Obama, sin duda, seguirá disfrutando de un amplio apoyo entre los judíos estadounidenses, pero esto no quiere decir que su política en Medio Oriente será buena para Israel.
05/07/2011
A juzgar por las tendencias de votación durante las últimas tres décadas, el presidente demócrata Barack Obama puede estar seguro que recibirá una mayoría de los votos judíos en las elecciones presidenciales de 2012. Incluso Ronald Reagan, quien fue el único candidato presidencial republicano moderno en desafiar seriamente el dominio de los demócratas entre los judíos, reunió sólo un 39% del voto judío en las elecciones de 1980. Con posterioridad los candidatos republicanos han recibido desde el 11% al 24% del voto judío. En las últimas elecciones, John McCain recibió el 22% contra el 78% de Obama.
Dicho esto, un informe elaborado por Ben Smith en Politico a finales de junio, el cual ha generado un poco de atención, afirma haber localizado un posible "punto de inflexión" en la opinión pública judía estadounidense. El desacuerdo de Obama con el Primer Ministro Binyamin Netanyahu, durante la visita del último en mayo a Washington, supuestamente ha obligado a más judíos de centro-izquierda a reconsiderar su lealtad política ante las elecciones presidenciales del próximo año.
Una nota particular ha sido hecha de la polémica suscitada por la declaración de Obama durante su discurso ante el AIPAC que Israel debería adoptar las líneas de armisticio de 1949 del país - a las cuales el presidente de EEUU se refirió como las fronteras de 1967 con "intercambios de tierras," como una base para las conversaciones de paz.
Podría bien ser una exageración, sin embargo, afirmar que el presidente estadounidense está perdiendo el voto judío por su política frente a Israel.
Como el jefe de la oficina Washington del JTA, Ron Kampeas, escribió en su blog hace poco, las encuestas de AJC en los últimos cuatro años han demostrado que Israel ha clasificado no más que 5ª en la lista de prioridades de los votantes judíos de América."
Clasificando más alto están los asuntos internos tales como desempleo, precios de las casas y cuidado de salud, y conflictos militares internacionales en los cuales las vidas de soldados estadounidenses estuvieron bajo peligro constante.
Además, un reciente sondeo del Centro de Investigación Pew encontró que los estadounidenses en general (no hay desglose de judíos) perciben que la administración Obama tiene un enfoque fundamentalmente positivo hacia Israel. En un estudio llevado a cabo pocos días después del discurso de Obama el 19 de mayo ante el Departamento de Estado y el discurso del 22 de mayo ante el AIPAC, el 50% dijo que el presidente estaba encontrando el equilibrio adecuado en la situación en Medio Oriente, mientras que el 21% dijo que el favorece demasiado a los palestinos.
Una combinación de factores parece estar reuniendose para garantizar que la administración Obama, una vez más disfrute de la gran mayoría de los votos judíos. E incluso si hay algunos retrasos en los estados indecisos como Florida, donde los demócratas necesitan una mayoría absoluta de los votos judíos para contrarrestar la mitad norte, tradicionalmente conservadora del estado, es probable que esto sea más que debido a los problemas nacionales o internacionales no relacionados con Israel.
Independientemente de los resultados del sondeo de Pew, sin embargo, puede haber existido un giro hacia lo peor en la posición de la Casa Blanca hacia Israel, como Elliott Abrams, miembro asociado para Estudios Medio-Orientales del Consejo de Relaciones Exteriores con sede en Washington argumentó en una entrevista con Herb Keinon del The Jerusalem Post que apareció en el diario del viernes.
Un buen ejemplo que apunta a este cambio es la negativa de Obama a reafirmar la carta del 2004 del ex presidente George Bush, aprobada por la abrumadora mayoría en ambas cámaras del Congreso. Un elemento central de la carta era su rechazo a la idea que cualquier acuerdo israelo-palestino incluiría un regreso completo y pleno a las líneas de armisticio de 1949. Obama, por el contrario, ha insistido en el uso de las fronteras de 1949 como base para las conversaciones, con intercambios de tierras para compensar a los palestinos de los territorios más allá de las líneas de armisticio que permanecerán bajo control israelí. En esencia, esto significa que Israel se verá obligada, de acuerdo con Abrams, a "ceder territorio soberano de la Línea Verde para mantener el Kotel", una exigencia "ridícula" que debilita gravemente la posición de negociación israelí.
Otro ejemplo dado por Abrams es un enfoque diferente de la administración Obama a las Naciones Unidas. El gobierno de Bush tuvo nueve vetos bloqueando resoluciones anti-Israel en el Consejo de Seguridad durante un período de ocho años, con la convicción que la ONU está inherentemente sesgada contra Israel. Por el contrario, la administración Obama "está desesperada por evitar los vetos", dijo Abrams.
Abrams también dió a entender que hasta ahora Obama podría haber estado restringido por la política interna y que en un segundo mandato el podría sentirse más libre para colocar más presion sobre Israel. Tal vez esto ayude a explicar el éxito de los palestinos en utilizar su intento de declaración de estado en septiembre en la ONU para poner presión sobre Israel.
Obama, sin dudas, continuará disfrutando de un amplio apoyo entre la comunidad judía estadounidense. Pero es un pensamiento sobrio, mientras EEUU celebra el 4 de julio, que esto no significa que sus políticas para Medio Oriente serán buenas para Israel.
Fuente: The Jerusalem Post- Traducido especialmente para el blog de OSA Filial Córdoba
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