dos enemigos, Israel y Estados Unidos.
Todas estas razones explican el viaje. Pero muchos observadores, muchos admiradores de Obama y de sus buenas intenciones en la arena exterior, quedarían muy defraudados, y no solo en el mundo islámico, si el presidente pasa sobre ascuas sobre la dolorosa cuestión del problema palestino.
http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/cronicasdeundiplomaticojubilado/2013/02/07/obama-y-el-misterio-de-palestina.html