jueves, 10 de enero de 2013

Jaim Najman Bialik, el poeta nacional judío

Jaim Najman Bialik, el poeta nacional del hebreo moderno, nació en Rady, una pequeña aldea de Wolhynia en Rusia, el 9 de enero de 1873, en el seno de una familia observante. Su educación fue religosa, en 1890 ingresó en la Yeshiva de Volozin (academia talmúdica de la ciudad de Volozin. Lituania), pero en 1892 se trasladó a Odesa, donde vivió modestamente dando clases particulares de hebreo y realizando traducciones a ese idioma de autores alemanes y rusos, a la vez que comienza su intensa producción poética inspirada en la infancia, el amor platónico, la belleza de los paisajes y sus vivencias en la yeshiva: Ba Sadeh (En el campo), de 1894, Mikhtav katan li katva (Ella me ha escrito una breve carta), de 1897, Al af Beth HaMidrash (En el umbral de la escuela), de 1894, y El estudiante asceta, del mismo año. En varias de sus obras Bialik adopta un lenguaje sencillo, por ejemplo en el poema en prosa Megilat HaEsh (El rollo de fuego) o en Abriendo la ventana (1903). Miembro activo del movimiento sionista, varios de sus poemas son críticos a la resignación con que miembros de la comunidad aceptaban la opresión en que vivían, a la vez que denuncian la marginación y las matanzas que sufrían, lo que expresa en su novela corta Arieh Baal Gouf (Arieh el Corpulento) o en sus poemas Pequeña epístola de la Diáspora a un hermano de Sión (1894), Matanza (Al Ha Shekhita, 1903), Cantos de la ira (1904) y La ciudad del exterminio (Belr Ha Harega, 1904), estos últimos inspirados en el progrom de Kishinev. Simultáneamente a su creatividad literaria, Bialik desarrolló una importante actividad de divulgación del idioma hebreo, fundando la editorial Devir, para la que tradujo, entre otros autores clásicos, a Shakespeare y a Cervantes. Decepcionado por la orientación tomada por la Revolución Rusa, en 1920, por mediación de Máximo Gorki, a Bialik se le permitió abandonar la Unión Soviética, pasando a residir en Berlín por unos años, hasta que en 1924 se estableció en Tel Aviv, donde desarrolló una intensa actividad intelectual entre la comunidad judía. La obra de Bialik abarca también, entre otras, el relato autobiográfico Safiah (Renuevo), una edición crítica de los poetas judeo-españoles y una antología de hagadot (El libro de la leyenda): de las leyendas, fabulas y sentencias morales de la Hagadá. El 4 de julio de 1934 (21 de Tamus 5694), en Viena, fallece Jaim Najman Bailik, luego de una intervención quirúrgica, siendo su cuerpo inmediatamente trasladado para su entierro a la ciudad Tel Aviv, su lugar de residencia en Eretz Israel (la tierra de Israel). Poemas de Jaim Najman Bialik A la hora del crepúsculo A la hora del crepúsculo ven hacia la ventana y reclínate sobre mí, rodea amorosamente mi cuello, pon tu cabeza sobre la mía, y así, a mi vera, permanece. Dulcemente abrazados, en silencio, hacia la maravillosa luz, levantaremos nuestros ojos; y soltaremos libremente a la faz de los cielos luminosos todas las ansias de nuestro corazón. Se remontarán hacia lo alto, con presto volar, como palomas; en la lejanía, como perdiéndose, se celarán, y hacia las colinas de púrpura, las islas por la luz doradas, con vuelo remansado bajarán. Ellas son las islas remotas remotas, los mundos superiores, que en nuestros sueños contemplamos, las cuales nos convirtieron en peregrinos bajo todos los cielos e hicieron de nuestra vida un infierno. Ellas son las islas de oro, por las cuales ansiamos como por la tierra patria, por la que todas las estrellas de la noche envían sus guiños con su rayo de luz parpadeante. Por ellas hemos quedado como tallos en tierra árida, sin amigos ni compañía; como dos errantes, en perenne errabundez, sobre la faz de una tierra extraña. Poema extraído de Poesía Hebraica Postbíblica Millás Villacrosa (traductor y compilador) José Janés Editor Barcelona, 1953 A un pájaro Bendito sea tu regreso, pájaro amable, desde las tierras templadas hacia mi ventana! ¡Cuánto ansió mi alma por tus melodiosos trinos cuando en el invierno abandonaste mi morada! Canta, pájaro hermoso, cuéntame maravillas de los países lejanos. ¿Acaso allí, en la tierra templada y hermosa, abundan también las penas, las calamidades? ¿Acaso me traes buenas noticias de mis hermanos de Sión, de mis hermanos tan alejados y a la vez tan próximos? ¡Ay, hermanos felices! ¿Acaso pueden sospechar que yo, infeliz de mí, he de soportar tales quebrantos? ¿Acaso pueden barruntar el cúmulo de enemigos que aquí me rodean, el número de adversarios que contra mí se levantan? ¡Cuéntame, pájaro mío, las maravillas de aquella tierra En la cual la primavera mora perennemente! ¿Acaso me traes buenas noticias de lo mejor de aquella tierra, de sus valles, de sus llanos y hoyadas, de sus cumbres? ¿Acaso el Señor ha perdonado, ha compadecido a Sión, si es que aun ella yace abandonada entre sepulcros? El valle de Sarón, los alcores del incienso, ¿aun siguen produciendo su mirra, aun florece allí su nardo? ¿Acaso despertó de su antiguo sueño entre los bosques el viejo Líbano, soñoliento y amodorrado? ¿Aun desciende, como aljófar, el rocío sobre el monte Hermón, aun desciende y cae pródigamente como lágrimas abundantes? ¿Cuál es la suerte actual del río Jordán y de sus luminosas aguas? ¿Qué noticias traes de sus montes y colinas ondulantes? ¿Acaso se apartó de sobre ellos la pesada nube que extendía calígenes y sombras de muerte? ¡háblame, pájaro mío, acerca de la tierra que meció la vida y la muerte de nuestros padres! ¿Acaso se mustiaron los vegetales que yo allí planté, de análogo modo como yo mismo me he mustiado? Quisiera recordar los días en los cuales yo florecía a la par con ellos, Pero al presente me encuentro envejecido, abandonáronme mis fuerzas. ¿Me contarías, pájaro mío, el secreto de todo hálito de planta, y lo que sus hojas te han musitado? ¿Acaso albriciaron misericordias, si es que esperaron en días nuevos? ¿Sus frutos estremeciéronse de emoción, como el Líbano? ¿Acaso mis hermanos, los que con lágrimas sembraron, pudieron segar, con cantos, sus gavillas? ¡Quién me diera alas y volaría hacia la tierra en la cual florece el almendro y la palma! Y yo, ¿podré contarte, pájaro amable? ¿Qué palabras esperas oír de mi boca? Ciertamente de esta orla de tierra fría, cánticos no escucharás, sólo elegías, sólo lamentos, sólo sollozos. ¿Te contaría yo, en cambio, las calamidades que se oyen, que se saben en las tierras que nos rodean? ¡Ay!, ¿quién podría contar el número de tales adversidades, de las persecuciones que se promueven y pasan? ¡Oh, pájaro mío, escápate hacia tu monte y tu desierto! Feliz tú si abandonas el ámbito de mi tienda; si habitaras conmigo, también tú, oh alado cantor, llorarías, amargamente llorarías mi suerte. Pero ni el llanto ni las lágrimas pueden ser mi bálsamo; en ningún modo ellos podrán curar mis heridas. Ya mis ojos, exhaustos de llorar, se han secado, llenóse el odre de las lágrimas, hace tiempo que mi pobre corazón ha sido pisado como la hierba. Consumiéronse ya las lágrimas, pasaron ya los plazos, y no adivino el término para mi dolor. ¡Bienvenido sea tu regreso, pájaro hermoso, suaviza tu voz y en cánticos prorrumpe! Poema extraído de Poesía Hebraica Postbíblica Millás Villacrosa (traductor y compilador) José Janés Editor Barcelona, 1953 Canción del trabajo y la labor ¿Quién nos salvará del hambre? ¿Quién nos alimentará con mucho pan? Y ¿quién nos dará un vaso de leche? ¿A quién agradeceremos? ¿a quién bendeciremos? ¡Al trabajo y a la labor! ¿Quién nos brindará abrigo cuando haga frío? Y ¿quién en la oscuridad nos ofrecerá luz? ¿Quién extraerá agua del pozo? ¿A quién agradeceremos? ¿a quién bendeciremos? ¡Al trabajo y a la labor! Y ¿quién plantó árboles en el jardín? para frutos y para sombra, toda clase y especie. Y ¿quién en los campos sembró cereales? ¿A quién agradeceremos? ¿a quién bendeciremos? ¡Al trabajo y a la labor! ¿Quién nos preparó una pequeña morada, una cerca para el jardín, una barda para el viñedo? Y ¿quién se esforzó y quién se preocupó, en honrar el Shabat y las festividades? ¿A quién agradeceremos? ¿a quién bendeciremos? ¡Al trabajo y a la labor! Por eso trabajaremos, por eso nos cansaremos, siempre, durante los días laborables. ¡Pesado es el yugo, agradable es el yugo! y en los momentos de ocio, entonaremos a viva voz canciones de agradecimiento, canciones de bendición al trabajo y a la labor. Traducción de Belkis Rogovsky Fuente: AJN/Iton Gadol Publicite en Kashrut y Mitzvot, Contacto: kashrutymitzvot@gmail.com Otras noticias de la categoría Personalidades Judías Se cumplen 200 años del fallecimiento del fundador de Jabad Fecha: 09/01/2013 Se cumplen 200 años del fallecimiento del fundador de Jabad Jaim Najman Bialik, el poeta nacional judío Fecha: 09/01/2013 Jaim Najman Bialik, el poeta nacional judío Itzjak Rabín z’l (1922 – 1995) Fecha: 06/11/2012 Al haberse cumplido hace pocos días un nuevo aniversario del asesinato de Itzjak Rabín z’l, publicamos una pequeña reseña bibliográfica en su homenaje. 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