Cuando parecía que se estaba calmando la situación en lo que se ha dado en llamar la ‘Intifada de los cuchillos’, con varias semanas sin apenas incidentes ni ataques terroristas, el fuego que calcinó el autobús de Jerusalén sirvió también para avivar el temor al resurgimiento de terroristas suicidas en el corazón de las ciudades y pueblos israelíes.
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