viernes, 1 de julio de 2011

Perashá Jukat.

29 de Sivan de 5771

(Víspera de Rosh Jodesh)

1 de Julio de 2011

Encendido de las Nerot de Shabat: 17:42hs.
Shabat Finaliza: 18:32hs.

Perashá Jukat.



“Toma el bastón y reúne a la comunidad, tú y tu hermano Aharon, y háblale a la roca a la vista de ellos y ella dará sus aguas. De ese modo sacarás agua de la roca para ellos y le darás de tomar a la comunidad y a sus ganados”. (Bamidbar 20:8).

¿Cuál es el motivo por el cual Hashem le pidió a Moshé que le hablara a la roca, mientras los Iehudim reclamaban estar sedientos?

Hashem le explico a Moshé: “Cuando el niño es pequeño, su maestro lo castiga y le enseña. Una vez que crece, lo reprende con palabras. Del mismo modo sucede con la roca, debes hablarle, y de esta manera traerá agua”.

Aquí, la roca se compara con el pueblo, que a veces se vuelve ‘duro como una roca’ y se rehúsa a hacer lo que debe, lo concerniente al cumplimiento de las Mitzvot (preceptos).

Con paciencia se llega a todo:

Hasta la piedra nos hace caso si le hablamos y nos brinda lo que le pedimos, como en este caso ocurrió con el agua.
Del mismo modo sucede en la vida. La buena educación se transmite hablando constantemente. El resultado que se obtiene es que esas palabras terminarán por influenciar para bien a la persona, la cual llevará a la práctica todo lo aprendido.

Esto mismo le ocurrió a Rabbí Akivá a sus cuarenta años, cuando recién comenzaba a estudiar.
Mientras caminaba cerca de unos arroyos, vislumbró una escena que llamó poderosamente su atención. Frente a sus ojos había una roca agujereada. Acercándose, notó que el agujero estaba siendo provocado por unas frágiles pero constantes gotas de agua. Rabbí Akivá pensó: “Si unas simples gotas pudieron formar un hueco en la roca, cuánto más y más podrá la Torá penetrar en el corazón”.

Si toda el agua hubiese caído de una sola vez encima de la piedra, no existiría ningún agujero formado. Éste no es más que la consecuencia de cada gota caída constantemente en un determinado lapso de tiempo.
Es de esta manera que la persona debe educar: de a poco, como las gotas, una a su vez. Con las palabras ocurre lo mismo: hablando despacio y con paciencia, lograremos entrar en los corazones.
No podemos pretender enseñar todo de una vez.
Si quisiéramos esculpir una roca rápidamente, se supone que deberíamos golpearla extremadamente fuerte con un martillo potente. Sin embargo, está claro que la roca automáticamente se rompería, dejando simples restos de basura. De querer hacer un buen trabajo, deberíamos utilizar un martillo pequeño, con movimientos suaves y sobre todo con mucho cuidado.

“Los problemas se dejan en la puerta de la casa”:
Este es un refrán popular. En el judaísmo, tenemos una señal más fuerte que es la Mezuzá, debido a que siempre está en la puerta de la casa. Cuando uno entra, es una Mitzvá besarla y es bueno detenerse un instante y dejar todos los problemas afuera.
En su casa lo esperan sus hijos, ansiosos por comunicarse con su amado padre.

Dentro de la Mezuzá hay un versículo que dice: “Beshinantam Levaneja” (Y las inculcarás a tus hijos).
El término en hebreo ‘Shanen’ (y le inculcarás), tiene mayor fuerza que el verbo ‘Lamed’ (enseñar). ‘Shanen’ significa repetir una y otra vez las palabras de Torá, inspirando en el niño el amor por los preceptos y su cumplimiento a fin de que sean parte inseparable de su vida y de su conducta diaria. Vemos claramente como la Torá nos enseña a hablar y a repetir constantemente las palabras, a fin de lograr influenciar al niño para bien.

No recurramos a la segunda opción:

El Ramban, en la carta que le escribió a su hijo, explica que se debe hablar gentilmente con todas las personas. Así sea en situaciones cargadas de tensión, en otras en las cuales el ambiente esté saturado de energía negativa, o cuando debemos reprochar a alguien por haber cometido alguna infracción, hay que hablar de manera gentil con la persona involucrada. Las palabras amables tienen mayor fuerza.

Algunas veces puede resultar efectivo utilizar gritos. Pero hacerlo siempre, puede ser erróneo y dañino para la criatura. Si los padres no tienen la costumbre de gritarle a su hijo, posiblemente cuando lo reprendan en un tono más alto, será muy eficaz. Sin embargo, utilizar los gritos de forma repetida no solo No es efectivo, sino que además es perjudicial.

Educar a un niño requiere de mucho tiempo y paciencia. Aunque parezca más fácil y rápido atemorizar al pequeño, probablemente habrá mejores resultados si se lo educa a través de la buena comunicación y de palabras dulces.

Si ocasionalmente se utiliza un tono elevado para reprender al niño, es posible que vuelva a ocurrir en la siguiente ocasión. Cuando esta excepción se convierte en regla, el niño se acostumbra a las constantes descalificaciones por parte de los padres. A la hora de educar, es necesario fijar claramente los límites y objetivos.

Los padres debemos ser para el niño, un modelo de autocontrol. Si respondemos con gritos o amenazas, estaremos enseñándole que ésa es una forma adecuada de actuar. Cuando la persona nota que está por perder el control de la situación, es preferible que se aleje y se tranquilice antes de cometer un error.



SHABAT SHALOM!!

Rab Isaac Ruben Yacar.

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