jueves, 11 de diciembre de 2025

DE NATIONAL SECURITY JOURNAL

IRAN ESTA EMPUJANDO AL MEDIO ORIENTE AL BORDE DE LA GUERRA

Por Joe Varner
Diciembre 3, 2025


Puntos clave y resumen – 
  • Irán está empujando al Medio Oriente hacia su crisis más peligrosa en décadas, combinando opacidad nuclear, guerra indirecta, y coerción
    marítima con creciente confianza en que puede sobrevivir—e incluso ganar—una guerra regional.
  • Teherán ve a Estados Unidos distraido, a Israel restringida, y a Europa preocupada, mientras sus redes en Líbano, Gaza, Irak, Siria, y Yemen atacan a los oponentes en múltiples frentes.
  • Con la supervisión de la AIEA colapsando y las fuerzas de misiles en expansión, está aumentando el riesgo de error de cálculo.
  • El artículo argumenta que Washington y sus aliados deben restaurar la transparencia nuclear, reforzar la disuasión, y crear un marco de seguridad regional más amplio ahora, antes que la escalada de Irán provoque un conflicto que nadie pueda contener.

Irán está empujando al Medio Oriente hacia una guerra que nadie puede controlar
El error de cálculo, la ambición, y la opacidad en Teherán podrían encender un conflicto más grande que cualquiera que el Medio Oriente haya visto en décadas.
El Medio Oriente ha entrado en su período más volátil desde la caída del Shah en 1979. Ese evento destrozó el equilibrio de fuerzas de la región reemplazando un estado principal pro-occidental por una teocracia inclinada a exportar su ideología. Esto encendió cuatro décadas de guerra indirecta, rivalidad sectaria, e inestabilidad estratégica a lo largo del Medio Oriente.
El peligro hoy no es una sola chispa o un error de cálculo único — es la convergencia de la opacidad nuclear de Irán, su guerra indirecta, su coherción marítima, y su creencia en expansión que no sólo se puede sobrevivir a un enfrentamiento regional, sino que se lo puede ganar.
Esta es la amenaza fundamental que enfrenta el sistema internacional: un régimen iraní que se siente envalentonado, no monitoreado e irrestricto.
El mensaje público de Irán tras la Guerra de los 12 Días este verano fue que el régimen emergió victorioso, retuvo su cohesión, y podía absorber costos mucho mayores. Esta postura pública señala una confianza peligrosa en que Irán puede sobrevivir a sus adversarios en una guerra regional prolongada.
La información reciente deja en claro que Irán se está preparando para un conflicto de escala mucho más grande que las escaramuzas que han dominado los titulares en los años recientes. La captura de un buque petroero por parte de Teherán en el Estrecho de Ormuz, sus preparativos públicos para una salva de misiles masiva, y su rechazo a conceder acceso a a Agencia Internacional de Energía Atómica a los sitios nucleares bombardeados, todos apuntan en la misma dirección. Este es un país que está actuando como si la guerra fuera inevitabe y formando su postura de forma acorde.
Múltiples caminos escalatorios están convergiendo a la vez. El liderazgo de Irán ya no ve más la confrontación como algo a ser disuadido. Ve oportunidad.
A lo largo de Líbano, Gaza, Siria, Irak, y Yemen, la red indirecta de Irán ha sobrevivido a los sacudones del año pasado, y se ha adaptado. Hamas, a pesar de sufrir pérdidas catastróficas, sigue siendo capaz de represión interna y ha reafirmado el control sobre áreas de la Franja de Gaza evacuadas por Israel. Hezbola, degradado por Israel temprano en el conflicto, ha recuperado una parte de su capacidad operativa y está reconstruyendo su infraestructura a lo largo del sur de Líbano. En Irak, las milicias chiíes alineadas con Teherán están presionando al sistema político mientras se movilizan contra los intereses estadounidenses e israelíes. En Yemen, los hutíes están movilizando abiertamente a las tribus bajo las banderas que piden "muerte a Estados Unidos" y “victoria al Islam.”
Estos acontecimientos reflejan una estrategia iraní coordinada para tensar a los adversarios a lo largo de múltiples frentes, desbordar los ciclos de toma de decisiones, y crear suficiente ambigüedad para disfrazar la propia mano de Teherán en la escalada.
En el centro de esta estrategia se sitúa en programa nuclear de Irán. El colapso de los mecanismos de transparencia, limitados como fueron, ha creado un vacío de información que beneficia sólo a Teherán. Con los inspectores bloqueados, la plantas bombardeadas sin investigar, y cantidades de uranio enriquecido no verificadas—y una nueva planta en la Montaña Pickaxe—Irán ha creado las condiciones para una crisis en la cual cada parte percibe lo peor sobre la otra y actúa de forma acorde. El error de cálculo prospera en la oscuridad.
El mundo ha estado aquí antes, incluso anteriormente este año en el período previo a la Guerra de los 12 Días. Lo que difiere ahora es que el liderazgo de Teherán parece haber concluido que la confrontación es inevitable y puede incluso fortalecer su posición. Ve a Estados Unidos dividido y tensado, a Israel restringida política y militarmente, y a Europa distraída por Ucrania y la fragmentación interna. Ve el Estrecho de Ormuz como una influencia sobre los mercados globales de energía. Y ve a sus fuerzas satélites como un multiplicador de fuerzas capaz de hacer sangrar a los oponentes sin provocar la represalia directa en suelo iraní.

Iran Missiles
Capacidad de misiles de Irán. Image Credit: Creative Commons.
Esta evaluación es peligrosamente defectuosa. La próxima guerra que Irán libre contra Israel no se parecería a los conflictos recientes en Gaza o Líbano. Sería más generalizada, más rápida, y mucho más destructiva. Las fuerzas estadounidenses en el Golfo sería atacadas inmediatamente. Israel enfrentaría el mayor bombardeo de misiles y drones en su historia. El Estrecho de Ormuz podría cerrarse, incluso temporalmente, enviando al caos a los mercados globales de la energía. Y los estados regionales—Arabia Saudita, Emiratos Arabes Uidos, Jordania, Irak—serían obligados a entrar al conflicto desearan o no participar.
Tal guerra no permanecería contenida. Atacaría las cadenas de suministro, la inflación global, las tasas de seguros marítimos, y los flujos internacionales de energía. Tensaría la unión de la OTAN, complicaría la competencia de las grandes potencias en el Indo-Pacífico, y crearía una oportunidad para que Rusia y China aprovechen la distracción y unidad tensada occidentales. Las entidades terroristas apoyadas por Irán es probable que ataquen objetivos en Europa, Norteamérica, y potencialmente Sudamérica.
Además, Irán ha pasado años refinando un programa de guerra de información que activaría en las primeras horas de un conflicto. Los medios de comunicación controlados por el estado, unidades cibernéticas, y redes de desinformación de sus aliados amplificarían narrativas ideadas para fracturar a los públicos occidentales, socavar la confianza en los gobiernos, y complicar la toma de decisiones coordinada. La integración de operaciones cibernéticas de Irán con la planificación cinética ahora es más sofisticada que durante las escaladas previas, aumentando la probabilidad que la infraestructura en Europa y Norteamérica, no sólo en el Medio Oriente, podrían enfrentar interrupción.
Potencias occidentales intermedias tales como Canadá, Australia, o el Reino Unido, muy a menudo arrulladas en el pensamiento que las crisis meso-orientales son distantes, no estarían aisladas. Un gran conflicto interrumpiría los mercados globales, haría saltar la inflación, amenazaría la seguridad energética, y forzaría duras decisiones acerca de los compromisos de la alianza. Pondría a prueba a los servicios de inteligencia, la preparación militar, y la agilidad diplomática en una época en que todos ya están bajo tensión.
El mundo no puede permitirse tropezar en este conflicto.
Primero, los políticos deben reconocer que la dinámica actual no es estática. La opacidad nuclear de Irán, la sincronización con los satélites, la coerción marítima, y la radicalización política son todas señales de escalada.
Durante años, el Occidente ha confiado en presunciones sobre la restricción iraní, el faccionalismo interno, o la influencia moderadora de la presión económica. Esas presunciones ya no se sostienen más. El liderazgo de Irán ha demostrado una voluntad de absorber las sanciones, soportar la agitación interna, y asumir significativos riesgos militares en busca de sus ambiciones revolucionarias. La comunidad internacional debe construir política en torno a esta realidad.
En segundo lugar, la comunidad internacional debe restaurar la supervisión nuclear significativa. Sin transparencia, cada momento se vuelve un gatillo potencial; cada rumor se vuelve una amenaza.
Tercero, Estados Unidos y sus aliado deben apuntalar la disuasión. Esto significa postura sostenida, no simbólica, y militar. Significa líneas rojas creíbles para la interferencia marítima. Significa un mensaje coordinado a Teherán que una escalada en múltiples frentes no tendrá éxito.
Finalmente, los actores regionales deben ser llevados dentro de un marco diplomático que aborde ambos riesgos inmediatos y la arquitectura de seguridad a largo plazo. El Medio Oriente ha soportado décadas de ceses de fuego episódicos y treguas temporarias. Lo que necesita ahora es compromiso sostenido que reduzca los incentivos para que Irán apueste a la guerra.
La historia está llena de guerras que los líderes creyeron podían manejar. Pocos de ellos terminaron como tenían intención. Irás está moviendo la región hacia un conflicto que englobaría no sólo a sus vecinos, sino al mundo. Las luces de advertencia están destellando. El rumbo responsable es actuar antes que se pongan rojas. La opción ante nosotros es simple: enfrentar la escalada de Irán hoy, o enfrentar una guerra regional bajo los términos de Irán mañana.
 
Joe Varner es el Subdirector de la Conferencia de Asociaciones de Defensa, miembro prinipal en el Instituto Macdonald-Laurier en Ottawa, y el Centro para la Prosperidad y Seguridad Norteamericana en Washington, D.C.

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